Es Trata de Personas, Afirma

Por Benny Díaz

Fotografía relevante a la nota.

Fernando Marmolejo Montoya (Foto: Archivo Página 24)

La trata de personas no implica nada más que se tenga a personas cautivas y obligadas a ejercer prostitución como se cree, o aquellos que cobran por llevarlas a otro país, como es el caso de los “polleros” que se embolsan miles de dólares con promesas que muchas veces resultan ser falsas y quienes depositan su confianza en ellos se ven timados y en situación vulnerable al ser deportados, pero no a sus lugares de origen sino lo más lejos posible para que “se les quite” las ganas de volver a intentar buscar entrar a Estados Unidos, declaró el diputado Fernando Marmolejo Montoya.

Las otras víctimas de trata, señaló, las vemos todos los días en las calles y que a prácticamente nadie le interesa. Hay quienes lucran con niños para que vendan golosinas o mendiguen, además de limpiar parabrisas en los cruceros, pero también los que abundan en pleno centro de la ciudad y pertenecen a los anexos, esos lugares que operan muchas veces de forma irregular y en donde prometen rehabilitar a quienes son adictos a las drogas en tres meses, lo que resulta una falacia.

“Es algo que tenemos que revisar porque si son demasiados los que andan por las calles pidiendo una moneda para ‘ayudar’ a la rehabilitación de otros que no pueden salir y los tienen en los anexos”.

Hay lugares de este tipo que sí están regulados por las autoridades de salud, pero no todos, por eso es que hay que revisar a fondo porque ha sido una asignatura pendiente de varias legislaturas que han sido omisas en ese sentido y ponen poca o nula atención en aquellos que están enfermos de algo tan serio como una adicción y no cuentan con lugares adecuados para acceder a una rehabilitación integral.

Es ya muy conocida la forma en que operan los famosos anexos, que son administrados por cualquiera que se cree con la capacidad para llevar a cabo algo tan sensible para los enfermos y sus familias, en muchos casos sin tener ni siquiera nociones científicas mínimas, mucho menos la preparación que se necesita para poner a funcionar un lugar así.

En cualquier casa que tenga espacio suficiente para varias personas lo ponen a funcionar como anexo y reciben a adictos, previo pago de miles de pesos –oscilan entre los cuatro y seis mil pesos– por tres meses, además de que la familia debe llevarles despensa y artículos de higiene personal y limpieza.

Lo que no se dice es que a los internos los alimentan con frijoles y sopa de pasta, los obligan a realizar la limpieza y hasta cocinar.

Luego, a los que ya están en mejores condiciones físicas los mandan, de lunes a viernes, a mendigar y para que las personas les crean hasta los “uniforman” con playeras de colores vibrantes y con el nombre del anexo en cuestión.

“Claro que es trata de personas –dijo el diputado–, los están utilizando para hacer un trabajo sin ser remunerado y mendigar no es algo que los beneficie a ellos sino a quienes están al frente de esos anexos que más bien son negocios redondos”.

Además de que los que funcionan de forma irregular, aparte de todo, son lugares peligrosos, sólo hay que “recordar lo que sucedió en Rincón de Romos, donde se fue a refugiar una persona que andaba en malos pasos y llegaron los que lo buscaban y abrieron fuego contra varios”.

Esto de que haya asesinatos en esos lugares a manos de sicarios se ha presentado reiteradamente en varios estados, de ahí que el diputado crea que la comisión a su cargo deba de hacer algo al respeto “y rápido”.