UNA, DOS Y… ¡TRES! ¡COMENZAMOS!
“HOLA, HOLA…”
Todavía hay raza que recuerda la primera corrida de toribios de este serial, aunque déjeme recordarle al lector que no soy aficionado a la llamada fiesta brava, aunque sí me divierto viendo a los aficionados de hueso colorado aplaudiendo y gritando vivas o insultos a los toreros de su preferencia o a los que les caen “gordos”, pues de todo hay en la “Viña del Señor”.
Mención aparte merecen las guapas y muy bien formadas damitas que se visten muy “atrevidas” y regalan al respetable, de manera gratuita e involuntariamente, cachondos tacos de ojo al por mayor que además arrancan hartos suspiros y el obligado grito de: “¡Viva Aguascalientes’m!”.
No puedo negar que me gusta el ambiente que generan los toribios, sobre todo cuando hay una plaza llena hasta las “banderas”, o cuando el matador se acerca tanto al toribio que casi le roza los “destos”, mientras que la raza de bronce exclama “¡ahhh… cabrón!”.
Me divierto cuando la raza “conocedora”, como “don Viborón” (que en este serial luce un look igual al de su vástago “La Víbora”), saca su pañuelo blanco exigiéndole al juez de plaza uno o más apéndices del sacrificado toribio, para luego al no concederla, mentarle la madre al son de: “¡1,2,3 chingue a su madre el juez!”.
Que yo recuerde, uno de los jueces de plaza que más mentadas ha recibido es el notario Jesús Eduardo Martín Jáuregui, que yo creo que le gustaba mucho que se la recordaran, pues en ese cargo se veía como pez en el agua; le gustaba, pues que se la rayaran, porque de lo contrario hubiera botado de inmediato el hueso.
En mis esporádicas asistencias a la monumental vi a raza muy seria y respetable, como lo era en ese momento el rector de la Universidad Bonaterra, Dr. Miguel Ángel Ochoa Sánchez, pero que en alguna ocasión ya con unos güisquis entre pecho y espalda y al fracasar con su pañuelito blanco exigiendo una oreja para su sobrino el matador Fernando Ochoa, se aventó varias ocasiones el sublime grito de batalla: “¡1,2,3, chingue a su madre el juez!”.
Si la memoria no me falla, fue en el Serial de 1999, cuando desgobernaba el tristemente célebre abarrotero de las nalgas al revés, Felipe González González, de muy negra memoria.
Hablando de gobernadores, he visto pasar por el palco de toribios más importante del estado, a Rodolfo “El Güero” Landeros; al transa español Miguel Ángel Barberena Vega, a Otto Granados Roldán, al extinto abarrotero de miércoles ya nombrado, a Luis Armando Reynoso Femat, a Carlos Lozano de la Torre y a Martín Orozco Sandoval, cada uno con su sello característico.
De estos, el más soberbio y mamón ha sido Carlos, no se medía para ofender y humillar a sus amigos, sobre todo a los que fueron compañeros de gabinete con el “Güero” Landeros. En cierta ocasión la plaza lucía poco menos de la mitad y le preguntó a su concuño Sergio Reynoso Talamantes: -¿Cómo ves la plaza, Sergio?, Sergio, a bote pronto y a ojo de gran cubero, le respondió: -Medio vacía. Encabronado, Carlos le contestó: -¡Pendejo! ¡La plaza está llena, llena de conocedores! Riéndose, Sergio me platicó la anécdota, “como ves a este…”.
SIEMBRAS LO QUE COSECHAS...
De los gobernadores antes nombrados, uno de los más queridos por la raza de bronce, que han pasado por la lupa en esta su TRIBUNA LIBRE, ha sido el “Güero” Landeros, mientras que Otto el más reconocido por su honestidad, Luis Armando Reynoso Femat por su visión y Carlos Lozano de la Torre por ojete y traidor en toda la extensión de la palabra, al perder el piso en cuanto llegó a Palacio de Gobierno, de los otros hablaré en otra ocasión.
Para quienes no lo saben o no lo recuerdan, les platicaré que el anhelo más grande de “El Gringo”, como le decían sus colegas gobernadores, a Carlos Lozano, por haber nacido un 9 de febrero de 1950, en Bakersfield, California, Estados Unidos, era ser presidente municipal de Aguascalientes, para el período 2005- 2007.
Por eso le renunció a Ricardo Monreal Ávila, a la Secretaría de Desarrollo Económico de Zacatecas y regresó a Aguascalientes para ir preparando el terreno, apoyado por el entonces presidente nacional del PRI, Carlos Madrazo Pintado.
En las elecciones de 2004, no había más gallo para gobernador de Aguascalientes que el carismático y reconocido exalcalde de la capital Luis Armando Reynoso Femat, quien había hecho un buen papel en el trieno 1999-2001, además de dejar chiflando en la loma al delfín de Feli-Pillo González, Miguel Ángel Ochoa y al loco Alfredo “Mosco” Reyes Velázquez.
No obstante la popularidad y el reconocimiento a Reynoso, Carlos estaba muy seguro de ganar la elección para la alcaldía de la capital: tenía, según él, la maquinaria del PRI muy bien aceitada, “imposible perder”, me decía una y otra vez, ambos con un güisqui en mano; pronto se dio cuenta de que el tsunami Luis Armando podría echar a perder su “máxima ilusión”, sobre todo cuando Óscar González Rodríguez “El Gato”, al constatar el arrastre de Luis Armando, abandonó el barco y dejó la candidatura del PRI a la gubernatura.
Un detalle que no quiero pasar por alto: ante la renuncia del famoso “Gato”, la mesa estaba puesta para que Carlos ocupara su lugar pero alegó “me preparé para ser presidente municipal de Aguascalientes, no estoy listo para la gubernatura”, pero el cuete era que nadie del PRI quería enfrentar a Reynoso Femat, fue entonces que Carlos le pidió a su “amigo”, Óscar López Velarde Vega “El Coyotito”, le entrara al quite pues se corría el riesgo de no tener candidato para la gubernatura y Óscar salió al quite.
Las encuestas todas estaban a favor de Luis Armando, quien saludaba a todo mundo con su clásico “hola, hola” y la raza toda le contestaba: “¡Góber, góber, góber!”, fue entonces que Carlos me pidió uno de tantos favores: “Dile a Luis Armando que si podemos platicar”.
Le contesté que no había problema que él me daba boletos para su palco cada vez que el Necaxa jugaba en el Victoria “para que usted, Ramiro, invite a quien quiera”; Carlos me reviró que le gustaría llegar como invitado; hablé con Luis Armando y me contestó: “Lo haré porque usted me lo pide”; le dio boletos a Carlos, recuerdo muy bien que jugaba Necaxa-América y que el estadio, como el palco de Luis Armando estaban a reventar.
Blanca, esposa de Carlos, llegó al palco enfundada en una camiseta del América y agitando una bandera de las águilas, gritando con chillona voz: “¡Arribaaa el Américaaa!”, ganándose un “¡y esta pinche vieja loca qué… se equivocó de palco!”.
Luis Armando recibió de buen talante a Carlos y éste se mostró agradecido, al escuchar de Reynoso que “yo estoy dedicado a mi campaña y cada candidato a la suya”, palabras más palabras menos.
Durante el partido Carlos reía y hacía bromas, de repente se volvió a escuchar por enésima vez el grito de “¡Rayos, rayos, rayos!”, riendo, Carlos me dijo “¿oíste?, dicen “¡Carlos, Carlos, Carlos!”; no, gritan rayos, rayos, rayos; “bueno, uno oye lo que quiere oír”, y soltó nueva carcajada: su frase de “uno oye lo que quiere oír”, la tengo muy presente.
Otro güisqui más y regresé a la Catedral del Periodismo, había que cerrar edición.
Y LLEGÓ EL GRAN DÍA...
Luis Armando, insisto, estaba convertido en tsunami y ese domingo 1 de agosto de 2004, arrasó en la elección de gobernador con 190 mil 644 votos= 55.40%, además de 15 de 18 diputaciones de mayoría y 10 de 11 alcaldías.
Nadie podía negar que estas conquistas del PAN, fueron por Luis Armando. Carlos y Blanca hicieron muchísimo ruido alegando “fraude”, pero rápidamente sus seguidores abandonaron el barco de las protestas y terminaron solos. Carlos culpó a Luis Armando de su derrota y desde entonces anidó el huevo del odio y posteriormente el de la traición.
En 2006, Carlos gana una senaduría con olor a plurinominal, la curul de primera minoría, y ya en el Congreso de la Unión se dedica a lisonjear al gobernador Reynoso Femat quien, creyendo que Carlos había enterrado su rencor hacia él, “cayó redondito”, pues Carlos lo cultivó muy bien y hasta le dedicó dos que tres gestiones para su administración.
Luis Armando en ese tiempo llevaba una buena relación con Enrique Peña Nieto y éste era el toro para la presidencia de México y comenzaba a acomodar sus cartas desde el Estado de México; pensó que Gabriel Arellano Espinosa era el indicado para ser el abanderado del PRI a gobernador de Aguascalientes y, en una cena en Texas, Estados Unidos, Luis Armando, quien seguía divorciado de su partido, le dijo a Enrique Peña, si va Gabriel yo no apoyo, si es Carlos le entro con todo.
Antes, Martín Orozco Sandoval lo había visitado en dos ocasiones en Palacio de Gobierno, pidiéndole apoyara su candidatura que ya estaba “planchada”, pero Reynoso fue sincero con él: “No Martín, ya me traicionaste y el que traiciona una vez traiciona dos veces”, con la cola entre las patas, Martín salió de Palacio rumiando su coraje, y es que durante los tres años que gobernó el municipio de Aguascalientes, Martín le hizo la vida pesada a Reynoso.
Se llegan los tiempos, Carlos pide licencia al Senado, el PRI lo destapa como candidato, Luis Armando apoya con todo a Carlos y el tricolor recupera Palacio de Gobierno: Reynoso se los entregó en bandeja no de plata, sino de oro.
Pero… Carlos, no había olvidado su derrota: seguía creyendo que Reynoso había apoyado a Martín Orozco… y había llegado el momento de cobrar esa factura; de ese tamaño era el odio anidado, el resto el lector ya lo sabe: fueron varias demandas penales la que Carlos entabló contra Reynoso y todas, con la excepción del tomógrafo, que era la más “pajita”, las ganó, pero con esa tuvo suficiente para meterlo a la cárcel, ganar el juicio y perseguirlo por años, con la complicidad del entonces “Procurador de Hierro” Felipe de Jesús Muñoz Vázquez.
LOS TORIBIOS...
Carlos, como gobernador cambió totalmente, si bien ganó la gubernatura gracias a Reynoso Femat, por su agrio carácter y abusos al por mayor perdió al PRI el cual, bajo su mandato, no ganó una elección: se lo metió todito, pero eso sí, disfrutó el poder a su manera y a toda máquina, en su palco de la monumental, él veía las corridas de toribios igual que las oía: como él quería, sus exabruptos tenían que ser festejados, de lo contrario caían de su gracia, como el viejo anécdotas aquel de: -¿Qué horas son? -Las que usted diga, señor gobernador.
Y sí, por eso insultó a su cuñado y secretario general de Gobierno con un “¡pendejo, las plaza está llena, llena de gente conocedora”, y Sergio, podrá ser todo, menos eso, así es que para la siguiente corrida, la plaza estaba igual o con menos gente, por lo que Carlos le volvió a preguntar: -¿Cómo ves la plaza, Sergio? -Llena hasta la chingada, gobernador.
-Cabrón, aprendes rápido ¿eh?
PRIMERA CORRIDA DEL SERIAL TAURINO 2023...
Domingo 16 de abril, mano a mano Julián López “El Juli” con Joselito Adame con toribios de Teófilo Gómez: Palcos, sombra, en primera fila se encuentra un avejentado y tembloroso Carlos Lozano de la Torre, con un bastón; con el pelo pintado cubre sus canas pero con 73 años a cuestas parece de 83 o más, “y está acompañado por una de sus hijas”, ¡ah no!, es Blanca su esposa, pero nadie lo pela entre toro y toro y… ahí, en ese mismo palco, pero en la segunda fila, está Luis Armando Reynoso saludando a todo mundo: “¡Hola, hola!”, mientras que a Carlos nadie lo pela, bueno hasta pareciera que los toribios, al verlo dan la vuelta y le muestran el rabo: nadie lo pela.
Carlos dirige su mirada al palco de gobierno del estado que está atiborrado y suspira, tal vez recordando seguramente “cuando yo era gobernador y el rey de todo el mundo”, y sí tal vez recuerde que no es lo mismo “Josefina Ortiz de Domínguez”, que Josefa Ortiz de Domínguez, como aquel Grito de Independencia bajo el influjo de doña Blanca y no me refiero a su esposa.
En fin, dejemos al Gringo y no olvidemos que ese mano a mano lo ganó Luis Armando, perdón, Joselito Adame, quien regresará a la Monumental el lunes 1 de mayo, que está a la vuelta de la esquina.
PERO LE COMENTABA AL LECTOR LO DIVERTIDO DEL AMBIENTE TAURINO...
En las corridas de toros aquí en Aguascalientes, otro que añora lo que antes fue es Alfredo “El Mosco” Reyes Velázquez, quien en sólo tres años como primer alcalde panista, robó a manos llenas y disfrutó como emperador los seriales taurinos de 1995, 1996 y 1997.
Recuerdo que, como candidato, “El Mosquetón” satanizaba nuestra Verbena Abrileña, porque el área ferial se convertía en la cantina más grande del mundo y sí, tal vez lo sea, pero no deja de ser la más chingona: el billete vuela y las monedas ruedan, lástima que no sean centenarios, en fin.
Le platicaba a usted que el de Guanajuato se escandalizaba por el corredero de alcohol, sin embargo cuando arriba a la presidencia municipal, el andador J. Pani, de Nieto a López Mateos, lo inundó de emborrachadurías construidas con sólidos ladrillos, pero además el entonces alcalde salía de la monumental como araña platanera y era todo un espectáculo cuando entre toro y toro se paraba para estirar las patas (al fin mosco) y se chingaba las chelas Coronas que compraba por mayoreo a cargo de las arcas del municipio de un jalón y sin respirar a pico de botella.
CUANDO EL PODER SE ACABA...
Han pasado 26 años de su último año en el poder, para estas fechas, Alfredo Reyes decía adió al Serial Taurino 1997, feria que despidió con grandes guarapetas que ya no ha vuelto a disfrutar con cargo al sufrido pueblo, pues hasta pomos de tequila facturaba con cargo al pueblo, ahora el “Mosquetón” no compra ni chicles.
Triste y solo se le vio en los toribios el sábado 22 de abril.
“Ni hablar -dice Nicolás Martínez Lara, primo de la ensabanable- así es el abarrote, a veces se gana, y en otras puro camote”.
“SE VENDE SEMENTAL...
O se alquila para el serial taurino”, escribió en una hoja de papel y se la pegó en la espalda al eterno jerarca local, de la CETEME, Alfredo González González, un maldoso que nunca falta en las aglomeraciones de “las de abril”, como les llamábamos la raza de mi generación aquellos años.
Y es que el enamorado vampiro sindical es re’galán y cada año, como dijera el güero Armando Jiménez San Vicente, estrena “nalguita”, ¿cómo le hace? Dicen que a todas les ofrece matrimonio o vaya usted a saber, lo sí es cierto es que Alfredo cambia de mujer como de calzones, tenemos fotos de archivo que, por sí solas, respaldan nuestros comentarios.
LOS QUE NO FALLAN O CASI...
Quienes son asiduos a los toribios son: Luis Armando Reynoso Femat y esposa Carmelín, Jorge Yuntinping Marmolejo y esposa, Óscar López Velarde (muy precavido por cierto, pues se coloca el cubrebocas), Israel Tagosam Salazar Imamura, Enrique Alejandro Rangel Jiménez “Kike Maracas”, Roberto Padilla Márquez, Agustín Morales Padilla “don Viborón”, Gabriel Arellano Espinosa, Fernando Gómez, José Ángel González de la Serna “Paquín”, Carlos Lozano de la Torre, con su inseparable “doña Blanca” (su esposa), Anita Andrea y, por supuesto, la gobernadora Tere Jiménez Esquivel, y much@s más que en este momento de premura escapan de mi memoria.
Y CON ESTA ME DESPIDO...
Te lo digo “don Viborón”: cuida a José Luis, no lo dejes a la deriva como acostumbras; el experto Rubén Galaviz Tristán, que cobra en Gobierno del Estado como secretario de Salud y director del ISSEA, reveló a esta Casa Editorial una situación muy inhumana que sucede en el hospital neuropsiquiátrico con algunos pacientes, pues suele suceder que son tan mamucos “que ya ni sus familiares los quieren, los damos de alta y los regresan a los dos o tres días, porque no los aguantan”.
Bueno, pues que “don Viborón” escuche la voz de un experto, como Galaviz Tristán y que interne a su heredero universal a la voy de ya, para evitar que se agrave su enfermedad mental y “luego nadie de su familia lo acepte de regreso y, a los dos o tres días, lo vuelva a internar”.
Y es que el locutor, que se cree periodista, cada día está más lorenzo y en cualquier momento se puede quedar en el avión para toda su vida.
¡Cuidado!
* (Columna publicada inicialmente en el semanario hermano TRIBUNA LIBRE el pasado jueves 27).