Por Adrián Gerardo Rodríguez Sánchez

Adrián Gerardo Rodríguez Sánchez
EN NUESTRA anterior colaboración planteamos que el proceso de recuperación del carácter social del ISSSTE conlleva varios retos. Por un lado, está la “nacionalización” de los servicios médicos privatizados en el periodo neoliberal, algo que cuenta con sus propias implicaciones técnicas, que abordaremos en otro momento. Por otro lado, está también la revisión urgente de temas que ya están en la mesa para su transformación. Estamos hablando de los 25 puntos que el Director General, Dr. Martí Batres, presentó hace casi un año en la Mañanera del Pueblo, con la Presidenta Claudia Sheinbaum.
ESTAMOS ANTE una estrategia integral, en cuyo primer punto se establece, antes que nada, la cercanía y el buen trato a la derechohabiencia del Instituto, compuesta por los Servidores Públicos del Estado y sus familiares. Dicha política se ha resumido en la frase “Trato digno”.
ESTE PUNTO no es de poca importancia. Cuando el 30 de diciembre de 1959 se publicó la Ley del ISSSTE en el Diario Oficial de la Federación, nada había en sus páginas que hablara del tipo de trato que se ofrecería. Se refiere únicamente a quienes tendrían derecho al servicio del Instituto y se hace una descripción de los mismos: jubilación, préstamos, indemnización, etcétera. Claro, eran otros tiempos, pero llama la atención que, a diferencia de otros decretos, éste no responda a un sentido social que los gobiernos de entonces ostentaban en nombre de la Revolución Mexicana. Por ello es trascendente una estrategia de “trato digno”.
SI HAY un signo de cambio en la Cuarta Transformación, dentro del marco del Humanismo que enarbola, es el sentido del servicio público. Ahora se busca que las Instituciones no estén por encima del ciudadano, a quien por décadas se le ha hecho parte de un burocratismo que lo somete a una especie de castigo o “alineamiento disciplinario” hacia la autoridad. Por lo contrario, ahora se establece que las instituciones deben acomodarse a las necesidades del derechohabiente.
EN MAYO pasado, el Dr. Martí Batres habló de la iniciativa del trato digno en términos de “apapacho institucional”: “El humanismo debe estar por encima de cualquier burocratismo, nada de despotismo, desterrar cualquier tipo de maltrato. Una persona que va a una clínica, va porque se siente mal y lo primero que espera es un apapacho institucional y ese buen recibimiento ya tiene un contenido terapéutico, si no es así, evidentemente que no estamos ayudando desde el principio al paciente”.
EL DIRECTOR General ha sido criticado por medios y voces opositoras por el uso de un concepto como “apapacho”, de orígen náhuatl, para glosar la estrategia de “trato digno”. Algo que es de esperarse para quienes, a estas alturas, aún se sienten “los amos” del país. Ya lo había escrito Ricardo Flores Magón: “El pueblo es el soberano, la autoridad es su servidora. Las democracias necesitan servidores y no amos”.