“Me Torturaban por Deporte, ni Siquiera me Decían qué Para Declarar”

Por Benny Díaz

Fotografía relevante a la nota.

Arturo Lomelí Castellanos (Foto: Página 24)

Es difícil recuperarse luego de haber pasado por una experiencia terrorífica como la tortura física y psicológica para arrancar confesiones sobre delitos que no se cometieron. Hasta el momento públicamente sólo habían aparecido civiles, un pastor de una iglesia evangélica y policías municipales, pero hubo víctimas que ostentaban cargos de mayor rango y que ahora, al menos uno, ha ido a contar su historia sobre “Felipe de Jesús Muñoz Vázquez y sus secuaces”, sin saber el motivo real del por qué lo agarraron de chivo expiatorio.

Su nombre es Arturo Lomelí Castellanos y ocupó el cargo de “segundo comandante de operaciones especiales, comisionado a la XIV Zona militar cuando el general era (Eduardo) Bahena (Pineda). Hacíamos operaciones de alto impacto”.

Relató que un día le dijeron que habría un operativo, pero en realidad “caí presa de Felipe de Jesús Muñoz Vázquez y sus secuaces”.

Lo peor para esta víctima es que fue invitado a formar “parte de ese grupo antisecuestros por un comandante al que le faltan dedos en una mano y me dijo: ‘no sabe en qué equipo estás’”.

Arturo recordó que en ese tiempo “en la policía municipal éramos observadores aéreos y estábamos a cargo de vigilar a Aguascalientes, no a ser una ambulancia de 20 millones de pesos, en realidad éramos operadores tácticos”.

Al “Gym”

Cuando lo detuvieron, con engaños, porque lo llamaron para un operativo, “mis propios compañeros me metieron a una celda en la procuraduría (hoy fiscalía), pero no una normal con barrotes, sino sólo con una pequeña ventana y me mantuvieron 10 días ahí”.

Comenzó su calvario porque era visitante frecuente del “gym”, el espacio adecuado en la procuraduría para torturar.

“Me torturaban por deporte, ni siquiera me decían que para declarar. Me amarraban las manos por detrás y me llevaban por un pasillo largo, dábamos vuelta y llegábamos a ese lugar donde me tapaban la cabeza con algo que olía a vómito porque claro que era el mismo que utilizaban para todos. Luego me ‘barrían’ (derribaban) pegándome en los pies y caía de nalgas. Colocaban una llanta y me sentaban ahí. Comenzaban a vaciar agua y cuando creían suficiente prendían el motor de una bomba y comenzaban los toques eléctricos”.

La historia es prácticamente igual a la de las otras víctimas que se han atrevido a hablar: “Me lastimaron los testículos, el pecho con esos toques eléctricos”.

Después de 10 días en esa celda de la procuraduría donde lo llevaban al “gym” continuamente, lo trasladaron a la casa de arraigo, “en donde éramos 60 personas, no cabíamos en las literas, y fue cuando firmé la confesión”.

Mayoral, Omar Williams y “El Men”

“Juan Carlos Mayoral Esparza era uno de los que sabía todo lo que pasaba, estuvo siempre presente cuando presionaban para que firmara ‘mi declaración’. Pero no sólo él, también Felipe Muñoz. El primero a la derecha y el entonces procurador detrás de mí: alto, con su traje azul, imponente y me colocaba su mano en el hombro y me decía: ‘¿entonces qué comandante, listo para declarar?”.

Torturado y vulnerable vivió lo peor al darse cuenta de las complicidades, omisiones o miedo de los abogados “particulares” que eran contratados para defenderlos, quien ante la presencia de Felipe Muñoz mejor corrían a la hora de la verdad: cuando los hacían firmar las declaraciones que nunca hicieron.

“Contraté a ‘El Men’ (Rubén Morales González) como mi abogado para que me defendiera por esa detención y las falsas acusaciones que me hacían. El día que me hicieron firmar, le dijeron (Felipe y Mayoral): ‘¿quieres una coca cola licenciado?’, él dijo que sí y se retiró. Antes de salir volteó a verme y me hizo una seña de rockero con la mano”.

Lo que ocurrió después es historia. Lo mandaron al Cereso Aguascalientes y su caso se ventiló en el juzgado tercero “y recuerdo que un comandante que es conocido como ‘Bam Bam’ me decía que la iba a librar porque no había nada, y eso me sostuvo durante todo el tiempo que estuve en prisión, sólo que mandaron mi caso a juzgados federales porque me vincularon por el delito de delincuencia organizada con el grupo de La Oficina”.

Otro que figura en la lista “negra” de prácticamente todos los torturados que se han animado a hablar es Omar Williams López Ovalle, quien ocupaba nada menos que el cargo de ombdusman en la entonces Comisión Estatal de Derechos Humanos y quien no hizo absolutamente nada por las víctimas, es más, en dicho ente no hay ni una sola hoja de esos casos.

Arturo Lomelí siente la impotencia de que este último personaje “haya sido premiado por Felipe Muñoz, porque luego se lo llevó a Ciudad de México”.

Y Vuelve a Aparecer “La Buena”

Ahora la víctima se da cuenta que fue una cacería de brujas y algo “totalmente político para ellos”, porque antes de que sucediera todo eso en Aguascalientes, pasó en otros lados donde detenían policías y los acusaban de delitos de alto impacto “porque era hacer el teatro de que tenían la seguridad controlada”.

Y tan es político “que una de las ‘visitadoras’ de Derechos Humanos era Anayeli Muñoz Moreno (“La Buena”, como se hizo llamar en la campaña para la gubernatura), en ese momento no entendía muchas cosas, pero ahora todo queda claro”.

Al ser vinculado por delincuencia organizada “mi caso se llevaba en Tamaulipas, pero a mí me llevaron al penal de Veracruz y mi familia estaba en Aguascalientes”.

Obviamente después de lo que le hizo el fallecido abogado rockero, “El Men”, Arturo cambió de defensor, pero debido a las vueltas que había que hacer de un estado a otro: “por cada documento que emitía eran de 60 a 70 mil pesos”.

Torturadores y Adivinos

Lo más incongruente en este caso es que sólo tenían la declaración de un testigo “protegido” por la Siedo (entiéndase gente cercana a Muñoz Vázquez) de nombre “Conde”. Aseguró que “a mí me detuvieron en julio y la declaración del testigo fue hasta septiembre, entonces resultó que además de torturadores eran adivinos”.

Lo sentenciaron a 15 años de prisión, de los cuales sólo estuvo cinco años y ocho meses, pero fue puesto en libertad por un amparo. Aunque lo carearon con “Conde”, en donde “le pregunté cuándo me había visto porque ni nos conocíamos, salió con que él le daba el dinero a otra persona y que le decían que me lo daban a mí. Sólo basados en eso fue que me dictaron sentencia”.

Con el amparo salió en libertad y le cambiaron de juez tres veces, todos ratificaron la sentencia de 15 años. Sólo porque al testigo protegido un tercero le dijo que le entregaba dinero ilícito a Arturo, lo encontraron culpable.

Esta víctima no está ni en la recomendación 17VG/2019 de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) ni en el informe Hasta Perder el Sentido de ONU-DH, porque “me enteré que hay un grupo impulsando éste justo el día que estuvieron los de Naciones Unidas aquí”.

La tortura de la que fue víctima sólo aparece ante los juzgados federales, no en el juzgado local y mucho menos en Fiscalía.

Por todo esto cree que “sí es algo político, pero para ellos, que torturaron y como pago de favores convirtieron a Juan Carlos Mayoral en uno que primero protegía a víctimas y ahora en director del Cereso. A Omar Williams también lo premió Felipe Muñoz al llevárselo a Ciudad de México, y si pretenden regresarlo como fiscal o lo que sea a Aguascalientes todos corremos peligro, incluso los periodistas que han publicado todo esto sobre él, porque irá contra todos quienes lo han señalado”.