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Manuel Alonso García
…dormido en sus laureles…

UNA, DOS Y… ¡TRES! ¡COMENZAMOS!
SE ACABÓ LA SEGURIDAD EN AGUASCALIENTES……*

Antes, caminaba uno por todas partes y a toda hora, con la plena seguridad que regresaría sano y salvo al hogar, al trabajo, hoy no.

La inseguridad llega a las puertas de su casa y, muchas de las veces más allá, pues la delincuencia la vacía.

Ya lo dijo el obispo Juan Espinoza Esquivel: “Da miedo salir a la calle”, y monseñor tiene muchos oídos que se lo confirman en su Diócesis, que es más grande que el estado, pues abarca los municipios de Ojuelos, Villa Hidalgo, Encarnación de Diaz, Teocaltiche, Lagos de Morelos, Jalisco; Loreto, Villa Garcia y Pinos, Zacatecas, por lo que está muy bien informado y puede hacer compara­tivos, de ahí que, reitero, es el “miedo” que monseñor tiene de salir a la calle.

Y si don Juan, que “es representante de Dios en la tierra”, tiene miedo, pues uno como usted o yo, querido lector, ¿cómo estaremos, por tan alejados de Dios y tan cerca de la policía y el hampa?

Sin embargo, no hay de otra y hay que salirle al toro, ¿no cree usted?

Zacatecas y Jalisco, comparados con Aguascalientes, eran un polvorín, pero en la actualidad no sólo nos empareja­mos, sino que hasta los superamos: basta con leer TRIBUNA LIBRE Jalisco y Página 24 Zacatecas, para corrobo­rar lo que le platico al lector.

Años tengo de no viajar a Zacatecas y Guadalajara, antes lo hacía una vez a la semana, pero luego de un par de sustos, la verdad, me dio miedo: yo, que por mu­chos años anduve viajando de día y de noche por todo el país, pero mi México lindo y querido sufrió una metamorfosis de miedo, de temor, de terror: de repente comenzaron a aparecer cuerpos descuar­tizados, colgados en puentes peatonales y cabezas humanas en hieleras.

En Aguascalientes, la violencia letal llegó de la mano del abarrotero Felipe González González (+), en ese entonces gobernador de Aguascalientes, pues en su administración se cometió el primer asesinato con “cuernos de chivo”, señal inequívoca de que el narco había llegado al estado de la tierra de la gente buena.

Y sí, en una edición de la Feria de San Marcos, dentro del Casino, policías federales detuvieron a “pesado” narco que llamaba la atención entre los asis­tentes y el personal, por apostar grandes cantidades de dinero, pero antes de ser trasladado a la Delegación de la entonces PGR, el hombre fue dejado en libertad, “gracias” a un telefonazo del abarrotero a su “amigo” el Delegado.

Los estudiosos del tema pueden con­sultar en las hemerotecas de la ciudad, los tomos de periódicos y revistas, para enterarse cómo poco a poco los malan­dros fueron invadiendo la tierra de la gente buena.

“Ya da miedo salir a la calle”, expresó en su pasada homilia el obispo de la Diócesis de Aguascalientes, monseñor Juan Espinoza Jiménez, originario de La Piedad, Michoacán; y ya que lo diga una persona que nació en uno de los estados más violentos de México, es para reflexionar seriamente y exigir a las autoridades que impongan orden, pues el narco no puede ni debe seguir cogo­bernando esta tierra que era de “gente buena”.

EN EL OJO DEL HURACÁN…

Por cierto, Aguascalientes está en el “ojo del huracán de la opinión pública de Zacatecas y Jalisco”, que se pregunta: ¿dónde quedó la tierra de la gente buena?

Es tanta la violencia y la inseguridad, que los papeles se han invertido: “es peligroso viajar a Aguascalientes”, di­cen los vecinos, cuando antes el terruño estaba entre los tres estados más seguros del país.

Parece mentira, pero no: ahí están las estadísticas: a la salida del fiscal Figue­roa, la situación se descompuso y, el “miedo a salir a la calle”, llegó a la en­tidad: mucho es el trabajo que tiene que hacer el trío Manuel Alonso, “Poncha­rello” y Gonzalo Pérez Zúñiga, quienes deben de despertar y no quedarse dormi­dos en sus laureles.

Como dijo José Alfredo: “No hay que llegar primero, pero hay que saber lle­gar”, ¿por qué tanto crimen si hay policía federal, estatal y municipal preventiva?: “Si no pueden digan pa’traer negros”, decía mi inolvidable tía Jerónima.

¡Ya estuvo suave de hacerle al “Tío Lolo”!, los malandros son unos y los policías otros, no tienen por qué unirse unos a otros, o están con Dios o con el diablo: la gobernadora debe imponer el orden.

LA DISTRIBUCIÓN, VENTA Y CONSUMO DE DROGAS…

En Aguascalientes, es alarmante la venta y el consumo de estupefacientes: en cualquier bar o antro de la ciudad, hay quien venda droga: el “perico”, “el crystal” y “la mariguana” son las drogas que circulan en los once municipios del estado, como pez en el agua: los penales del estados son como puertas giratorias: entran y salen vendedores de drogas constantemente.

Hay jefes policiacos que siguen inmis­cuidos en la venta de drogas, pareciera película de ciencia-ficción, pero así es y no de ahora; yo conocí a un jefe policia­co de la preventiva municipal (ya lo he comentado en este espacio), al que en barandilla le entregaban todos los días parte de la droga que le decomisaban a los viciosos para que después, uniforma­dos de su “contentillo”, la vendieran a los propios “viciosos”.

Cuando este reportero se dio cuenta de ello, aquí se comentó y, al poco tiempo, el capitán del Ejército fue cesado del cargo y ya no regresó: falleció años más tarde; la simbiosis narco-policía, desgra­ciadamente, siempre ha existido, pero en los últimos 25 años se ha incrementado, esto a raíz del incendio de las torres gemelas, que fue cuando el gobierno de Estados Unidos incrementó la vigilancia en sus fronteras, lo que dificultó la in­troducción de las drogas, y fue entonces que aumentó su venta en el país: una cosa es cierta: es “gracias” a la policía que la droga esté en todas partes, vendiéndose sin dificultad: de vez en cuando atrapan a uno que otro narquillo, sólo para taparle el ojo al macho, pero a los pocos días regresa a la calle.

“En la colonia –me platicó uno de mis 100 lectores– unas personas comenzaron a vender droga, lo denuncié una decena de ocasiones en la policía preventiva mu­nicipal y estatal y no pasó nada; después supe que un amigo había ingresado a la policía federal –y me dije: de aquí soy, fui a verlo y le di la dirección–, así que creí que pronto esa gente iría a prisión, pero grande fue mi sorpresa al enterarme de que esos narcos habían pasado a la lista de los ‘envenenadores’ que pagan cuota a la policía para que se les permita vender la maldita droga”.

Y, en efecto, así es la “pichada”: por eso el crystal y la cocaína se han arrai­gado no sólo en Aguascalientes, sino en todo el país, aunque –y también hay que reconocerlo– con Claudia Sheinbaum ha disminuido la criminalidad: el martes 21 de octubre del presente año, los homi­cidios reportados oficialmente fueron 50, mientras que el 21 de octubre de 2024, se registraron 70, lo dice el informe de seguridad,

Ojalá y la criminalidad siga a la baja: Omar García Harbuch, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, está haciendo buen trabajo.

Y CON ESTA ME DESPIDO…

Hay un dicho muy trillado que dice: “Cría fama y échate a dormir”, pero los jefes policiacos Manuel Alonso García, fiscal general de Justicia del Estado; An­tonio Martínez Romo “Poncharello”, secretario de seguridad pública Estatal y Gonzalo Pérez Zúñiga, secretario de seguridad pública Municipal, respecti­vamente, la han aumentado:

“Cría fama y échate a dormir… y a mentir”.

Porque esta tercia de jefes policiacos no sólo les vale madre la seguridad de los aguascalentenses, sino que son “pinochos redomados”: mienten como respiran, lo dice mucha gente, entre ella, la señora Nataly Arredondo, madre de Judith Alexandra Olayo Arredondo, quien se encuentra desaparecida.

Vayamos por partes: el fiscal Manuel Alonso asegura que él ha atendido a la señora Nataly, pero la atribulada mujer dice que no es cierto, “quien me ha aten­dido es una persona de apellido Horta”, entonces es claro que Manuel miente, pues ha dicho otras mentiras al respecto; mi comentario es de este caso, pero la situación es generalizada.

Otro “Pinocho azul” es Antonio Mar­tínez Romo “Poncharello”, secretario de Seguridad Publica Estatal, quien le dijo a la señora Nataly que ellos han buscado a su hija Judith Alexandra Olayo Arredondo hasta en helicóptero en el estado de Jalisco, lo que es falso.

Y el tercer “Pinocho azul” es Gonzalo Pérez Zúñiga, secretario de Seguridad Pública Municipal, a quien se le ocurrió decir que la desaparecida Juditi Alejan­dra estaba resguardada con familiares, lo que –a decir de la señora Nataly– tam­bién es falso: “Que me diga dónde para ir por ella”.

Lo único cierto es que la señora Nataly no sabe nada de su hija de 20 años de edad desde el pasado 14 de septiembre.

Una pregunta: ¿por qué tanto vale­madrismo y falsedad de los tres jefes policiacos más importantes del estado?

¡Carajo, no se vale!

(*Columna publicada inicialmente en el semanario hermano TRIBUNA LIBRE el pasado jueves 23).