Denuncia una Derechohabiente
Por Benny Díaz

El Hospital General del ISSSTE (Foto: David Julián Torres Martínez)
Derechohabientes del Hospital General del ISSSTE enfrentan la disyuntiva de caer en una práctica irregular promovida por algunos médicos especialistas que laboran en dicho hospital, ya que ante la escasez de insumos, medicamentos y la prolongada espera para las citas, ofrecen una “opción” a los pacientes con enfermedades graves: aprovechar los estudios disponibles en la institución, como análisis, radiografías, electrocardiogramas, entre otros, para “no perder tiempo” en el tratamiento, les entregan su tarjeta personal para que “si gustan” acudan a sus consultorios particulares y venden medicamentos “a menor costo”. Así, consolidan un negocio redondo al convertir pacientes en clientes.
Así lo denunció Natalia Rodríguez Esqueda, quien tiene múltiples padecimientos crónico-degenerativos y relató que recientemente le fue detectado el virus del papiloma humano y “me dijeron que es una de las variantes más contagiosas, que puede derivar en cáncer cervicouterino, pero que no pueden quitarme las verrugas porque eso lo consideran ‘vanidad’ en el Instituto y tanto en ginecología como en dermatología me ofrecieron la atención particular”.
Según Rodríguez, los médicos justifican esta práctica alegando que las citas pueden tardar entre seis y ocho meses. En cambio, en consultorios privados pueden administrar medicamentos y también “quemar las verrugas”.
Sugieren surtir en la farmacia institucional todo lo que sea posible; el resto, “algunos lo venden en sus consultorios porque también cuentan con microfarmacias”.
La denunciante afirma conocer casos de pacientes con cáncer que han sido abordados por un oncólogo, cuyo nombre desconoce, quien les ofrece medicamentos a menor costo que en farmacias convencionales, argumentando que “pertenece a una fundación y, conozco a una pareja en donde el hombre tiene este padecimiento que afirma que han ido y que hay hasta fila de pacientes del ISSSTE comprando los medicamentos, que tampoco son tan baratos porque hay algunos que ascienden a miles de pesos, pero sí tienen un costo menor que si lo adquirieran en farmacias”.
Los pacientes, en su afán por recuperar la salud, terminan atrapados en un ciclo que los convierte en clientes frecuentes de los consultorios particulares. Desde la perspectiva médica, es un “ganar, ganar”, pero no para todos: algunos pueden pagar, otros no.
Estos últimos deben esperar meses –hasta doce en algunos casos– para obtener una cita, “y eso no es justo, porque pagamos la cuota al Instituto y aparte hay que pagar tratamiento por la vía particular y eso no es lo que nos han prometido los gobiernos, todos son iguales, van y vienen, cambian de color y de partido, pero en salud vamos de mal en peor y lo digo porque gasto más en medicamentos que en alimentación y pago de servicios y la salud es un derecho que tenemos, pero no nos cumplen”.
