Por Arlette Luévano

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Edición física del álbum La Lutte est belle, diseño y arte visual: RNST / © La Vie Ouvrière – Contrepied Productions

HAY LUCHAS que se escriben en los muros y otras que se cantan. La CGT francesa eligió la segunda forma para celebrar su historia. En septiembre de este año, la Confederación General del Trabajo cumplió ciento treinta años de existencia. Fundada en 1895, es una de las centrales obreras más antiguas de Europa, y su historia se entrelaza con los grandes momentos de la clase trabajadora francesa: las huelgas por la jornada de ocho horas, las movilizaciones por la seguridad social, la resistencia al fascismo y las reformas que consolidaron el Estado social tras la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, la CGT ha sido símbolo de un sindicalismo combativo, convencido de que el trabajo organizado puede transformar la sociedad.

COMO TODA institución con historia, ha tenido altibajos. Perdió fuerza frente a otras centrales como la CFDT, vivió tensiones internas y fue acusada más de una vez de radicalismo o de falta de renovación. Aun así, sigue siendo una de las organizaciones con mayor capacidad de movilización en Francia. Hoy, bajo la dirección de Sophie Binet (la primera mujer en ocupar la secretaría general), la CGT intenta tender puentes con las nuevas generaciones y abrirse a temas como la igualdad de género, la justicia climática y la precariedad laboral.

La Apuesta Cultural

CON ESE espíritu nació la idea de celebrar el aniversario con un proyecto artístico singular: un álbum colectivo titulado La Lutte est belle (La lucha es bella). La propuesta tiene algo de homenaje y algo de manifiesto. La música siempre ha acompañado las luchas sociales; basta pensar en L’Internationale o en Bella Ciao, canciones que lograron convertir en melodía la memoria y la esperanza. Recuperar esa tradición era, para la CGT, recordar que el sindicalismo también se juega en el terreno de la cultura.

EL ÁLBUM fue producido por La Vie Ouvrière (revista histórica del sindicato) y Contrepied Productions, con dirección artística de Valentin Vander, integrante del grupo satírico-musical Les Goguettes. La portada es obra del ilustrador RNST, conocido por su arte urbano y provocador. El proyecto rondó los cien mil euros y se concretó gracias a una llamada colectiva que reunió a más de mil donantes. Así, una iniciativa musical pensada para conmemorar un siglo y cuarto de sindicalismo encontró respaldo más allá de la militancia.

Virtudes Musicales y Políticas

CUANDO ESCUCHO las primeras pistas, me doy cuenta de que esto no es solo una recopilación, es una movilización emotiva. Los arreglos están cuidados y equilibran mensaje y estética. Lejos de sonar panfletario, el disco fluye como un concierto disfrutable para cualquier oído curioso.

OTRO DE sus aciertos es la variedad de estilos. Hay chanson francesa, reggae, punk y fusiones electrónicas. Esa mezcla evita la nostalgia congelada y convierte el álbum en un punto de encuentro entre generaciones. Escucharlo es pasar de los coros obreros tradicionales a la frescura de ritmos actuales que podrían sonar en cualquier festival de música alternativa.

EN LO SIMBÓLICO, La Lutte est belle recuerda que la música es una forma de memoria. Cantar es mantener vivo el nosotros. En tiempos en que la política parece reducirse a encuestas y algoritmos, que un sindicato celebre su historia con un disco es una forma hermosa y contundente de decir: la cultura también es una trinchera.

Resonancias Desde México

EL ÁLBUM está disponible en Spotify, Amazon Music y YouTube, así que puede escucharse desde cualquier lugar. Oírlo desde México es reconocer que la canción social no conoce fronteras. Aquí también hemos cantado nuestras luchas: desde la Nueva Canción latinoamericana hasta los corridos obreros del siglo XX. Conectar esas memorias es tender un puente entre quienes, en distintos idiomas, han querido cambiar el mundo con una guitarra en las manos.

 EN UN PAÍS donde el sindicalismo ha tenido sus propias tensiones, cooptaciones y resistencias, La Lutte est belle invita a preguntarnos qué papel juega hoy la cultura en la organización social. ¿Podríamos imaginar proyectos semejantes aquí, que mezclen arte y memoria, que hagan de la música un eco de las causas colectivas?

Una Invitación a Escuchar

LA LUTTE est belle es, en el fondo, una declaración de amor a la belleza de la resistencia. Escucharlo es dejarse llevar por canciones que oscilan entre la rabia y la esperanza, pero siempre con una sonrisa.

PUEDE EMPEZAR por el arranque coral de Ça ira (La Lutte est belle!), seguir con la intimidad de Partir en beauté o redescubrir la fuerza de Debout les femmes. Cada pista abre una historia distinta, pero todas confluyen en una misma certeza: la lucha puede ser bella cuando se canta.

Y CUANDO el último acorde se apaga, queda la sensación de que la música no solo acompaña el cambio: lo provoca, lo afina y lo sostiene.