Fue a finales de agosto de 1957 cuando llegué a esta apacible ciudad. Ese mismo año, el 28 de julio, me había asombrado y conmovido en grado extremo, una tragedia de proporciones nunca antes vistas, allá en la ciudad de México

Fue a finales de agosto de 1957 cuando llegué a esta apacible ciudad. Ese mismo año, el 28 de julio, me había asombrado y conmovido en grado extremo, una tragedia de proporciones nunca antes vistas, allá en la ciudad de México

FUE A FINALES de agosto de 1957 cuando llegué a esta apacible ciudad. Ese mismo año, el 28 de julio, me había asombrado y conmovido en grado extremo, una tragedia de proporciones nunca antes vistas, allá en la ciudad de México. Esa tragedia fue el terremoto que derribó el Ángel de la Independencia y destruyó y daño cientos de edificios y casas, pero sobre todo, por la incontable cantidad de vidas que cobró el poder destructivo con el que la naturaleza lo dotó.

 GOBERNABA EL estado Luis Ortega Douglas, la política del país la conducía Adolfo Ruiz Cortines y yo apenas había cumplido los 12 años. Desde entonces Aguascalientes ha sido mi patria chica. Aquí me casé, procree y están mis muertos. En esa época nuestra ciudad aún conservaba ese acento arquitectónico heredado de la colonia, y algunos rasgos de romanticismo, cuya singularidad no sólo fue el distintivo de la provincia mexicana en general, sino que también dio pautas a seguir a las bellas artes en el ámbito nacional.

 LA CIUDAD era pequeña, pues al norte llegaba hasta la estación de gasolina de los Sahagún, al sur los límites eran los del motel Medrano y su también expendio de gasolina, así como al costado oriente los baños de la antigua hacienda del Ojo Caliente, eran otra frontera citadina junto con su contraparte de la rosa de los vientos, en la que otra estación de gasolina, de una familia Esparza, (ubicada frente a lo que ahora sigue siendo la vivienda popular) constituían la demarcación de su mancha urbana.

 DESDE ENTONCES han transcurrido sesenta años, en los que Aguascalientes, tanto geográfica como políticamente, ha sufrido múltiples y tan desordenados como notables cambios, es decir, un sinfín de transformaciones sin orden ni dirección no sólo en el plano del urbanismo que toda ciudad en expansión reclama, sino también en el ámbito de la cosa pública; cosa pública que nos ha alcanzado con un dosis muy escasa de realpolítik, y sí con mucho de improvisación, ocurrencia e incluso desvarío. Nada han aprendido nuestros políticos y nuestros gobernantes no obstante la evolución y revolución de las comunicaciones, que de nada les han servido, salvo promocionarse y vituperarse, Y qué decir de ese caos atávico que cada día desordena y complica más la convivencia y movilidad en “nuestra ciudad capital” y de paso en los municipios, de los que dos ya son conurbados: San Francisco de los Romo y Jesús María.

SÍ, UN ACELERADO y caótico crecimiento urbano; dicho de otra manera, un crecimiento ajeno de todo concepto de planeación y orden político. Provocado en gran parte por la postración de nuestros gobernantes ante los supremos intereses de los dueños del dinero y su desmedida ambición por crecer en lo económico, sin antes razonar en el impacto que causaría en los estratos sociales medio y bajo, este último, ahora caldo de cultivo para el crimen en general y el narcotráfico en particular, así como en la propia ciudad. Una muestra de la supina ignorancia en el arte de gobernar. En otras palabras, la política al servicio de la economía y de los grandes intereses, invirtiendo las reglas básicas para el buen gobierno.

 AGUASCALIENTES DEJÓ de ser un estado de vocación eminentemente agrícola, comercial, textil y ferroviaria para ser un estado maquilador. Perdimos nuestras viejas costumbres y tradiciones, que nos daban una sólida identidad, para convertirnos en entes sin luz ni brillo propios. Por doquier vemos letreros en una lengua que no es la nuestra, pero que la ignorancia nos hace creer que con ello los negocios prosperarán por arte de magia. Malinchismo puro. La autoridad sobre la cual recae la responsabilidad de regular esa falsa forma de publicitar negocios, con la falaz creencia de que el idioma inglés es sinónimo de éxito, calidad, progreso, etcétera, etcétera y etcétera, es el ayuntamiento de cada municipio, sí, ese cuerpo colegiado de gobierno compuesto por el alcalde varios regidores y sus respectivos síndicos. En este ejemplo escogido al azar, así como en muchos otros casos y en distintas épocas, esa autoridad nos ha fallado. No ha realizado el trabajo para el que la elegimos. Lo mismo ha sucedido con los gobiernos estatales.

DE LAS CONTADAS y harto cuestionadas acciones de gobierno de las dos actuales administraciones en ambos niveles de gobierno, destacan la pavimentación salpicada por parte de la instancia municipal y algo que está en “proceso de discusión” en el Poder Legislativo, que es la ya muy cacareada ley de Movilidad cuyo contenido la mayoría de los aguascalentenses desconocemos. Ese es privilegio de las élites políticas de la entidad, no obstante ser un asunto de orden público y de competencia para toda la población. Me pregunto el por qué, habiendo instrumentos de participación ciudadana como lo es el plebiscito, no se somete al escrutinio popular, pues finalmente a quien habrá de causar beneficios, si acaso los tiene, o en su defecto un mayor número de incomodidades será a la población.

 EN EL PASADO la movilidad era un asunto que no implicaba grandes problemas, pues en su mayoría, los habitantes se trasladaban en bicicleta o caminando. Con nostalgia recuerdo cómo la avenida Madero se llenaba de ferrocarrileros en bicicleta luego de las tres de la tarde que salían de sus labores. Un zumbido como si fuera un gran panal de abejas emanaba de las coronas y cadenas de sus biciclos, que no contaminaban. Los autos de alquiler, o libres y ahora taxis, tenían y permanecían en sus respectivas bases, como las de la Estación, Catedral, Jardín del Estudiante, San Marcos y otras. Acudían a domicilio mediante llamada telefónica y el costo del servicio, hasta donde yo recuerdo, era de tres pesos, y el chofer bajaba y tocaba la puerta de la casa anunciando que el taxi ya estaba a la disposición del usuario. Igualito que ahora. Incluso en lo que respecta a UBER y otras empresas que prestan ese servicio sólo que al margen de la legalidad. Era, en ese momento, un servicio Uber muy ad hoc. Es decir, muy nuestro.

 EN LO RELATIVO al transporte colectivo, existían cuatro rutas que se distinguían por el color de sus unidades, la de los azules era la ruta Madero, la de apostolado eran los rojos, petróleos correspondía a los verdes y la oriente poniente a los amarillos y el pasaje costaba veinte centavos. Los camiones aun siendo como los de ahora, de carga habilitados para pasaje, siempre estaban en buenas condiciones, y los choferes se esmeraban por dar un buen servicio, se paraban pegados a las banquetas para facilitar el ascenso y descenso del pasaje e incluso competían para demostrar quién manejaba mejor. Igualito que los choferes actuales. Va para cuatro lustros que esas cuatro rutas se han agregado otras, ignoro cuántas, pues al fusionarse todas ellas como ATUSA, se perdió el color de identidad, y por ende cuántas son. Ahora la llevada y traída ley de Movilidad pretende separarlas, lo cual no es una mala decisión, como no lo ha sido, dejar de utilizar “logos” que identifiquen una administración con su consecuente despilfarro; otro acierto es que el transporte urbano en general, se pinte de un color como lo es el blanco que no tiene referencia alguna con partidos políticos o gobiernos emanados de estos.

 SEGÚN HA trascendido en esa ley se habrá de aprobar la regularización del servicio Uber, y en general a los prestadores de servicios de Redes de Transporte con Aplicación Móvil. Así como a los otros concesionarios de transporte público, y sancionará a quienes no respeten la nueva infraestructura. De manera que esta ley de movilidad no aporta nada nuevo, que no hayamos experimentado antes. Y esperemos que eso de las sanciones sea un hecho y no quede únicamente en el papel. Una de las potestades de un gobernador era la de otorgar conforme a las necesidades de la población o al número de habitantes, los fiat notariales, y las concesiones del transporte público. Ahora la moral y las buenas costumbres de quienes están en el poder están tratando de anular lo que el gobernador que se fue otorgó en estas dos potestades. El actual gobernador en su momento, sino es que antes, habrá de hacer los mismo, no importa nombre consejos de notables para transparentar y dar un dejo de legalidad a dichas concesiones, lo cual es más de lo mismo.

 ESTA LEY no es un asunto menor. Tal apresuramiento, para su aprobación me hace suponer malos pensamientos, y con ellos creo percibir ese tufo que la vox populi llama cuchupo, moche, tajada, mordida, soborno o como sea que lo califiquen, y por ello es que vuelvo a suponer: ¿a quién le habrán untado la mano? ¿Pues si no es así, entonces por qué ese apresuramiento y hermetismo para no oxigenarla con la población mediante los instrumentos de consulta popular, para que los aguascalentenses seamos quienes decidamos que es lo mejor para cubrir nuestras necesidades y reclamos. Algo huele mal en Aguascalientes y no es el drenaje.

 AHORA RESULTA que en esto de la regulación de Uber y demás, también el exgobernador Lozano de la Torre es el culpable, cuando sabemos que ese tipo de servicios se instalaron de súbito en todo el país. Pero alguien debe pagar los platos rotos, al fin y al cabo, una raya más al tigre ni se nota.

 Y DEJÉ EXPROFESO al final lo de la salpicada pavimentación de competencia municipal. ¿Por qué al último? Bueno, porque desde la pasada administración se han venido pavimentando “tramos” de calles y avenidas, por aquí, por allá y por acullá, sin orden ni planeación alguna Pero sí con alevosía, premeditación y ventaja, es decir, con todas las agravantes de la ley.

 CIERTO ES que todo obra pública beneficia a la ciudad. Pero cierto es también que esas obras deben estar bien planificadas y por supuesto presupuestadas. ¿Qué quiero decir con esto? Simple y llanamente que si se comenzó a pavimentar un tramo del tercer anillo al oriente y otro al sur, pues esa obra lleva un mal cálculo electorero, pues con ese engaño pretenden hacernos creer que se está haciendo mucha obra pública, y que el PAN es el partido idóneo para gobernar. Ya lo he dicho en anteriores colaboraciones, que la señora alcaldesa, cuya característica personal es procesar un solo asunto al día, pues su capacidad intelectual no da para más, le sugiero que aplique esa capacidad de procesamiento y pavimente solo uno de los tres anillos, o el centro de la ciudad o cualesquier otra avenida, pues finalmente toda la ciudad pareces haber sido bombardeada, por el pésimo estado de su pavimento. Doña Tere, atórele a los elotes y haga una sólo obra pública, pero que trascienda su gestión al frente del municipio capital, y le estaremos agradecidos muchos, pero muchos años. Consummatum est.