Por Adrián Gerardo Rodríguez Sánchez

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Adrián Gerardo Rodríguez Sánchez

LOS PROCESOS de transformación social y política suelen tener diferentes ritmos. Hay momentos de una velocidad “relámpago”, que nacen, se establecen en el marco legal y empiezan a formar parte del sentido común.

HAY OTROS procesos que tardan en madurar, que esperan las circunstancias propicias para ser efectivos. Un ejemplo de lo anterior es la expropiación petrolera llevada a cabo por el Presidente Lázaro Cárdenas en 1939. Si bien la base jurídica de aquella decisión ya estaba establecida en la Constitución de 1917, no fue hasta décadas después, con la combinación de diferentes elementos, que se pudo llevar a cabo la expropiación del petróleo a empresas extranjeras.

LA CUARTA Transformación iniciada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador también cuenta con ritmos diferentes. En seis años se establecieron las bases políticas, sociales y jurídicas para construir un nuevo régimen, un Estado de Bienestar.

DESDE ESTE punto de vista es posible entender lo que ha sucedido en el sector salud. Con la Presidenta Claudia Sheinbuam el gobierno federal empieza a reconstruir, con una nueva orientación social, una pieza fundamental de la nación: el derecho a la salud.

¿CUÁL FUE el daño que se hizo al sector salud durante el periodo neoliberal y qué es lo que se está haciendo ahora? Una visión amplia de ello se puede consultar en la comparecencia ante la Cámara de Diputados de los titulares de la Secretaría de Salud, IMSS, ISSSTE e IMSS-Bienestar, del pasado 7 de noviembre.

EN ESTE sentido, quisiera aludir a lo expuesto por el Dr. Martí Batres, Director General del ISSSTE, quien develó las prácticas de los gobiernos neoliberales que trataron de desmantelar la capacidad institucional del Estado para garantizar el derecho a la salud.

MUCHAS DE estas prácticas se pueden resumir en la entrega al sector privado de las funciones públicas del Instituto. En otras palabras, dejar en pocas manos lo que es de todos, con un alto costo para las arcas del erario. Un buen ejemplo de ello es el Hospital de Tláhuac, cuya operatividad la ejerció una empresa española bajo un contrato de asociación público-privada, con un costo mensual de 137 millones de pesos.

LA ADMINISTRACIÓN del ISSSTE ha decidido terminar con ese contrato que tenía un plazo de 25 años y proyectar un ahorro de miles de millones de pesos. En otras palabras, se trata de un acto de “nacionalización”, que también se está llevando a cabo en otros hospitales concesionados a privados, y en servicios médicos que se habían subrogado a terceros, como el de hemodinamia y anestesia.

COMO LA nacionalización de las empresas petroleras en 1939, la nacionalización llevada a cabo en el ISSSTE, requiere confiar en el pueblo, específicamente en los trabajadores técnicos del sector; en el caso del Instituto de salud, ello lo constituye el equipo humano médico y administrativo.

“CONFIANZA EN el pueblo” como criterio supremo de la política, como lo apunta Damian Selci en su obra Teoría de la militancia, aludiendo a una frase famosa de Robespierre. Asumir la política como un acto transformador conlleva confiar en el pueblo, tratarlo como adulto, para que él también sea responsable de su bienestar.

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