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Luis Armando Reynoso Femat
…se le volteó…
Carlos Lozano de la Torre
…el gran traidor…
Martín Orozco Sandoval
…impunidad por gubernatura…

UNA, DOS Y… ¡TRES! ¡COMENZAMOS!
COMO DICE JOSÉ ALFREDO…*

No hay que llegar primero, pero hay que saber llegar; y Manuel Alonso García no aprendió la lección: un policía siempre debe estar “ojo de chícharo”, de lo contrario los asesinatos se disparan.

“Luévano, en esta profesión -me dijo en una ocasión el director de la extinta Policía Judicial del Estado, coronel Carlos Hidalgo Z. Eddy (+) director de la extinta Policía Judicial del Estado, en el gobierno de Rodolfo “El Güero” Landeros Gallegos (1980- 1986)- “hay que aprender a dormir con los ojos abiertos, con el radio a un lado y la pistola bajo la almohada: si me quieren chingar, me los llevó por delante; nunca hay que descuidarse, porque no sabes en qué momento salta la liebre”, me dijo.

El Aguascalientes de aquellos años era, aparentemente, tranquilo, aunque el narco ya se asomaba en la imagen de “El Flaco Ornelas”, de quien se decía tenía comprada la plaza, pues el capo se paseaba por todos lados con sospechosa tranquilidad, hasta que llegó Barberena y acabó con la leyenda.

Mariguana, cocaína y solventes (Resistol 5000 y thinner) eran las drogas que dominaban, así es que con el puro olor se sabía con qué la persona estaba drogada; y para dar con los envenenadores era relativamente fácil: -¿Quién te la vende y en dónde?; los viciosos rápidamente soltaban la sopa, así es que los mininarcos rápidamente eran detenidos y, formaditos, salían en TRIBUNA LIBRE.

Pero… el temblor de septiembre de 1985, pegó fuerte a Aguascalientes: el INEGI abandonó la Ciudad de México y se vino a la tierra de la gente buena y con él, miles de “chilaquiles” con virtudes y defectos.

Y Aguascalientes comenzó a cambiar, a transformarse, a crecer rápidamente; Recuerdo al elegante Carlos Jarque, presidente de esa institución pues el hombre sufría al leer TRIBUNA LIBRE, porque ahí se enteraba cuando sus “muchachitos” caían ya por borrachos o drogadictos y la pregunta era: “¿Carlos Jarque les paga con chemo (droga), a los trabajadores? Otros tiempos, otro Aguascalientes que le estalló a Luis Armando Reynoso Femat, “gracias” a la ambición desmedida de su director de Policía, por lo que del Centro le ordenaron lo cesara y llegó un general: Rolando Eugenio Eddy, hermano de Carlos, y medio compuso el problema.

Luis Armando, en problemas con su partido y por decirle “no” al mismito Felipe Calderón, se enemistó con la cúpula de su partido; el PAN mete las manos en la elección y en la presidencia municipal hace ganar al priísta Gabriel Arellano Espinoza (2008-2009), quien dejó inconcluso su gobierno.

Para entonces, Luis Armando hace amistad con Enrique Peña Nieto, quien ya se perfilaba para presidente de México y, en una cena en Texas, Estados Unidos, hablaron de su sucesión.

“Al único que conozco es a Gabriel Arellano”, dijo Peña Nieto.

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Lorena Martínez Rodríguez
…la traicionaron…
Gabriel Arellano Espinoza
…el candidato de Peña Nieto…

-No, si es Carlos Lozano de la Torre, yo apoyo, si no, no; contestó el ingeniero Luis Armando; y es que Carlos Lozano, entonces senador de la República, andaba muy zalamero con Luis Armando y se lo ganó… después se arrepentiría.

Años antes, Carlos Lozano no tragaba a Luis Armando porque lo culpaba de su derrota por la presidencia municipal de Aguascalientes ante Martín Orozco Sandoval, compañero de fórmula de Luis Armando.

¡Me robaron la elección, yo gané y me la robaron! -decía- y le agarró odio jarocho a Martín Orozco Sandoval.

Pasa el trago amargo y Carlos llega a la Presidencia del PRI y luego es senador por el principio de primera minoría y es donde maquina un servilismo con Luis Armando Reynoso, ganándose su amistad y confianza.

Llega el momento de la sucesión y Martín Orozco, con la cola entre las patas, va a palacio de gobierno a pedir el apoyo del gobernador Luis Armando quien le dice: “yo te apoyé para que ganaras la presidencia municipal, pero luego me traicionaste, entonces no puedo volver a cometer el mismo error”, le contestó con la franqueza que le caracteriza.

Mientras tanto, Peña Nieto, que era gobernador del Estado de México, pero que ya se perfilaba para la Presidencia de la República, palomeaba a Carlos Lozano de la Torre para candidato a gobernador de Aguascalientes, dejando en el camino a Gabriel Arellano.

Así las cosas, Luis Armando Reynoso movió todo el poder del estado en apoyo de su “amigo” Carlos Lozano de la Torre, quien en “agradecimiento” persiguió perrunamente a Luis Armando Reynoso, utilizando al psicópata Felipe Muñoz Vázquez y a los rateros Cuca y Rodolfo.

Pero la historia continuó: Carlos, en el gobierno, se enriqueció a lo bestia: un rancho pedorro y polvoriento lo convirtió en una enorme y próspera hacienda (La Campana) con sendos pozos de agua y lo transformó en un edén: una joya en uno de los municipios más pobres de Aguascalientes: El Llano.

No conforme con perseguir a Luis Armando Reynoso por seis años, en dos ocasiones logró meterlo en la cárcel con acusaciones de toda índole en “agradecimiento” por haberlo hecho gobernador, ver para creer.

Y CON ESTA ME DESPIDO…

Dicen que del odio al amor -y viceversa- hay un paso y con Carlos se dieron ambas cosas, pues cuando llegó el momento de la sucesión, Carlos Lozano pactó con su archienemigo Martín Orozco Sandoval: la gubernatura de Aguascalientes, a cambio de impunidad. En esta ocasión ambos traidores cumplieron: dos alacranes no se pican, pues entre traidores anda el diablo, no hay duda. Y… lo importante no es llegar primero, sino saber llegar.

¡Cuidado, Manuel!

(*Columna publicada inicialmente en el semanario hermano TRIBUNA LIBRE el pasado jueves 26).