“Hay que ser Compasivos y Misericordiosos”, Dice

Por Benny Díaz

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Juan Espinoza Jiménez (Foto: Facebook Diócesis de Aguascalientes/ Correo Diocesano)

“Es fácil conservar el rencor y el coraje hacia quien nos hace daño y es difícil perdonarlos. El Evangelio de hoy es exigente por el grado de moralidad en donde Jesús habla del amor a aquellos que nos han hecho daño no sólo con palabras, sino físicamente y nos dice ámenlos, háganles el bien, bendígalos, oren por ellos y es difícil rezar por alguien que nos ha obstaculizado la vida o por quien ha matado a papá, a mamá o un hijo; pero nos dio ejemplo en la cruz cuando pidió al Padre que perdonara a quienes le hicieron eso porque no sabía lo que hacían”, dijo en su homilía Juan Espinoza Jiménez, obispo de la Diócesis de Aguascalientes.

Esto en alusión al Evangelio de San Lucas, capítulo 6, versículos 27 al 38, en donde Jesús dice a sus discípulos: “Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los aborrecen, bendigan a quienes los maldicen y oren por quienes los difaman.

Al que te golpee en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite el manto, déjalo llevarse también la túnica. Al que te pida, dale; y al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

“Traten a los demás como quieran que los traten a ustedes; porque si aman sólo a los que los aman, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores aman a quienes los aman. Si hacen el bien sólo a los que les hacen el bien, ¿qué tiene de extraordinario? Lo mismo hacen los pecadores. Si prestan solamente cuando esperan cobrar, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores prestan a otros pecadores, con la intención de cobrárselo después”.

Por eso el purpurado dijo que “hay que ser compasivos y misericordiosos porque hay hombres y mujeres que a veces no perdonamos y nos dañamos nosotros mismos y llevamos en el corazón un vaso de veneno que sale por todos lados de la vida, por eso amen, hagan el bien, bendigan y oren por aquellos que los dañen”.

 Nunca Pensó ser Obispo

Juan Espinoza Jiménez también dedicó unas palabras al seminario, ya que febrero es el mes que se dedica a esta institución y habló sobre la función que tiene el obispo.

“El obispo trae un alba, como los diáconos y presbíteros, que es el símbolo de sacerdocio y una estola debajo que significa servicio. El obispo es sucesor de los apóstoles y recibe la ordenación por mandato del Papa, que es el representante de Pedro a quien Jesús le dejó las llaves de la Iglesia”.

El jerarca católico también habló de que “el obispo trae todo lo de un sacerdote, pero tiene facultad para celebrar los siete sacramentos y siempre cuando celebra una misa hay siete velas encendidas que significan la plenitud del sacerdocio de Cristo”.

Un sacerdote no puede ordenar a otro sacerdote, ni confirmar a ningún fiel cristiano, “sólo el obispo, quien a veces puede delegar a otro sacerdote que confirme, pero no puede ser que ordene a otro sacerdote, esa es sólo facultad del obispo”.

También contó que “en los tres años que tengo aquí he dedicado muchos templos y consagrado los altares. El anillo que traigo se llama episcopal que simboliza que estoy casado y unido a la Iglesia y en particular a lo que se llama Diócesis y soy el padre de todos los miembros que hay en esta Diócesis y también llevo el pectoral que es la cruz que simboliza la vida de cada uno de ustedes, jamás me puedo quitar el pectoral para que no se me olvide que debo llevar a cada uno de los hijos de esta Diócesis y mínimo hay que orar por ellos”.

La mitra simboliza santidad y “el obispo tiene la obligación de ser santo, sobre todo alimentarse de santidad y se llaman ínfulas y no significan orgullo y soberbia, sino son la Sagrada Escritura y de la tradición y magisterio de la Iglesia y de la profundización de la fe”.

El solideo significa “sólo para Dios y simboliza la presencia del Espíritu Santo y el báculo es el bastón de pastor que simboliza ir unas veces adelante del pueblo de Dios, otras en medio para animarlo y otras atrás para hacer que los que van retrasados sigan adelantando”.

La vocación sacerdotal “nace del corazón de papá y mamá o abuelito y abuelita. Recuerdo que cuando me iba a ordenar, le dije a mi papá: ‘no entiendo por qué el Señor me escogió’ y mi mamá me dijo que no quería decir porque ella había sido catequista desde jovencita y le pedía a Dios que me diera un hijo sacerdote.

“Mi papá entonces comentó que cuando iba a misa y conoció a mi mamá y un poquito más a los sacerdotes, le pedía lo mismo a Dios. Mi abuelita pertenecía a la adoración nocturna y también pedía eso. Tengo 32 años de sacerdote y 14 de obispo, pero nunca pensé que iba a ser obispo. Por eso les pido que sigan orando por sus hijos y nietos para que siga habiendo vocaciones y agradezco su generosidad, que bendiga a la Iglesia y que haya sacerdotes santos”.