“Jesús Quiere Corazones Humildes, no Pretensiosos”

Por Benny Díaz

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Juan Espinoza (Foto: Facebook Diócesis de Aguascalientes/ Correo Diocesano)

Febrero es el mes del seminario y quienes tienen la vocación y son llamados para el sacerdocio deben tener claro “que los cargos en la Iglesia son para servir, no es por poder ni por fama o aplausos”, fue parte de la homilía que Juan Espinoza Jiménez dio en la misa oficiada en la Capilla de Guadalupe, en el Seminario de Aguascalientes.

El purpurado resaltó que cuando se reúne con aquellos que desean ingresar al seminario para estudiar y convertirse en sacerdotes, una de las cosas que les pregunta es: “¿quién quiere ser obispo?, y levantan la mano como 10 y les digo, entonces no entren al seminario porque tienen pretensiones”.

Esto porque quienes deciden abrazar el sacerdocio y promulgar el Evangelio tienen como principal misión el servir a los demás, entregarse a la feligresía y no buscar cargos de poder.

“Jesús no quiere pretensiosos, sino corazones humildes, sencillos y los cargos en la Iglesia son de servicio, de poder entregar generosidad y el obispo es responsable de toda una Diócesis, lo que significa que por cada uno de los fieles hay que pedir, por todos los bautizados y en la Diócesis de Aguascalientes hay aproximadamente un millón 700 mil habitantes (también abarca algunos municipios de Zacatecas y Jalisco), por ellos tengo que pedir lleno de confianza”.

En el Evangelio de San Lucas, capítulo 6, versículo del 17 al 26 habla de que Jesús prefiere a los pobres, los repudiados, excluidos e insultados porque todo eso negativo que viven en la tierra será recompensado en el cielo, en donde serán saciados por el dolor y las lágrimas derramadas, mientras que será al contrario con aquellos que en el mundo son ricos, poderosos, famosos, alabados y aplaudidos porque son falsos profetas.

“Muchos piensan en tener dinero, vehículos, ser famosos, importantes, pero eso no es agradable a Dios cuando hay otros que sufren, lloran y son repudiados por ser pobres”.

Aquellos que se “tienen un total abandono y confían en Dios nunca más les hará falta lo necesario para vivir y ser felices, porque Dios nunca falla y por eso hay que tener una confianza absoluta en él y abandonarnos en sus manos”.

El obispo puso un ejemplo: “el que confía totalmente en Dios es igual que cuando un árbol está plantado cerca de donde hay agua: nunca se seca, florece, fructifica; en cambio si se planta en el desierto no sirve mas que para quemarse.

Es lo mismo en la vocación sacerdotal y quienes elijan ser sacerdotes deben saber que no es ni para ganar dinero, ni para ser famosos, sino para servir a los demás”.