Ponencia de la Doctora Eska Elena Solana en la UAA

La accesibilidad universal es un derecho fundamental que busca crear ciudades verdaderamente inclusivas y no sólo para ciertos grupos: doctora Eska Elena Solano
Berlín y París son ejemplo de ciudades con buena accesibilidad; México debe escuchar más a los grupos vulnerables y avanzar, señaló la investigadora.
La accesibilidad universal se erige como un pilar fundamental para la construcción de ciudades verdaderamente inclusivas. No se trata de un favor o un lujo, sino de una garantía que se suma al derecho a la ciudad.
Una urbe no puede considerarse completa si no garantiza que todos sus habitantes, sin importar sus capacidades, puedan moverse y participar plenamente en ella. Más allá de la infraestructura física, este concepto abarca dimensiones cognitivas, normativas y, sobre todo, un cambio en la actitud cultural. Es una forma de entender el mundo bajo un esquema de diversidad, donde cada individuo tiene un lugar y la capacidad de acceder a él.
La doctora Eska Elena Solano Meneses, investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de México adscrita a la Facultad de Arquitectura y Diseño, participó como ponente en el 2º Congreso Internacional “La No Ciudad, propuestas de diseño de cómo construir ciudades” que se celebra en la Universidad Autónoma de Aguascalientes del 26 al 29 de agosto.
La expositora habló respecto de las deficiencias en la accesibilidad que se manifiestan desde dos frentes principales: las físicas y las cognitivas. Las físicas, que son las más evidentes, tienen que ver con ejemplos como los cambios de nivel que se convierten en obstáculos difíciles de superar, la falta de acabados adecuados para evitar resbalones o la ausencia de las conocidas como guías podotáctiles necesarias para la orientación de personas con discapacidad visual.
Por otro lado, las carencias cognitivas también son importantes y muchas veces, pasadas por alto. Los espacios deben ser intuitivos para todos; la señalética debe contar con pictogramas comprensibles y textos de fácil lectura, con letras claras, y en alto contraste para asegurar que todos, incluidas aquellas personas con alguna discapacidad cognitiva, puedan comprender la información.
La doctora Solano Meneses refirió que ejemplos de cómo la accesibilidad puede integrarse en la vida urbana se encuentran en ciudades como Berlín, que ha priorizado la movilidad de peatones, ciclistas y usuarios de scooters eliminando barreras como escalones y cambios de nivel. A su vez, París ha implementado sanitarios públicos accesibles, reconociendo que el acceso a servicios básicos es también un derecho. En el ámbito cognitivo, el aeropuerto de Estambul utiliza códigos de color en su señalética, permitiendo a las personas orientarse incluso si no pueden leer los letreros. El Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México ha comenzado a usar cambios de color en los pavimentos para guiar a los usuarios, un paso en la dirección correcta para crear espacios más inclusivos.
La investigadora comentó que el principal enemigo de la accesibilidad no son los costos, sino la actitud y la cultura. “Los ajustes necesarios no son gastos superfluos, sino una obligación. No se trata de hacer un favor a los grupos vulnerables, sino de reconocer y proteger sus derechos”.
Refirió que, aunque la Ciudad de México lleva la delantera en el país, con un manual de diseño universal y una ley de accesibilidad que, aunque no existe en el resto del territorio, ha propiciado algunas soluciones. Estos esfuerzos, a menudo impulsados por el activismo, son un punto de partida, pero no la respuesta definitiva.
La accesibilidad debe ir más allá de las personas con discapacidad, considerando a una amplia gama de grupos: migrantes, pueblos originarios, personas no binarias, embarazadas y personas con morbilidad. Los espacios actuales a menudo no son amigables para estos grupos, y es vital que se multipliquen los cambios, como la creación de baños para personas no binarias, sugirió la ponente.