Estamos Obligados a Amarnos y Respetarnos Entre Unos y Otros: Obispo

Por Benny Díaz

Imagen relativa a la nota.

Juan Espinoza Jiménez (Foto: David Julián Torres Martínez)

“La Navidad nos revela el valor infinito de cada persona, porque Dios ha asumido nuestra carne y convirtió la vida humana en sagrada. Toda persona merece respeto, sea cual sea su situación social, dónde vive o las cosas que tiene. Toda historia puede ser redimida y nadie es insignificante ante los ojos de Dios. Nadie puede ser excluido y, en lugar de nosotros ver hacia arriba, Dios vio hacia abajo y no podemos ignorar a quien está sentado en la puerta de nuestras casas, a los migrantes, porque Dios a nadie excluye, ama a todos los seres humanos y por eso estamos obligados a amarnos y respetarnos entre unos y otros”, fueron las palabras del obispo Juan Espinoza Jiménez en su homilía durante la misa de la Natividad de Jesús.

El jerarca católico también invitó a las personas a re􀃀exionar profundamente en el significado de la Navidad, que es mucho más que cena, regalos y fiesta.

Es “la transformación de vivir la fe, porque luego no creemos y vemos a un Dios lejano, pero no, es muy cercano y tampoco es una ideología, sino una persona. Creer en Dios encarnado nos compromete a vivir con fe de esa manera, porque la encarnación es muestra de caridad  concreta, justicia, cercanía con los pobres, misericordia para quienes sufren, paciencia para los débiles y perdón para aquellos que han herido y ofendido”.

No se puede hablar de “felices fiestas”, porque eso está fuera del sentido de la Navidad, que es un misterio muy profundo y hay quienes envían mensajes en ese sentido cuando en realidad “no quieren honrar el cuerpo de Cristo y eso no se hace ejerciendo poder, sino cuando ves al desnudo hay que vestirlo, ayudar al pobre, porque de nada sirve adornar  la casa en nombre de Dios si se olvidan de los pobres, de los que no tienen qué comer”.

Como humanos, nos falta mucho por entender que Jesús vino al mundo y se hizo carne porque es la última palabra dicha por Dios. Con eso nos hizo parte de él al darnos divinidad y “nos faltaría mucho por hacer con muchos hermanos vulnerables. Dios actúa con humildad, sencillez en un mundo que exalta el éxito, la apariencia, la fiesta, el poder… mientras en un pesebre nos enseña su cariño y pasa por la pequeñez, el servicio, la entrega.

Cada uno de nosotros debemos poner nuestra confianza en Dios, porque si ayudamos pero lo hacemos con orgullo y nos olvidamos del hermano que nos necesita, entonces para quien lo hace Dios se convierte en una ideología”.

“El Evangelio nos dice que en Navidad debemos contemplar que Dios nos vino a transformar con la encarnación. Se hizo carne y nos ve como hermanos para construir una sociedad más humana, más fraterna. El nacimiento del Señor es el misterio de la encarnación que debe tocar a nuestras familias, a la Iglesia, a la sociedad. Dios camina con nosotros porque es bonito experimentar el ser hijo amado por Dios, que nos ha dado el regalo más grande: la divinidad”, finalizó.