
Juan Espinoza Jiménez
Títere con Cabeza
ASÍ ES el obispo Juan Espinoza Jiménez, quien ha generado desilusión en algunos sectores por la pérdida de cercanía. Sin embargo, hay que reconocerle que es frontal y equitativo en sus señalamientos; es de los que observan la viga en el propio ojo y no sólo en el ajeno. Es decir, no deja títere con cabeza.
AVENTARSE A afirmar que resulta indignante que existan sacerdotes indiferentes ante el sufrimiento de la gente, encerrados en el templo sin involucrarse, es una aseveración certera.
PORQUE HAY quienes, literalmente, prefieren no ensuciarse los zapatos, Dios guarde la hora, y optan por ignorar lo que ocurre en su entorno y, literal, sólo atienden a los fifís.
Y PARA muestra, bastaría con recorrer el barrio del Encino, donde habitan numerosas personas de la tercera edad en condiciones de abandono y soledad.
Y TAMBIÉN es cierto que quienes deberían velar por el bien común, como señaló el prelado en su homilía, en alusión al Municipio, continúan sin responder a compromisos básicos. Llevan años prometiendo el desazolve de la tubería en la calle Granjenito, sin que llegue el momento, argumentando que deben esperar su turno en la programación.
AHÍ ESTÁ la evidencia: basta una ligera llovizna, no se diga una tormenta, para que varias viviendas sufran inundaciones. El agua negra brota de los resumideros como si fueran fuentes saltarinas.
ASÍ QUE urge que tanto el Municipio como MIAA apliquen los principios del buen samaritano, porque no es admisible que sufran estas personas, que no sólo por su edad sino por ser ciudadanas y tienen derecho a vivir dignamente. Hay una vecina que cada vez que eso ocurre debe pernoctar en el zaguán de su casa antigua, ya que sus habitaciones se vuelven inhabitables por las inundaciones y los olores pestilentes.
Y SI NO lo hacen por compasión, que al menos actúen en retribución por el salario que reciben cada mes. Porque, eso sí: llueva, truene o relampaguee, sea domingo o día festivo, el recibo llega religiosamente.
QUE SE note que Aguascalientes es la ciudad de tu vida, y que el árbol dé sombra para todos. (BDR).