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Por Enrique Esqueda Blas<\/p>\n
* Francisco Goitia (1882-1960): Retrato M\u00ednimo de un Socialista Cristiano (Segunda Parte)<\/b><\/em><\/p>\n DE ACUERDO<\/b> con Antonio Luna, en la \u00faltima d\u00e9cada de su existencia, Goitia se asemej\u00f3 a un \u201cap\u00f3stol evangelista\u201d. (1) Era un hombre moreno y fornido, de cabello abundante, de largas barbas, de actitud sencilla y pobre de condici\u00f3n. Lo podemos imaginar deambulando entre los olivares de Tulyehualco o pintando en la privacidad de su casa, a veces distra\u00eddo por sus perros. En esta entrega apuntaremos algunos rasgos de la espiritualidad goitiana, que hicieron de \u00e9l \u201cun cat\u00f3lico preparado, te\u00f3rico, militante\u201d. (2) De este modo, ampliaremos las representaciones en torno a su peculiar talante, en ocasiones estigmatizado, (3) para comprender de otras formas, su subjetividad y aportaciones al arte.<\/p>\n SI BIEN<\/b> el desarrollo temprano de su fervor religioso debi\u00f3 mucho al influjo de su madre adoptiva, quien viv\u00eda en constante \u201cestado de oraci\u00f3n\u201d, es muy probable que en sus a\u00f1os de estudiante de pintura en Europa, a principios del siglo XX, encontrara en diversos autores inspiraci\u00f3n t\u00e9cnica y aliento vital. Por ejemplo, de las obras de Zurbar\u00e1n aprendi\u00f3 \u201cel sentimiento de santa tranquilidad, de beatitud, el sentido profundamente religioso y asc\u00e9tico\u201d; del Greco, el misticismo; de Goya, el esp\u00edritu revolucionario, y de Vel\u00e1zquez, el gusto por el color. (4) Con estas influencias, tras su regreso a M\u00e9xico en 1912, se enrolar\u00eda, testimoniar\u00eda la Revoluci\u00f3n mexicana y cofraternizar\u00eda con los necesitados; siendo de notar, que esta misma vocaci\u00f3n de solidaridad se mantendr\u00eda latente en los a\u00f1os cincuenta, pese a las graves limitaciones econ\u00f3micas que padeci\u00f3. (5)<\/p>\n SE REQUERIR\u00cdA<\/b> de m\u00e1s datos para determinar en qu\u00e9 momento Goitia consolid\u00f3 sus creencias sobre lo sagrado. Lo cierto es que se aproxim\u00f3 al \u201cser del pueblo: mezcla de superstici\u00f3n\u201d, \u201chechicer\u00eda\u201d y \u201creligi\u00f3n\u201d. (6) A lo cual, hay que a\u00f1adir, que due\u00f1o como lo fue de una concepci\u00f3n cl\u00e1sica de la creaci\u00f3n art\u00edstica basada en la tradici\u00f3n, el orden y el sacrificio, y celoso de alcanzar el m\u00e1ximo nivel de excelencia pict\u00f3rica, hubo un vaso comunicante entre su autoexigencia profesional y sus ideas sobre la integridad personal. El zacatecano asumi\u00f3 que el ser humano fue hecho a imagen y semejanza de Dios, quien estableci\u00f3 un orden que se reforzaba con la ley de Cristo. Por consiguiente, suger\u00eda contemplar la divinidad y hacer siempre el bien; con lo cual ce\u00f1\u00eda su sentido de libertad a la moral cat\u00f3lica, misma que participaba de la doctrina social de la Iglesia. (7)<\/p>\n Francisco Goitia, Tata Jesucristo, 1927<\/p><\/div>\n CUANDO SE<\/b> le pregunt\u00f3 si era socialista, la respuesta del maestro fue reveladora: \u201cYo siempre me he sentido socialista y comunista, pero tambi\u00e9n cristiano, es decir, milito en un comunismo mucho m\u00e1s completo que el de los ateos\u201d. (8) Ciertamente, el entrevistado ten\u00eda suficiente experiencia para inclinarse por el centro (entre los radicalismos pol\u00edticos de izquierda y de derecha de su tiempo). Su socialismo cristiano era por antonomasia anticapitalista, aunque esto no debe entenderse como una posici\u00f3n a favor de acabar con la propiedad privada. Por el contrario, en su representaci\u00f3n de la estructura social acept\u00f3 la desigualdad, tanto de la riqueza como del poder, acorde con la voluntad divina. Pero en su salida a los conflictos de clase privilegi\u00f3 la dignidad de las personas propugnando porque ricos y trabajadores se relacionaran con base en los principios evang\u00e9licos, sin esclavitud ni explotaci\u00f3n; apel\u00f3 a que los gobernantes sirvieran a los prop\u00f3sitos del bien com\u00fan y porque las masas determinaran soberanamente su gobierno. Encontramos pues, que en la ra\u00edz de su pensamiento estuvieron m\u00faltiples enc\u00edclicas, entre las que podemos citar Quod Apostolici Muneris<\/i> (1878), Diuturnum Illud<\/i> (1881) y Rerum Novarum<\/i> (1891).<\/p>\n CON LA<\/b> vejez, Goitia fue extremando, pero, quiz\u00e1 tambi\u00e9n, simplificando sus pr\u00e1cticas espirituales. Se asemejaba cada vez m\u00e1s a un m\u00edstico medieval resistiendo las tentaciones del mundo, en una \u00e9poca de modernizaci\u00f3n. (9) Sin duda fueron muchas las coincidencias que lo predispusieron a interesarse por la hermandad (empezando por haber nacido el d\u00eda en que se celebra al santo de As\u00eds). Suponemos que inici\u00f3 como postulante hasta tomar los h\u00e1bitos franciscanos. A partir de entonces convivir\u00eda con amas de casa y trabajadores alent\u00e1ndose en los valores de servicio a Dios, humildad, pobreza y castidad. Se comprometi\u00f3 tambi\u00e9n a practicar la misericordia, alejarse del lujo y cuidar cada uno de sus pensamientos, palabras y acciones. (10) Hay suficientes evidencias para afirmar que el pintor se esforz\u00f3 con sinceridad en alcanzar su ideal de santidad. As\u00ed lo sugiere, entre otras muchas, la descripci\u00f3n del Doctor Samuel M\u00e1ynez, quien percibi\u00f3 su tranquilad de esp\u00edritu, su desprecio por los halagos y su identificaci\u00f3n con el M\u00e9xico profundo. (11) De ah\u00ed que a su muerte, sus correligionarios lo despidieran como franciscano: colocaron sobre su cuerpo sus s\u00edmbolos, conformaron coros y dieron a los diarios cuadros humanos de pla\u00f1ideras enrebozadas (que sin quererlo evocaban su cuadro Tata Jesucristo<\/i>); pero a ello regresaremos en la tercera y \u00faltima parte de esta serie.<\/p>\n Notas<\/b><\/p>\n 1. Antonio Luna Arroyo, Francisco Goitia: seguido de un epistolario, notas t\u00e9cnicas y otros documentos importantes a su bibliograf\u00eda<\/i>, M\u00e9xico, Editorial Cultura, 1958, p. 6.<\/p>\n 2. Ibidem<\/i>, p. 110.<\/p>\n 3. Jorge Alberto Manrique, \u201cTres astros solitarios: Atl, Goitia, Reyes Ferreira\u201d, en Historia del arte mexicano<\/i>, M\u00e9xico, SEP, Salvat, 1986, vol. 14, p. 2132.<\/p>\n 4. Luna, Op. cit.<\/i>, pp. 55-56.<\/p>\n 5. Ibidem,\u00a0<\/i> p. 98 y Jos\u00e9 Herrera, \u201cConmovi\u00f3 a la naci\u00f3n la muerte del pintor Goitia\u201d, en La Prensa<\/i>, 28 de marzo de 1960, p. 2. Hemerograf\u00eda, recuperada de la Secretar\u00eda de Cultura, INBA, Centro Nacional de Investigaci\u00f3n, Documentaci\u00f3n e Informaci\u00f3n de Artes Pl\u00e1sticas (CENIDIAP), Fondo Documental Francisco Goitia.<\/p>\n 6. Lautaro Gonz\u00e1lez Porcel, \u201cPas\u00f3 del sue\u00f1o a la eternidad, sin dolor\u201d, en \u00daltimas noticias<\/i>, 26 de marzo de 1960<\/p>\n 7. Luna, Op. cit.<\/i>, pp. 103-114.<\/p>\n 8. Ibidem<\/i>, p. 104.<\/p>\n 9. Agradezco Adri\u00e1n Gerardo Rodr\u00edguez S\u00e1nchez hacerme notar las semejanzas entre el perfil socialista de Francisco Goitia y el anarquismo cristiano de Le\u00f3n Tolstoi (1828-1910). Hasta d\u00f3nde el mexicano tuvo algo de su influjo es una pregunta por responder. En cambio, observamos que siendo de generaciones distintas, losherman\u00f3 su condici\u00f3n de veteranos de guerra (horrorizados por la violencia), su inspiraci\u00f3n en el Serm\u00f3n del Montey asumirse partidarios del cristianismo primitivo.<\/p>\n 10. G. Herrasti, \u201cLas principales virtudes que debe tener el Terciario\u201d, en As\u00eds<\/i>, 1 de junio de 1945, n\u00fam. 189, a. XVI, pp. 127-128.<\/p>\n 11. Samuel M\u00e1ynez Puente, \u201cSan Francisco Goitia\u201d, en Jueves<\/i>, 7 de abril de 1960, p. 6.<\/p>\n * Historiador<\/i><\/p>\n