“Ninguna ley Puede Legitimar la Eliminación de la Vida Humana”

Por Benny Díaz

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Juan Espinoza Jiménez (Foto: Facebook Diócesis de Aguascalientes/ Correo Diocesano)

“Buscan presentar el aborto como un derecho y el misterio que celebramos en la Navidad, que es cuando Dios asume volverse carne, tener vida humana en el seno de una mujer que dijo sí con una fe ciega y revelando la dignidad inviolable de la persona, y el concepto de María y José, en medio de la incertidumbre y circunstancias adversas, custodia la vida de Dios y confía en que el niño es el rey de la gloria y la fidelidad. Es revelado en el magisterio de la Iglesia y ninguna ley puede legitimar la eliminación de la vida humana porque es un derecho de la dignidad de la persona”, manifestó el obispo Juan Espinoza Jiménez en su homilía dominical.

Lo que se debe hacer es que México “es una sociedad que no protege al más débil, hiere los cimientos de la justicia, la paz, y el verdadero adviento es defender la vida sin condiciones y hay que acompañar con cercanía y misericordia a las mujeres en situaciones difíciles, hacer políticas seguras y un apoyo real a la justicia social y es el respeto a la vida en todas las etapas, ese es el futuro auténtico del ser humano”.

El obispo recordó a la feligresía que “Cristo no sólo vino en el pasado ni vendrá al final de los tiempos, Cristo viene hoy y  sale al encuentro de los pobres, enfermos, de quienes sufren soledad y no encuentran sentido a la existencia. Los niños concebidos en el seno de sus madres deben celebrar y abrir los ojos, que desde su corazón hay que reconocer que Jesús vino a servir y está presente”.

Señaló que María confió en Dios y la confianza de San José nos ayuda a vivir la fe de manera silenciosa y responsable, a ser fieles a la celebración de la Navidad y que ésta sea auténtica, santa y llena de fe, esperanza y caridad. Todo esto debe empezar desde cultivar actitudes sencillas y profundas, cuidar el diálogo sincero entre padres e hijos. La familia es lo más importante y el diálogo debe prevalecer siempre: “Escuchemos y  expresemos lo que sentimos, vivimos y proyectamos”.

El purpurado invitó a todos a reflexionar profundamente “para saber pedir perdón y otorgarlo con humildad, sin rencores que son los que enfrían el amor y cuando guardamos rencor, no le hablamos a quienes nos ofendieron y nos fallaron; hay hermanos que no se hablan, también hay quienes no le hablan a su mamá por alguna exigencia que puso.

“La familia debe ser lo primero y en donde hay que dar tiempo de calidad, que nuestras promesas se cumplan y no dejarnos llevar por distracciones. Hay que escuchar de verdad a los hijos y brindarles tiempo de calidad, no sólo presencia física”.

También hay que educar en la solidaridad y enseñarles a los niños que en Navidad no sólo es recibir, también hay que compartir lo que tenemos con los más necesitados y que en cada hogar haya un pequeño Belén en donde Cristo nazca de verdad con fe, sencillez y amor.

Para finalizar, el purpurado habló de que “no podemos callar ante la realidad que vivimos en México, cuando tantos hermanos padecen pobreza y están en la exclusión, abandono y reciben regalos para suplantar la justicia, promesas que tranquilizan la conciencia, pero no transforman las estructuras. El discurso de Navidad sin Cristo, reducido al consumo y al asistencialismo interesado, debe tener claridad: la ayuda verdadera no debe estar instrumentalizada a la necesidad ni acallar las conciencias comprando la dignidad del pobre con una Navidad en donde se expulsa al Niño Dios, que debe ser el centro de la vida, tanto en lo personal como en la sociedad”.