UNA, DOS Y… ¡TRES! ¡COMENZAMOS!
PUES YA LLEGÓ…
la narcopolítica es descarada, lo hemos venido publicando en Página 24 Zacatecas desde hace poco más de seis años, “pruebas”, nos pidieron, hoy vuelvo a decir:
“Los acusamos de narcopolíticos, no de pendejos, ellos no dan contrarrecibo”, pues como lo reconoce el propio David Monreal Ávila, “además de organizados, son inteligentes”, y sabemos por qué lo dice: en el Diario Hermano Página 24 Zacatecas, hemos publicado miles, sí leyó usted bien, miles de asesinatos y apenas en una decena de ellos los responsables han sido detenidos infraganti, no más; y le estoy platicando al lector del 7 de junio del 2000, a esta fecha, día, mes y año en que nuestro Diario hermano hizo su aparición en ese estado, precisamente el Día de la Libertad de Prensa hace ya casi 24 años 24.
Y desde entonces hemos dado cuenta a la sociedad zacatecana, con pelos y señales, de los acontecimientos más importantes hasta la fecha; claro está que hemos pisado muchos callos, sobre todo de súper policías, como el narco policía y asesino apodado “El Comandante Colombiano”, John William Casara Luna, actualmente preso por asesinato, mató a golpes a un jovencito al que confundió con un vendedor de drogas.
Otro de ellos fue Gustavo Domínguez Saldívar, jefe de la Unidad de Secuestros de la Fiscalía General de Justicia del vecino estado, quien huyó de Zacatecas y desapareció en la frontera Tamaulipas-Texas, EU, cuando agentes federales iban por él, para hacer efectiva una orden de aprehensión, pues Gustavo era el encargado de los “moches” que daba el narco; esto, en el gobierno del priísta Alejandro Tello Cristerna (2016-2021).
Otro caso que denunciamos fue el del narco policía asesino: un comandante de la Fiscalía de nombre Gary, conocido ampliamente como “El Gary”, que era a la vez líder de una célula del cártel de Los Talibanes, quien cimbró a Zacatecas, cuando un día por la mañana mató a balazos a un abogado, al salir de su domicilio y por la tarde a una pasante de Derecho, en las propias instalaciones de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), cuando circunstancialmente estaba ahí el entonces fiscal general de Justicia del Estado, Francisco José Murillo Ruiseco.
El comandante “El Gary” estaba plenamente señalado e identificado por Página 24 Zacatecas, pero extrañamente gozaba de impunidad y durante el quinquenio de Alejandro Tello, era de los intocables.
Ya cuando “El Gary” dejó de ser intocable, en mayo de 2022, sus propios compañeros lo mataron a balazos; resulta que “El Gary”, del que nunca trascendieron sus apellidos, conducía una camioneta, acompañado de su madre, cuando por casualidad unos policías se le emparejaron; el narcopolicía creyó que iban por él y de entre sus ropas sacó su pistola y les disparó: craso error, sus excompañeros le respondieron y el narco policía asesino murió en brazos de su madre: ese día pagó con su vida la impunidad que gozó mientras Tello fue gobernador.
Ver para creer. Otro super policía, Francisco Martínez Gallo, subprocurador de Zacatecas, fue levantado por el narco a finales de 2015 y desde entonces no se sabe nada de él, en los pasillos de la Fiscalía se rumoró por mucho tiempo que ‘el narco se la cobró’ con su vida, aunque el cuerpo no ha aparecido.
Todo estos crímenes relacionados con narcopolicías de élite fueron narrados con oportunidad y veracidad, aunque por eso hemos padecido los embates de gobernantes déspotas, pero ahí continuamos.
LA NARCO-POLÍTICA EN ZACATECAS
En 2016, el PRI-Gobierno hizo una campaña portentosa, como costosa que sembró la duda y la raza de bronce zacatecana se preguntaba: ¿de donde salieron tantos cientos ¿miles? de millones de pesos, la foto de Alejandro Tello estaba por todos lados, prometiendo remediar todos los males y firmando sus promesas con un:
“SI NO CUMPLO ¡ME VOY!”.
Y le dio cuerda a su promesa de campaña; ¿el costo? Súper millonario, nadie recuerda una campaña tan ostentosa como costosa.
Y Alejandro Tello barrió con sus más cercanos contrincantes: David Monreal Ávila (Morena) y Rafael Flores Mendoza (PAN-PRD).
Pronto se sabría de dónde salieron tantos millones de pesos para esa campaña: el pueblo sabio lo expresó: “Fue el narco”, y el narco de inmediato comenzó a cobrar factura e intereses: se desató una serie de secuestros nunca visto, se rompió el record de asesinatos en un día: 30, en un enfrentamiento entre narcos; aumentaron las extorsiones, los cobros de piso, los asaltos en carreteras, la venta y el consumo de drogas aumentó de manera escandalosa, y familias enteras fueron asesinadas dentro de sus propios hogares.
Niños en iglesias, muertos a balazos, niña de 14 años golpeada, violada y su cuerpo arrojado a un arroyo de aguas putrefactas; los empresarios levantaron la voz cuando comenzaron a ser víctimas de secuestro.
Sí, el narco cobra: no ha habido un gobierno tan sangriento y peligroso como el de Alejandro Tello, ¿pruebas? El narco no da contrarrecibo, pero los hechos hablan por sí mismos, y se pueden consultar en las hemerotecas.
Hoy, este día, la narco política se vuelve a asomar, ¿quiere el lector pelos y señales?, lea usted hoy jueves Página 24 Zacatecas, ahí se enterará usted de cómo el narco se incrustó en Movimiento Ciudadano, por medio de un tal Mauro Yuriel Jáuregui Muñoz, candidato del partido naranja, a presidente municipal de Apulco, Zacatecas, quien forma parte del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), bajo las órdenes de un tal Gerardo González Ramírez alias “Gera”, “El Güero” y/o “El Apá”, por el que ofrecen una recompensa de hasta 500 mil pesos “a quien aporte información útil, veraz y oportuna para su localización y captura…”.
Buena se la espera Movimiento Ciudadano por “practicar la Nueva Política” que, como puede ver el lector, de nueva tiene una chingada, comenzando por Dante Delgado Rannauro, exgobernador de Veracruz, que estuvo preso en el penal de Pacho Viejo, por “incumplimiento de deberes legales, peculado y enriquecimiento ilícito”, de 1996 a 1998.
En fin, la narcopolítica se asomó en Zacatecas y, la verdad, duele, es un pueblo trabajador que ama mucho a su tierra. Lo conozco como la palma de mi mano.
ZACATECAS…
Yo tengo un especial cariño por Zacatecas, incluso estuve a punto de irme a vivir a la entonces exhacienda de San Marcos, Loreto, donde tenía a mis tíos Alberto Dávila Calzada y Carlota López Morales, quienes no procrearon hijos, así es que a varios de sus sobrinos los trataban como si lo fueran, sus hijos: mi primo Carlos y yo principalmente.
Era difícil aguantar el horario de trabajo de los tíos: despertarse a las 4:00 de la mañana y meterse a la cama a las 9:00 de la noche de domingo a domingo, así fuera Navidad, Año Nuevo o cualquier otro festejo, no había de otra sopa, más que trabajar y mi tío “aceitaba su maquinaria” todos los días con dos huevos crudos y una cerveza Cruz Blanca.
Mi tío Alberto tenía un molino para nixtamal, el único del pueblo, así es que llegaban muchas mujeres con su nixtamal: yo me encargaba de vaciar las cubetas de nixtamal e ir alimentando el molino; la cliente recogía la masa y echa bola la llevaba con “don Alberto”, quien la pesaba y cobraba centavos, sí, caro lector, centavos, nunca pesos, eran centavos y valían; y todos los días vaciaba el costalito en un gran cajón donde guardaba todo su dinero: nunca entré al cuarto de los tíos, pero ahí iban a parar el dinero del molino, la venta de la tienda de abarrotes, la venta de las cosechas de “máiz y chile”, la venta de frutas de la huerta, de la ordeña de vacas y los “veintes” (monedas) que el tío Alberto cobraba por persona que trasladaba de San Marcos a Loreto y viceversa, en un camión Fargo de redilas, utilizando una pequeña escalera de madera para subir y descender; eran dos viajes todos los días: por la mañana para recibir a la gente que viajaba en la corrida Aguascalientes-San Luis Potosí y por la tarde la de San Luis Potosí-Aguascalientes, viajes que aprovechaba para surtir la tienda, en el negocio de don Edmundo; los refrescos los compraba acá en Aguascalientes: llenaba el camión con Barrilitos, Pep y Misión entre otros la Coca-Cola que era la que más se vendía, se la llevaban hasta allá, con la “condición de que no comprara Pepsi”.
Muchos estudiantes llegaban: “Carlotita –le decían a mi tía– déme dos yemas (huevos) y una Coca”: les prestaba un vaso, le echaban los dos huevos y después la Coca y así se tomaban la beberecua.
En mis ratos libres, solía ir a la Alameda y bajo un frondoso árbol me ponía a leer; ahí conocí a dos hermanas: Elvira y Rosita, que eran cuidadas por su padre, un señor colorado con gafas negras y cara de pocos amigos que, sin embargo, conmigo era diferente por ser sobrino de “don Alberto”; Rosita era guapísima blanca, muy blanca con su pelo largo, muy largo que le llegaba abajo abajo de la cintura, no fuimos novios, pero nos gustábamos, yo iba por temporadas una y otra vez, hasta que mi tío enfermó y se internó en la Clínica de Guadalupe acá en Aguascalientes; días antes de morir mi tío se sintió bien y me pidió lo rasurara.
Semanas antes yo había comprador una rasuradora eléctrica y con ella lo rasuré, se sorprendió mucho, con “el aparato ese”, me sonrió y me dijo “gracias hijo”, días después murió, pasaditos los 90 años.
Mi tía, una mujer fuerte, no derramó lágrima alguna: en su lápida ordenó se escribiera: “Dios me lo dio, Dios me lo quitó, bendito sea su santo nombre”, y si Dios le quitó a mi tío, el párroco le quitó dos casas y un terreno; mi tío no era creyente por lo que el casorio sólo fue por lo civil, pero mi tía era más que católica, fanática, y el párroco con su labia de que “hay que alivianar a don Alberto su viaje al cielo por ser un hombre caritativo”, pidió le regalara esas propiedades para darles albergue a los pobres, y mi tío aligerara su equipaje rumbo al cielo; y así fue como le regaló al cura las dos casas y el terreno.
En poco tiempo mi tía vendió todo: las tierras de riego, la huerta, el estanque, su casa de San Marcos, todo; la casa de Aguascalientes se la heredó en vida a mi tío Panchito y se fue al Distrito Federal, con mi tía Mercedes y ahí murió.
Tiempo después, trabajando en Colgate Palmolive, me tocó trabajar Zacatecas, y los municipios de Guadalupe, Ojocaliente, Villa García, Pinos y, por supuesto Loreto; me descolgué a San Marcos y ya no era ni la sombra de lo que fue: su hermosa alameda maltrecha, el camino a la huerta, las tierras de cultivo, el estanque con sus potreros de piedra habían desaparecido, la “modernidad” le dio en toditita la madre.
Sin embargo, yo recuerdo a la exhacienda, como si ayer fuera; levantándome a las 4:00 de la mañana, viendo cómo mi tío Alberto se tomaba su cerveza Cruz Blanca con dos huevos y rumbo al molino, yo iluminando el camino con una linterna para no tropezar con las grandes piedras del camino, regresar a las 7:00 de la mañana a desayunar huevos con lentejas, lechuga y jitomate, tortillas de auténtico maíz recién hechas con “máiz” blanco, pan sacado del horno y leche recién ordeñada.
Los tíos tenían a una vaca a la que le decían “Cherra”, que era la que daba la mejor y mas cremosa leche, las otras, estaban en el establo atrás de la escuela normal rural General Matías Ramos Santos; nunca supe por qué le decían “Cherra” a la vaca, pero era muy dócil y parecía entender lo que le decía mi tía: “nomás le falta hablar”, lamentaba.
Y CON ESTA ME DESPIDO…
¿Por que hoy recuerdo aquellos años de mi juventud en San Marcos y en Loreto?, porque me duele que Zacatecas esté perdiendo su esencia a manos de narcopolicías y narcopolíticos, y que gente como mis tíos trabajadores, honestos y buenos como el pan, estén en vías de extinción, ojalá y el trabajo lo venciera todo, incluso a la narcopolítica, pero…
* (Columna publicada inicialmente en el semanario hermano TRIBUNA LIBRE el pasado jueves 18).