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Fernando Alférez Barbosa
…nadie le tosía…

UNA, DOS Y… ¡TRES! ¡COMENZAMOS!
EL “INSANO” FERNANDO ALFÉREZ…

En sus buenos tiempos, cuando Fernando Alférez Barbosa militaba en el “Perderé”, no había, la verdad, quien le tosiera: y si alguien pretendía hacerlo, “El Alpédez” lo agarraba de “Punching”, y le ponía su buena zarandeada.

Recuerdo aquellas manifestaciones Alférez que le hacía frente a Palacio de Gobierno a Felipe González González y a su consorte, jugando con los tiempos y la historia.

“Y aquí este abarrotero metido a gobernador, que en sus tiempos vendía kilos de 800 gramos, ahora convertido en ‘Felipe el Hermoso’, y su esposa “Juana la Loca”… ¡Uta! le daba sus buenas arrastradas, barridas y trapeadas, al tristemente célebre vendedor de galletas de animalitos.

Su coraje llegó a tal grado que el abarrotero lo demandó penalmente, pero cosa curiosa: tal demanda se empolvó.

Felipe le sacó al parche, ¿por qué? Pues porque Alférez le conoce de la A a la Z todos sus bandidajes y algo más.  Así es que a Felipe no le convenía jalarle los güevos al tigre, por lo que no se la hizo efectiva, pues hubiera resultado “pior”.

De esa demanda penal, me enteré uno de esos días que acudí a la entonces Procuraduría General de Justicia y pedí a mis contactos una copia, “a’i nomás para guardarla como souvenir’, por lo que la guardé en uno de los cajones de mi escritorio.

En aquellos años era muy común que Alférez escribiera una columna, en Página 24, allá de vez en vez y cada noviembre sus “calaveras”, así es que no fueron pocas las veces en que acudía a La Catedral del Periodismo, a cotorrear con su servilleta.

Así, en una de esas, le pregunté: ¿cómo te va con la demanda penal del abarrotero? Y me contestó con algo así con un “¡ah, chingá!, ¿cuál demanda?”, fue entonces que le mostré la copia, ¡Uta! Se carcajeó a más no poder, fue entonces que se la regalé.  Creo que aún debe de conservarla como si se tratara de un trofeo.

¿Por qué fue que “el abarrotero de las nalgas al revés”, reculó? Pues porque –reiteró– Alférez le sabe al dedillo su vida y “milagros” y, de haberle hecho efectiva la demanda, el que hubiera perdido hubiera sido el propio goberladrón, quien fue y es un gánster de altos vuelos, y un sujeto sin escrúpulos capaz de “tirarse” a una de sus ahijadas y hacerle dos hijos como realmente sucedió.

Por cierto, si usted ve al jovenazo, es el vivo retrato del abarrotero cuando tenía 20 años: lo cagó, está igualito a él.

Bueno, pero regresemos con Alférez: su decadencia política inició cuando el entonces senador panista (2012-2018), Fernando Herrera Ávila “Popeye”, lo contrató como asesor, luego entró a Morena y quiso hacer lo que Chucho Ortega con el PRD, y le siguieron creciendo los enanos, ya cualquiera de ellos se le agigantaba y, bueno, se tuvo que refugiar en la cocina de su casa, pues Nora dice que es un buen chef, que convierte piqueras en restaurantes.

Ahí, ya en definitiva, le cambiaron hasta el apellido: Ruvalcaba, sí, el señor Ruvalcaba.

Y mire usted hasta dónde demonios sus bonos han caído: No sólo está vinculado a proceso por “violencia política en razón de género”, por parte de su excompañera de partido Natzielly Rodríguez Calzada, quien está convertida en su “coco”, sino que hasta un imberbe diputado morenista, cada vez que se le antoja lo pone como camote, con suma delicadeza: “(Fernando Alférez) No es sano para el Movimiento: independientemente de lo que los estatutos marquen (por la demanda penal que enfrenta y lo pueda llevar al Cereso de la carretera a Calvillo), me preocupa el tema de su propia personalidad.  No puede tener ese tipo de situaciones si representas en cualquier lugar a un fragmento de la sociedad, como en este caso”.

Alférez, en Morena, se ha enfrentado hasta con sus expupilos: Arturo Ávila, Aldo Ruiz y otros, pero éstos también lo zarandean, pareciera que al rozarse con el PAN, así haya sido vía Fernando Herrera, le cayó el chahuistle: desde entonces no ve la suya.

El colmo fue cuando a Nora, ya con la candidatura de Morena para una diputación federal, que la llevaría de golpe y porrazo al Congreso de la Unión, la bajaron del macho y, asómbrese, Fernando corrió al nido de crótalos a contarles su desdicha y a llorar a moco tendido en la propia piel de José Luis “La Víbora” Morales Peña, quien sorprendida, le dijo: “¡Alférez, estás llorando!”.

Alférez pudo haber dicho: “¡Se me metió una basurita en un ojo!”, pero le contestó “sí”, y ahí quedó en esa cabina de radio, la poca dignidad que le quedaba al buen Alférez, por acudir a llorar con su antiguo y “odiado enemigo, que por años no podía ver ni en pintura”.

Así las cosas, Fernando –parodiando a AMLO– debe de entender que, por el bien de Morena, debe salir del partido al igual que Nora, a quien el respetable, ni en una sola ocasión, ha querido llevarla a un cargo de elección popular.

 PORAQUÍ, EL AMIGAZAZO Y PAISANO DE AMLO…

Por esta, la tierra de la gente buena, estuvo el pasado martes 19, una de las tres corcholatas del preciso López Obrador: Adán Augusto López Hernández, secretario de Gobernación y, según yo, el caballo negro a la Presidencia de México.

El hombre llegó no solamente en su calidad de secretario de Gobernación, el segundo hombre más importante del país, para hablar sobre la inseguridad, el libramiento carretero, la caseta de cobro, en Palacio de Gobierno con el gobernador Martín Orozco Sandoval, en buen plan pues “nunca se ha hablado de confrontaciones con nadie”; también habló del tema de la nueva ley electoral, y mostró muchas tablas, buen verbo y hasta se aventó un chistorete, cuando los inquietos reporteros, en plena Plaza de Armas, le preguntaron sobre la sucesión presidencial: “De eso –les contestó– sólo puedo hablar en domingo; la ley prohíbe hacerlo en un día de la semana en donde desempeño el cargo público, y como hoy no descanso, no puedo hablar”.

Pero ante la insistencia de los reporteros, contestó: “Pero bueno, hablaremos del 2024, 2025, 2026, 2027, 2028 2029 y 2030; el que sepa leer, que lea”.

¡Arrozzz! Sin embargo, más tarde, los morenos le ofrecieron una comida, en la que estuvieron empresarios, militantes y líderes del partidos: Nora Ruvalcaba, Aldo Ruiz, Arturo Ávila y otros cartuchos quemados más.

Sorprendió Nora, pues ella lidera el comité #Es Claudia, otra de las corcholatas de AMLO, que se está quedando en la orilla.

¡Cuidado! Si AMLO no desea equivocarse de candidato, como lo hizo el general Lázaro Cárdenas del Río, quien prefirió hacer su sucesor a Manuel Ávila Camacho (1940-1946), en vez de su amigo y alma gemela, Francisco J.

 Múgica Velázquez, quien hubiera llevado al pie de la letra su proyecto de nación, y agigantado aún más su figura, sin embargo optó por Ávila Camacho, pensando en la “estabilidad del país”, y no en su proyecto, pues pensó que no era buena la “radicalización”, por lo que el país dio varios pasos hacia atrás, y no pudo recuperarse, porque después de Manuel, llegó Miguel Alemán Valdés, y con él los grandes negocios y el descarado saqueo del país.

Pero AMLO conoce muy bien la historia de nuestro país, y está segurísimo que el camino correcto es vía la Cuarta Transformación, seguramente por eso se trajo a su paisano y amigo, Adán Augusto López Hernández, a la capital del país, para hacerse cargo de la Secretaría de Gobernación – dejando inconclusa la gubernatura de Tabasco–, y para proyectarlo, como lo está haciendo, a la sucesión presidencial.

Así, lo creo yo: Adán Augusto dará el corcholatazo de su vida y será el candidato presidencial, con todo el apoyo de AMLO, quien no acaba de confiar en Claudia Sheinbaum Pardo, ni en Marcelo Ebrard Casaubón.

Vamos a ver qué hace con Ricardo Monreal Ávila, quien anda desatado y coqueteando con todos los partidos políticos.

 MAL Y DE MALAS…

El INE acaba de determinar las multas a los partidos políticos que participaron en las pasadas elecciones del 6 de junio y ¿qué cree? Pues el partido de la que se dice “robada” –sí Nora Ruvalcaba Gámez– resultó con más multas que ningún otro, van pelos, van señales: Morena: Un millón 510 mil 825 pesos 95 centavos.

Partido del Trabajo: Un millón 321 mil 079 pesos 42 centavos.

Movimiento Ciudadano: Un millón 239 mil 806 pesos 96 centavos.

Fuerza por México Aguascalientes: 743 mil 967 pesos 61 centavos.

Partido Acción Nacional: 328 mil 977 pesos 32 centavos.

Partido de la Revolución Democrática: 237 mil 195 pesos 25 centavos.

Partido Revolucionario Institucional: 221 mil 005 pesos 13 centavos.

Partido Verde Ecologista de México: 21 mil 371 pesos 63 centavos.

Total: 5 millones 624 mil 229 pesos, 27 centavos.

Sólo en el rubro de multas, Nora Ruvalcaba Gámez, fue superior a Tere Jiménez Esquivel: la morena, ya puede presumir que en esto de las multas es vencedora.

Algo es algo.

 “EL TORTURADOR DE AGUASCALIENTES”…

No creo que haya gente más esquizofrénica y perversa, que Felipe de Jesús Muñoz Vázquez, mejor conocido mundialmente, gracias a la ONU-DH, como “El Torturador de Aguascalientes”, el pasado lunes 18, me enteré de una más de sus aberraciones, tal vez la más abominable de todas cuantas haya cometido en su larga vida como policía de élite y de altos vuelos: Torturar a una niña de 10 años, para obligar a su madre a confesarse culpable de delitos no cometidos.

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Felipe de Jesús Muñoz Vázquez
…El Torturador de Aguascalientes…

Esto que le platico al lector sucedió hace poco más de 10 años, en el gobierno del tristemente célebre Carlos Lozano de la Torre, quien protegió y alentó a su exalumno de la Prepa de Petróleos, a cometer los crímenes más abominables que el lector pudiera imaginar torturar a mujeres, y niños completamente Inocentes, además de encarcelarlos en penales de alta seguridad.

Pero ¿por qué incluyó entre sus víctimas a una niña?, ¿cómo fue que se atrevió a tanto con una pequeña de 10? Ella misma narra lo sucedido en aquel día que no ha podido olvidar y que es peor que una pesadilla: “Soy Andrea –comienza a relatar su martirio–: esto sucedió el 3 de octubre del 2011 a las 7:00 de la mañana.  Mi tío era quien me llevaba a la escuela porque mi mamá trabajaba como policía municipal y por sus horarios laborales no podía hacerlo.  Ese día estábamos en el baño, ella me estaba peinando, cuando escuchamos que tocaban la puerta de la calle de forma muy fuerte, pensando que era mi tío que ya estaba por mí y gritamos: ‘ahí vamos’”.

Pero no era su tío, “siguieron los ruidos muy fuertes y mi mamá comenzó a bajar, iba a mitad de las escaleras cuando se escuchó un golpe muy fuerte y entró un hombre armado, corriendo.  Mi mamá gritó e intentó ir a su cuarto, yo no supe qué hacer y entré al baño a donde llegó otro hombre apuntándome con un arma”.

(Yo) Era una niña de 10 años que no entendía nada y sólo veía como el primer hombre entraba en el cuarto de su mamá maltratándola.  A Andrea la sacaron del baño, la llevaron al cuarto de su mamá, “había un balcón que daba a la calle y ahí me paré, entonces subió otra persona, un hombre robusto.

Todos vestían pantalón de mezclilla, playera y zapatos de color negro; el que llegó estaba muy gordo y se dirigió a mí apuntándome con su arma y me ordenó que me hincara”.

Mientras la niña tenía el arma apuntándole a la cabeza, escuchaba los gritos de su mamá: “la jaloneaban, golpeaban, gritaban y yo sólo escuchaba y veía”.

No sabe cuánto tiempo pasó así: “Empezaron a subir más hombres –mucho después supo que eran ministeriales–, empezaron a revisarlo todo, sacaban cajones esculcaban, tiraban todo.  El gordo me ordenó que le dijera a mi mamá que se calmara o me iba a ir mal a mí”.

Andrea vio cómo esposaban a su mamá, “yo me quería hacer fuerte, fuerte –y llora–, ver cómo la tenían me hizo paralizarme.  Escuchaba que aventaban todo en mi casa, tiraban cosas, sacaron a mi mamá esposada y tapada de la cabeza.  Me dijeron que los siguiera y al pie de las escaleras vi que tenían a mi tío bocabajo, con las manos en la nuca y pateándole las costillas entre dos hombres”.

Al tío lo “detuvieron” al momento en que llegó por Andrea para llevarla a la escuela.

“Me volvieron a hincar y me quitaron la chamarra del uniforme y me la pusieron en la cabeza.  Me dijeron que me tapara, me quitaron el celular que tenía, pero como la chamarra era de tela muy delgada podía ver lo que estaba pasando.  Volteé para atrás y vi a mi mamá en el suelo, bocabajo y uno de ellos tenía su rodilla en el cuello de ella apuntándole con el arma a la cabeza”.

 ERAN COMO 20 HOMBRES DENTRO DE LA CASA…

que “eran demasiados hombres, como 20, repartidos en los cuartos, la cocina, en todos lados y agarrando lo que encontraban.  Vi cómo se llevaban unas botellas de licor que tenía mi mamá, a dos cachorros de perro que acababa de adoptar”.

Mientras todo eso pasaba, Andrea escuchó que uno de los ministeriales dijo que “ya nos reportaron, ¡vámonos!” Traían varias camionetas de color blanco y “primero subieron a mi mamá, luego a mi tío y a mí me pusieron en el asiento de copiloto y el que iba manejando, como yo llevaba la chamarra tapándome la cabeza, me ordenó que me recargara en la ventana y me hiciera la dormida”.

 LAS BODEGAS NARANJA…

Luego de un rato “vi que llegamos a donde estaban construyendo el Hospital Hidalgo, nos metieron a unas bodegas color naranja que estaban a un lado, había muchos más vehículos y más hombres.  Bajaron a mi mamá y a mi tío y a mí me dejaron en la camioneta”.

Hoy Andrea sabe que eran las instalaciones de lo que hoy es Tres Centurias y que en ese tiempo funcionaba como la pensión de la entonces Procuraduría General de Justicia del Estado.

Sin quitarse la chamarra “nos dejaron encerrados en la camioneta un buen rato a mi tío y a mí.  A mi mamá desde el momento en que la bajaron ya no la volví a ver”.

Andrea asegura que “no tuve sentido del tiempo, escuchaba gritos de una mujer, era un golpe seguido de un grito muy fuerte y así sucesivamente.

Me asusté, pensé que me iban a hacer lo mismo, sólo escuchaba los golpes y caí en la cuenta de que era mi mamá –vuelve a llorar–; eran gritos y quejidos muy fuertes”.

Se empezó a desesperar “y no sé cuánto tiempo pasó.  En varias ocasiones sacaban a mi tío durante un rato y luego lo regresaban golpeado”.

No le dieron agua ni comida, “no supe cuánto tiempo estuve escuchando los golpes y gritos, después esos hombres empezaron a celebrar.  Cocinaron carne asada porque olía mucho, reían, gritaban diciendo: ‘lo hicimos, lo hicimos’, después junto con el olor de la carne asada llegó otro, muy fuerte y ahora sé que era mariguana”.

En una de las ocasiones en las que sacaron a su tío, “me quedé sola y me animé a medio quitarme la chamarra de la cabeza, volteé a la parte de atrás de la camioneta y había un arma y botellas de cerveza”.

Luego de eso, regresaron aquellos hombres “y me dijeron que me iba a ir a mi casa, mientras que me agarraban del cuello y me apretaban”.

A la camioneta subieron a más personas, “iban más niños, preguntaban dónde vivían y los iban dejando en ciertos puntos, cercanos a donde vivían; los últimos fuimos mi tío y yo, nos dejaron en la esquina de la casa de mi abuelita”.

Andrea se quitó la chamarra y se dio cuenta que era noche, pero no tenía conciencia de cuántas horas habían pasado.

“Llegamos a la puerta, tocamos y otro de mis tíos nos respondió con voz asustada que quién era, le dijimos que nosotros y nos abrió rápido la puerta”.

Entonces le dijeron que eran las 2:00 de la madrugada del 4 de octubre del 2011.  La familia vio cómo estaba de golpeado el tío que la acompañó durante su cautiverio.

De todos los hombres que entraron a su casa aquel día fatal, “del que más me acuerdo es del que le apuntaba a mi mamá a la cabeza mientras tenía la rodilla en su cuello: era delgado, con barba de candado y cabello largo, lo sé, porque como dije, la chamarra era delgada y podía ver casi todo”.

Ella y el tío les contaron todo lo vivido a su familia, que para ese momento no sabía el paradero de la madre de Andrea.

“Me tuvieron que sacar de la escuela, no salí para nada de la casa de mi abuelita porque prácticamente día y noche estaba una de esas camionetas blancas vigilando, se ponían en la esquina de la calle”.

Hubo necesidad de llevarse a Andrea lejos, con otra de sus tías, en donde “estuve encerrada por meses. No quería ir a la escuela, tenía miedo, tanto que no podía ni salir a la puerta”.

Fue hasta 2017 cuando volvió a ver a su mamá, cuando la absolvieron y volvió con su familia: “Estaba muy cambiada, no la reconocí, sólo por la voz, pero físicamente era otra y no sabía ni cómo hablarle ni acercarme a ella, tardé tiempo para poder hacerlo”.

 EL MIEDO NO SE VA…

Durante todos estos años Andrea no ha tenido apoyo de ningún lado, porque su familia estaba enfocada en ayudar a su mamá, luego ella también porque las secuelas que le dejaron son muy fuertes y necesita atención y medicamento especializado.

Por eso ella no ha tenido el apoyo psicológico adecuado para superar ese miedo que le da: “Ver esas camionetas blancas, a los ministeriales que ahora identifico muy bien o cualquier ruido semejante a aquellos que escuché aquel día”.

Por eso Andrea también forma parte del informe de ONU-DH, “supe que soy víctima también, quedé mal.

No me golpearon físicamente pero me quedaron muchas cosas – llora con más fuerza–, no puedo salir, tengo crisis de ansiedad”.  Hasta ahí pudo contar, la crisis de llanto no le permitió continuar.

 *****

Se decidió a hablar porque quiere perder el miedo, que se sepa ese lado de la historia de Felipe de Jesús Muñoz Vázquez, porque el secuestro del que fue víctima, aunque fue por horas, también es delito.

Después Andrea se enteró que la usaron para torturar a su mamá, ya que para obligarla a firmar la declaración que no hizo, le decían que tenían a su hija, que la iban a violar y más cosas aberrantes.

Andrea es la hija de Maricela Sánchez Muñoz, “la misma a la que Felipe de Jesús Muñoz bautizó como ‘La Mari’, de forma peyorativa y aunque ella denunció todo esto en su momento ante la juez segundo penal de Aguascalientes y luego ante jueces de distrito, nadie le hizo caso.

Recientemente lo hizo con Mireya del Carmen García Luévano, quien sin empacho alguno le dijo que eso “no era importante, que luego lo veíamos”.

Maricela asegura que Mireya le sigue mandando ministeriales a la casa de su mamá para mandarla citar y “aunque el fiscal lo niegue todas las veces que quiera, hubo muchos involucrados en la tortura que ahora se quieren zafar, pero no.

Sostengo y lo voy a hacer siempre, que Juan Antonio Zermeño Romo, el actual vicefiscal de investigación, es uno de los que participaron en lo que hacía Felipe de Jesús, al igual que Juan Carlos Mayoral, otro al que no le quieren fincar ninguna responsabilidad, pero así como ellos no se cansaron de torturarnos, ahora tampoco nosotros nos cansaremos de denunciar cuantas veces sea necesario, y que no se les olvide: La ONU-DH va a dar acompañamiento, así que solos ya no estamos”, finalizó.

 Y CON ESTA ME DESPIDO…

Jesús Figueroa Ortega, Fiscal General del Estado, quien en dos ocasiones pidió permiso al Poder Judicial, para ausentarse de su cargo de Juez de Control Oral Penal, deberá de regresar este año a su chamba anterior una vez que el gobernador Martín Orozco Sandoval haya terminado su administración, el próximo 30 de septiembre.

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Jesús Figueroa Ortega
…¿por qué defenderlo?..

¿Cómo retornará a su anterior trabajo si Figueroa no lleva con honestidad este caso de tortura, contra Felipe de Jesús Muñoz, que por varios años lo mantuvo empolvado en los sórdidos sótanos de la Fiscalía? Hoy, menos que nunca, ser parte del gobierno no es sinónimo de impunidad, si Jesús Figueroa insiste en proteger a “El Torturador de Aguascalientes”, su carrera en el servicio público habrá terminado y, posiblemente, pase una buena temporada en prisión.

Neta, no es una volada de este tecleador.

Estos casos de tortura han causado mucha indignación a nivel mundial y los ojos de mucha gente están puestos en la actuación del Fiscal Figueroa… aunque él no lo crea.

* (Columna publicada inicialmente en el semanario hermano TRIBUNA LIBRE el pasado jueves 21).