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Mario Vargas Llosa (Foto: Archivo/Cuartoscuro)

Juntos

LOS LIDERAZGOS de Morena, que no son precisamente un ejemplo de comunión plena, estuvieron juntos durante la visita de Claudia Sheinbaum Pardo y, al menos en apariencia, mostraron que hay buena relación.

 ALDO RUIZ Sánchez, Nora Ruvalcaba Gámez, Francisco Arturo Federico Ávila Anaya, Fernando Alférez Barbosa, Rodrigo González Mireles, Ana Gómez, Ivón González y Martha Márquez Alvarado ocuparon una “isla” dentro de la velaría improvisada en el terreno donde van a construir las primeras viviendas Bienestar. A NINGUNO se le nombró, pero de alguna manera había que pasar el rato mientras se esperaba a la presidenta de la República. Platicaron, rieron, se tomaron selfies y hasta transmitieron en vivo.

 CUANDO FINALIZÓ el evento, Claudia Sheinbaum Pardo saludó a algunos de los asistentes, los que estaban en primera fila, sobre todo los niños.

 Y LA GOBERNADORA Tere Jiménez Esquivel también fue solicitada para las fotos del recuerdo por parte de algunas personas que no se dejan llevar por la corriente. Con su sticker de Morena muy visible, abrazaron a la mandataria estatal e inmortalizaron el momento en su teléfono celular.

 RESPETO, DEJÓ muy claro Claudia Sheinbaum Pardo. Altura, le llaman. Lástima que pocos siguen su ejemplo. (BDR).

 Vargas Llosa y la Dictadura Perfecta

ESTE 12 de abril falleció Mario Vargas Llosa. Su obra literaria ha sido ampliamente comentada: su maestría como narrador, su lugar en el boom latinoamericano, su Premio Nobel. Pero entre todo lo que deja, hay una frase que en México sigue teniendo una resonancia particular: “México es la dictadura perfecta”.

 LA PRONUNCIÓ en 1990, durante un foro televisivo organizado por Octavio Paz, para el programa El siglo XX: la experiencia de la libertad. Vargas Llosa, hizo una descripción que incomodó a muchos: un país gobernado durante décadas por un solo partido, sin alternancia real, donde las estructuras democráticas funcionaban como fachada de un poder inamovible. No había represión abierta ni violencia sistemática como en otras dictaduras, pero el control era total: del aparato electoral, de los medios, del Congreso, del Poder Judicial.

 LA FRASE generó un escándalo inmediato. Muchos la consideraron ofensiva, desmedida. Sin embargo, con el paso del tiempo, fue asumida como una síntesis precisa de un periodo político que se había prolongado demasiado. Lo que Vargas Llosa señaló, fue la sofisticación del autoritarismo mexicano: su capacidad para reproducirse sin la necesidad de la violencia explícita.

 HOY, A más de tres décadas de aquellas palabras, y con la muerte de su autor, es necesario volver a esa frase no para lamentarla, sino para reconocer cuánto ha cambiado México desde entonces. Con todo y sus imperfecciones, el país ha transitado por la alternancia y una ciudadanía más activa y consciente de sus derechos. Salimos, con esfuerzo y voluntad colectiva, de aquella forma de gobierno que Vargas Llosa llamó “perfecta”.

 RECORDAR ESA frase hoy no es una concesión al cinismo, sino una forma de reconocer que las transiciones democráticas importan. Que la historia cambia. Y que quienes se atrevieron a nombrar lo que muchos preferían callar también contribuyeron, desde su lugar, a que esa transformación fuera posible. (ALD).