
Historias de taxi…
Historia de Taxi
Y NO ES precisamente la que canta Ricardo Arjona, sino una real de esas que no se pensaba que podría pasar en la entidad en donde “la gente es buena”, porque en pleno mes de diciembre, donde en teoría todo es paz, amor y buenos deseos, la realidad es que la gran mayoría anda a las carreras, estresados y gastando hasta lo que no tienen por quedar bien con otros; y como no todos tienen automóvil y algunos ni de broma se suben al camión urbano, recurren al socorrido taxi, que es más económico que los automóviles de alquiler que se contratan por plataforma.
ENTONCES LA rebatinga por “agarrar taxi” en cualquier lado, sobre todo en el centro, pero ya se llegaron a extremos porque de forma literal “se agarran del chongo”.
Y ES QUE como no hay fila y quien se ponga más listo es el que se sube porque no hay quien controle el tiempo que lleven de espera, las y los que se “aploman”, dijeran nuestros abuelos, pueden pasar casi horas esperando taxi y ni como caminar cuando van cargados de bolsas y más bolsas de todo lo que compran.
POR ESO algunos taxistas tienen miedo de descargar pasaje en dos puntos: en la calle Moctezuma, pasando el semáforo y casi frente al Congreso, y en la esquina de las calles Colón y Juan de Montoro.
PRIMERO PORQUE hay quienes hasta que el auto detiene su marcha apenas empiezan a buscar el dinero y mientras afuera hay dos, tres o hasta cuatro peleándose por ver quién logra subirse en lo que se baja el que llega.
PERO HAY quienes, si el pasajero va a delante, se suben atrás para apartar el lugar y no les interesa si el chofer es de esos que trabajan en las llamadas “bases” y que tienen el tiempo comprometido para ir a otro lugar determinado por el pasajero.
Y POR las pistolas del que se sube, sobre todo si trae mala cara, a veces los tienen que llevar porque si no, mínimo un reporte en la Coordinación de Movilidad sí se llevan, y dicen los que saben que Ricardo Serrano les pone unas regañizas con multas incluidas que por eso nadie lo soporta.
Y TAMBIÉN los choferes se llevan maltratadas y recordatorios de 10 de mayo de los que se atarantan y no logran subirse antes y les dicen que como “ahorita hay dinero” se dan el lujo de elegir a quien o no llevar.
TOTAL QUE el “desgreñadero” está a la orden del día, así que no estaría demás que Antonio Martínez Romo tenga más vigilancia por eso lugares, mínimo para que eviten los estirones de cabello y los arañazos entre unos y otros por un taxi.
O DE PLANO que la Coordinación de Movilidad meta a alguien que desquite el sueldo para poner orden en esos lugares tan caóticos, así como en la Feria de San Marcos, donde mínimo se van subiendo a los automóviles como van llegando y así se evitan funciones de lucha libre gratis (BDR).
El Tiempo Pasa y no de Largo
EL OBISPO tiene razón, hasta hace poco las abuelitas eran mujeres con canas, faldas largas y que consentían a los nietos, los orientaban y eran quienes “movían” a la familia, sobre en todos en fechas especiales, donde se reunían todos los hijos para celebrar, por ejemplo, la Navidad.
DE ESAS mujeres cada vez quedan menos y ahora hay abuelas tatuadas, con piercing y el cabello teñido de colores nada convencionales que dejan a sus hijos y nietos vivir como quieran y hacer lo que les plazca.
LOS VALORES cambian y lo que antes eran fiestas sanas de convivencia pasaron a ser borracheras y desmanes; si no hay golpes, es como si no hubiera fiesta.
LUEGO ESTÁN las que se operan todo y cuanto pueden. Antes eran sólo quienes se dedicaban al mundo del espectáculo para aferrarse a mantenerse “jóvenes” y vigentes, aunque se deformaran y tuvieran experiencias extremas de malas praxis.
EJEMPLOS MUCHOS: Silvia Pinal, Alejandra Guzmán, Lyn May, Lucía Méndez, Gloria Trevi, Angélica Rivera, “La Gaviota”, y un largo etcétera del mundo del espectáculo, pero en la política también hay ejemplos de terror, como Elba Esther Gordillo.
SENCILLAMENTE NO soportaron sobrellevar su edad para envejecer con dignidad como lo hicieron Carmen Montejo y más recientemente Ana Martín, quien ha declarado que se preparó dos años para hacer el papel que la despediría como “dama joven” de las telenovelas y fue El Pecado de Oyuki, a los 40 años, y de ahí pasó a hacer papeles de la mamá de los protagonistas y ahora la abuela.
RECONOCIÓ QUE no es sencillo por la vanidad de haber tenido un cuerpo de medidas perfectas y ahora ni con todas las cirugías lograría volver a eso a su más de 70 años.
PERO COMO los cirujanos plásticos no podían vivir sólo de las artistas, políticas y líderes sindicales, en teoría abarataron los costos de sus operaciones y aplican cuanta sustancia sirva para que las mujeres se vean como muñecas de aparador: estiradas y sin sonrisa, se dejaron ir como si fuera barata o remate en tiendas de prestigio, aunque lo que compren no sirva de nada.
Y AHORA cualquiera aparece de pronto con aumento de caderas, de senos y cintura de “avispa” cuando antes eran planas y cuadradas.
SUS FACCIONES se distorsionan y pierden sus rasgos, total todo por mantenerse atractivas. ¡Y bolas!, que el obispo se posiciona al respecto y les pide que paren, que acepten lo que son y cómo están porque por más cosas que se pongan o quiten, al final de cuentas es artificial y la belleza acaba.
Y SI no, nomás vean a Silvia Pinal, Lucía Méndez y otras que eran bellas y ahora hasta miedo dan. Lo peor es que se pueden restirar todo lo que quieran, quitar y poner, sólo hay dos partes en donde no pueden los cirujanos hacer “magia” para que la “juventud” permanezca: las manos y el cuello. Así que, si ven a una treintona, cuarentona, cincuentona y demás sólo fíjense en el cuello y las manos, pero bueno, en la época de donde lo que vale es el sexo por dinero, hay hombres a los que les importa poco, aunque sea artificial lo que tocan.
EN FIN, cada uno tiene sus gustos, pero el amor y la juventud eterna no se compran por más dinero que tengan. Verdad cruda y dura, ni modo. Triste vivir de ilusiones, porque como dice la canción: “El tiempo pasa y no de largo” (BDR).