“Tampoco Indiferentes y Lejos de Dios”
Por Benny Díaz

Juan Espinoza Jiménez
En el segundo domingo de Cuaresma, y en referencia al Evangelio de Lucas en el capítulo 9, versículos 28b al 36, donde se aborda la transfiguración de Jesús, el obispo Juan Espinoza Jiménez señaló que “no podemos ser cristianos de comunión y misa dominical y el resto de la semana vivamos a nuestro antojo, lejos de Dios e indiferentes a las necesidades, porque su palabra hay que ponerla en práctica y no caigamos en sólo escucharla y sigamos fríos como esas piedras que el agua del río no las penetran y no las pulen y moldean”.
El purpurado destacó que “no es fácil para todos llevar a la práctica lo que Jesús nos dice en el Evangelio. Hay muchos hermanos que están en realidades del tejido social, en la propagación de la injusticia, violencia, crimen, corrupción y también ellos han escuchado el Evangelio y recibido algún sacramento.
De niños fueron al catecismo, crecieron en una familia cristiana, pero la palabra de Jesús no penetró en su corazón, no significaba nada en su vida y no los cambió Jesús en su destello de divinidad con la transfiguración”.
Algunos buscan la gloria sin pasar por el calvario, lo cual no es posible, porque “Jesús nos invita a levantar los ojos alto y los pies bien puestos en la tierra.
No hay que olvidar que estamos en el año jubilar y sigue acercándonos a la misericordia y pensemos si hemos escuchado ese llamado con lo que podemos ir ganando indulgencia en algunos momentos y recordemos que somos peregrinos y hay que tener la esperanza de escuchar la voz de Jesús, y abramos los ojos y oídos para escuchar la voz del maestro y no nos hagamos sordos en esta Cuaresma. Y debemos tener siempre tiempo para la oración, escuchar atentos al hijo de Dios que nos conduce en el camino de la cruz para llegar a la gloria y la resurrección”.
La oración es esencial para “ver el rostro transfigurado de Jesús y muchas veces nos habla en la voz de papá, mamá, abuelo, esposo, esposa. No seamos sordos para practicar esa palabra y permitir que el agua de la gracia entre en nuestro corazón para transformar la vida, y no tengamos miedo a las cruces que nos encontremos en el camino y hay que sufrir mucho para recuperar la vida, porque está marcada por la cruz y no podemos gozar de la gloria si antes no amamos la cruz”.
El obispo exhortó a los fieles a orar durante la Cuaresma, a no descuidar su relación con Dios y a mostrarse misericordiosos ayudando a quienes más lo necesiten.
Además, insistió en que esta ayuda debe realizarse en silencio y sin buscar reconocimiento, recordando que lo importante es agradar a Dios, aplicando la enseñanza de que “no sepa tu mano derecha lo que hace tu mano izquierda”.