Fotografía relevante a la nota.

Martín Orozco Sandoval
… el pactó con Tere…
Luis Armando Reynoso Femat
…le dio a Martín la oportunidad…
Gabriel Arellano Espinosa
…era el candidato de Peña…

UNA, DOS Y… ¡TRES! ¡COMENZAMOS!
LA CABRA TIRA AL MONTE…

¿Y el Cabrón nuevamente a la Presidencia Municipal?

Cuando Martín Orozco Sandoval llegó a Aguascalientes, procedente de su natal Santa María de los Ángeles, Jalisco, con una mano adelante y otra atrás, nunca se imaginó que al cabo del tiempo no sólo se recibiría de Contador, sino que incursionaría en la política con gran éxito, gracias al cobijo que en principio le dio Luis Armando Reynoso Femat, como se­cretario de Desarrollo Social, durante su paso por la alcaldía de Aguasca­lientes 1999-2001, para luego ser diputado local y líder parlamentario del blanquiazul.

En 2004, Martín Orozco tuvo nue­vamente tuvo la fortuna de recibir otro arrempujón de Luis Armando Reyno­so, cuando el llamado “Señor de los Rayos” ganó la gubernatura y casi el carro completo, pues Martín Orozco, gracias al arrastre de Luis Armando, llegó a la alcaldía de Aguascalientes.

Lejos de agradecerle a Luis Arman­do por el nuevo canillazo que le dio para llegar a la Presidencia Municipal de Aguascalientes, Martín Orozco traicionó a su benefactor y se la pasó tres años peleando con él y poniéndo­le piedras en su camino, por lo que se ganó su animadversión por los agra­vios recibidos.

Y es que Martín se había pasado al clan de Felipe González González (quien en los momentos difíciles de Martín, lo alimentaba con galletas de animalitos, una Coca-Cola o leche, si­tuación que siempre le agradeció pues calmada el hambre se olvidaban sus de­seos de regresar a su terruño: uno de los 15 municipios más pobres de Jalisco).

Fueron pues, tres años de pleito (de enero 2005, a diciembre 2007) con Luis Armando; Martín termina su trienio como alcalde y agarra hueso en el gobierno federal, como coordinador de delegaciones de la Secretaría de Educación Pública, donde pasa con más pena que gloria.

Después, a finales de 2009, en el go­bierno de su sucesor Gabriel Arellano Espinosa, dos regidores: José Luis Proa de Anda, de extracción priísta y Enrique López Hernández, de ex­tracción panista, demandan a Martín Orozco Sandoval, por “trafico de influencias y uso indebido de ejercicio público”, por triangular en su beneficio y el de su familia, cuatro terrenos mu­nicipales a precios de “me los llevo”.

No obstante el escándalo y la proce­dencia de la demanda, las influencias (gobernaba el PAN a nivel federal) le dan chance a Martín de participar en la contienda electoral para suceder a Luis Armando, por lo que con la cola entre las patas va a Palacio de Gobier­no a solicitarle su apoyo.

Pero la respuesta del gobernador, fue un rotundo “NO, porque quien trai­ciona una vez, traiciona dos veces”, y Martín Orozco salió de Palacio de Gobierno como llegó: con la cola en­tre las patas: Luis Armando no había olvidado la traición de quien había apoyado en dos ocasiones anteriores.

Mientras tanto, Carlos Lozano, senador de la República, gracias a la bondad de Roberto Madrazo Pinta­do, entonces presidente nacional del PRI, se le arrastraba a Luis Armando y le besaba los pies, y éste se dejó lle­var no por el canto de las sirenas, sino por el “llanto del cocodrilo”.

“Cocodrilo borracho” que nunca ha­bía ganado un cargo de elección popu­lar en las urnas, pero Luis Armando le brindó todo el apoyo para que fuera su sucesor: así fue como le entregó la gubernatura no en charola de plata, sino de oro, pues de paso había de­rrotado a quien “le robó la alcaldía: Martín Orozco”.

(Ya en el poder, Carlos Lozano vengó con creces el agravio y mete a la cárcel a Martín Orozco, quien des­pués de tres días preso, sale de prisión al pagar fianza).

El resto, el lector ya lo sabe: lejos de agradecerle el regalo más grande de su vida: la gubernatura, Carlos persiguió durante años, como perro rabioso a su benefactor Luis Armando, nadie se explica, por qué esa rabiosa per­secución en contra de quien primero apoyó su candidatura, porque en un inicio Peña Nieto pensó en Gabriel Arellano, y Luis Armando le dijo que si el candidato no era Carlos, no apoyaba y así fue como en una cena en un restaurante de Texas, se decidió la candidatura de Carlos al gobierno de Aguascalientes.

Ya como candidato, todo el aparato del estado se volcó a favor de Carlos Lozano, y gracias a ese apoyo de Luis Armando, Carlos llega a Palacio de Gobierno, y luego viene la traición y persecución que el lector debe de re­cordar.

CONTRA LORENA…

Pasan los años y llega el tiempo de la sucesión gubernamental, bien y el PRI hace candidata a Lorena Martí­nez Rodríguez, para suceder a Car­los, mientras que el PAN insiste con Martín Orozco Sandoval, haciendo a un lado a Toño Martín del Campo, quien por cierto ya tenía la candida­tura en la bolsa, pero Martín, bueno para el chantaje, se la sacó hasta con amenazas.

Así las cosas, el tiro fue: Martín contra Lorena, todo apuntaba que Lorena sería la sucesora de Carlos, pero éste, traidor y ojete por natu­raleza, también traiciona a Lorena Martínez.

Con lo increíble: pactó con su anti­guo enemigo, al que tanto odiaba por “haberle robado la alcaldía de Aguas­calientes”, un pacto de impunidad:

La gubernatura por impunidad y, a pesar que Lozano robó a manos llenas y se enriqueció a lo bestia, Martín se mordió un huevo y la mitad del otro y respetó el contrato firmado: guberna­tura por impunidad.

Así las cosas, Martín llega a Palacio de Gobierno, años después de huir de la pobreza lacerante de su natal Jalisco y sintiéndose dueño y señor de Aguascalientes: un hecho lo dibujó fielmente:

A la llegada del COVID-19, a un muchacho que no había nacido aquí se le negó atención médica, porque a los que no son de Aguascalientes, “a chingar a su madre”, tronó Martín, ol­vidando por completo que él no nació en Aguascalientes, sino de uno de los municipios más pobres de Jalisco que colinda con Zacatecas: Santa María de los Ángeles, donde a duras penas sobreviven alrededor de cuatro mil habitantes.

Han pasado muchos lustros y de aquel “chamaco hambriento de 12 años que llegó de su rancho a esta tierra de oportunidades”, ya no que­da nada: hoy, Martín, es uno de los exgobernadores más ricos de Aguas­calientes.

Y se dice que robó más que cualquie­ra de sus antecesores, incluyendo a su otrora benefactor: Felipe González González (+), cínico como ningún otro cuyo lema de campaña fue:

“Dejo los negocios para ir a la po­lítica, no voy a la política, a hacer negocios”, pero el abarrotero de miér­coles no sólo se enriqueció a lo bestia: sino que siendo gobernador se manchó las manos de sangre inocente aquel 21 de noviembre de 2001; por eso, a 22 años de distancia, ni perdón ni olvido.

Y CON ESTA ME DESPIDO…

¿Qué tipo de convenio firmó Tere Jiménez Esquivel con Martín Orozco Sandoval, quien juró por lo más sagrado que Tere no llegaría a Palacio de Gobierno, pero que finalmente llegó a un acuerdo que incluye impunidad para él, todo su gabinete y respeto para varios de sus negocios y secretarías para algunos de sus colaboradores?

Pero no es todo: Martín también quiere regresar a la Presidencia Mu­nicipal, seguramente para agenciarse otros terrenos que le llenan las pupilas, y amenaza con que si no lo hacen can­didato, deja el PAN y se va a Morena, en donde sus testaferros, los expanistas Jorge López Martín, quien saqueó con total impunidad el Patronato de la Feria Nacional de San Marcos y la senadora Martha Márquez Alvarado, quien le hizo la vida pesada a Tere, durante toda la campaña rumbo a la gu­bernatura, se afiliaron a Morena para emparejarle el camino a Martín, como candidato a presidente municipal “por si las de hule”.

Y parece que van ciertos, porque se estila que todos aquellos que denues­tan al Presidente Andrés Manuel López Obrador, tienen derecho de picaporte para entrar a Morena, si no directos, sí vía PT o PVEM.

* (Columna publicada inicialmente en el semanario hermano TRIBUNA LIBRE el pasado jueves 23).