“Ya se les Hizo Costumbre”

Por Benny Díaz

Fotografía relevante a la nota.

David Ángeles Castañeda (Foto: Página 24)

Los vecinos ruidosos se han vuelto un dolor de cabeza no sólo para quienes tienen que aguantarlos, sino hasta para la dirección de Reglamentos, porque cada semana deben de destinar mínimo ocho elementos para que se hagan cargo de las denuncias, y definitivamente se ven rebasados por la cantidad de inconscientes que hacen pachanga sin importarles afectar a terceros, reconoció David Ángeles Castañeda.

El titular del área de Reglamentos del Municipio dijo que debido a la pandemia, la gente se tuvo que quedar encerrada por semanas, pero los fiesteros no aguantaron tanto sin ir a los antros y emborracharse, escuchar música a todo volumen y hacer cuanto desmán pueden y quieren, entonces idearon que si no podían ir a la fiesta, la fiesta fuera a ellos y acondicionaron sus cocheras para realizar sus eventos.

“Y se les hizo costumbre”, porque pasó la temporada de encierro, se abrieron los antros, bares y cantinas y a algunos les gustó más hacer su fiesta casera porque hasta un dinerito extra sacan.

Ya que fueron ampliando más allá de la cochera y hay quienes “tienen otros pequeños espacios adecuados para la fiesta, incluidas albercas, y eso es cada semana”.

Hay vecinos que están de acuerdo con esto, porque les queda cerca el relajo, pero hay otros que no y son los clientes frecuentes de los que deben levantar actas a los vecinos ruidosos porque llegan los verificadores y les salen con el cuento chino de que es una fiesta “familiar”, pero cada semana es imposible.

Entonces, primero se les dice por las buenas que le bajen de intensidad a los decibeles para que dejen dormir a los que no les gusta su música y francachelas, pero como no hacen caso, entonces se les hacen actas y así se la llevan hasta que llegan a las multas y la clausura del lugar.

Sólo que hay una gran diferencia en hacerlo en un antro, bar o cantina que en un lugar privado, entonces es más complicado lidiar con este tipo de personas, hasta que se les pega donde sí duele, que es en el bolsillo.

Se les aplica lo mismo que a los lugares públicos en donde las multas mínimas son de 3 mil 500 a 45 mil pesos, dependiendo de lo que ocurra si es ruido con riña, consumo de alcohol por menores de edad y ahí se la llevan, a discreción de la autoridad y gravedad de la falta para ir aumentando esas dos cantidades que son las clasificadas como mínimas.