Ve “Ataque Directo a los que no Piensan Igual”
Por Benny Díaz
“Nuestra sociedad, más que nunca, en nuestro país y en nuestro mundo, está contaminada por la corrupción, fraude a ojos vistos, mentira, engaño y falsedad”, dijo Juan Espinoza Jiménez, obispo de la Diócesis de Aguascalientes, en su homilía. Destacó que los cristianos del siglo XXI vivimos una religión maquillada “dejando de lado el centro de la fe. El riesgo de una religiosidad de apariencia, de aparentar de ser buenos por fuera y estar descuidando de purificar verdaderamente el corazón”.
Hay quienes pueden rezar el rosario diario, participar en peregrinaciones o procesiones y hasta comulgan, “¿pero qué pasa?, porque si seguimos enemistados con nuestros vecinos, no atendemos a nuestro padres, a la familia, guardamos resentimientos y no nos detenemos ante el necesitado o lo ignoramos, criticamos destructivamente a los demás y a veces hacemos fraude. Nos aprovechamos en el trabajo de los demás”.
Por eso la religiosidad no debe quedar encerrada dentro del templo, “tiene que ser vivida afuera, porque si nos justificamos echando la culpa a los demás y podemos vivir una religión que los apaga. Evitemos que nos digan hipócritas”.
También habló de la pureza y dijo que para los judíos, lo impuro está en cierta comida, pero Jesús deja claro que no es lo que entra, sino lo que sale del corazón del hombre lo que contamina al ser humano.
Por eso los invita para que se tenga mucho cuidado y hay que poner atención y purificar aquellos pensamientos y actos que pueden apartar de Dios: “Jesús menciona que las maldades que salen del corazón son malas, como tener malas intenciones, fornicaciones, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidias… todo esto es lo que está sucediendo, lo mismo que el ataque directo a los que no piensan igual, la eliminación de quienes tienen como tarea custodiar y hacer valer la justicia.
¿Hasta dónde estamos contaminados de estas maldades?
“Los que nos decimos seguidores de Jesús no debemos practicar esas maldades que nos vuelven incapaces de entrar en comunión con Dios. Esos actos son los que incapacitan al ser humano y lo vuelven impuro”.
Por eso pidió a los fieles que no se contenten con la fachada, con la apariencia, “echen una mirada a nuestra persona y veamos si hay distinción entre lo que llevamos dentro y lo que expresamos fuera, si estamos marcados con la hipocresía, centrados en el legalismo externo y no olvidemos que Jesús coloca el corazón como la fuente de las acciones y es en la conciencia donde maduran las convicciones profundas donde se trabajan las decisiones que determinan la orientación de la vida. No nos contentemos con lo exterior”.