Fotografía relevante a la nota.

Fernando Alférez Barbosa
…nomás no entiende el muchacho…
Alfredo “El Mosco” Reyes
…inepto y rata…

UNA, DOS Y… ¡TRES! ¡COMENZAMOS!
GENIO Y FIGURA…

Nuevamente el expriísta, experredista, expanista, y ahora morenista Fernando Alférez Barbosa, vuelve a ser noticia en los medios de comunicación: acompañado de dos mujeres: “novia” y “suegra”, entró a una de tantas emborrachadurías, de la zona peatonal Arturo J. Pani Arteaga a echarse unos alcoholes entre pecho y espalda. La situación fue que sus invitadas, ya “a medios chiles”, se hicieron de palabras con una de las empleadas del lugar y la bañaron de improperios.

En otros tiempos las cosas no hubieran tenido consecuencias, pero en la actualidad, la mujer defiende sus derechos con la ley en la mano sin importar género, y ante el alud de insultos que las “damas del buen decir” le lanzaron a quien con esmero y diligencia les servía los “chupes”, sintiéndose importantes y poderosas por acompañar al “próximo señor gobernador”, se pasaron de lanza, por la que la víctima no lo pensó dos veces y llamó a la diligente policía para investigar qué clase de diablura estaba haciendo el conocido político que tiene fama de echarse una, otra, otra, otra y hasta que el cuerpo aguante.

Pero cuando llegó la tecolotiza, a ver qué purrúm, lo primero que Fernando “Alpédez” hizo fue cantar… “Yo no fui”.

Experto en derramar “lágrimas de cocodrilo, mezcladas con tráfico de influencias”, los cuicos, convertidos en juez y parte por órdenes de “Poncharello”, decidieron que “Pepe el Toro”, perdón, el esposo de la candidata de Morena, a la gubernatura de Aguascalientes, Nora Ruvalcaba Gámez de Alférez, era inocente, más no las finas personas que lo acompañaban.

Así es que “Alpédez” dejó morir solas a su “novia” y a su “suegra”, que fueron recibidas en bote, con una calientita sopa Maruchan, mientras que Fernando echaba bronca con los esbirros de “Paquín” (Presidente del Patronato de la Feria Nacional de San Marcos), para evitar ser presa de los abusivos cobros por el espacio, que rentan a precio de compra.

De eso no se sabe si “Alpédez”, quien por décadas ha obtenido permiso y espacio en la zona de restaurantes para instalar ahí su propia emborrachaduría, “en la cual –dice– no gana pero se divierte como enano y toma como Carlos Lozano de la Torre”, logró si no una cortesía, o un mejor precio por el espacio. En fin, me informan que Nora ya se está animando a pedir un préstamo bancario, para mandar a su “domador”, de vacaciones a Cancún de aquí hasta que pasen las elecciones, ¿será? Yo creo que no.

“Alpédez” en ese plan es capaz hasta de conmover, no sólo a Nora, sino a la mismita “Víbora” Morales, como ya sucedió en aquella ocasión en que le fue a lloriquear al venenoso crótalo con raíces en Teocaltiche.

En fin, haga el lector sus apuestas: ¿Se va “Alpédez” a tirarse de panza al sol a las hermosas playas de Cancún, o aquí se queda a rendirle honores al dios Baco y ponerle piedritas en el camino a su esposa Nora? Amiguitos: no dejen de leer el siguiente capítulo de “llegó borracho el borracho”, se van a divertir.

 EL HORROROSO, PERO LUCRATIVO ERROR DEL “MOSCO” REYES...

 Un error y horror que está pagando la ciudadanía, es el cometido por el inepto y corrupto exalcalde Alfredo “El Mosco” Reyes Velázquez, quien en campaña rumbo a la alcaldía en el trienio 1996-1998, derrotó fácilmente al candidato oficial Enrique Pasillas Escobedo (PRI), con una sola promesa: quitarle la concesión de agua potable y alcantarillado, a la empresa franco- mexicana que ahora se llama Veolia, pero que antes utilizó otras sociedades anónimas para taparle el ojo al macho.

Recuerdo muy bien que el entonces gobierno del partido aplanadora había decidido privatizar el servicio potable por 20 años, cosa que sucedió, pues estaba en la cúspide del poder Ernesto Zedillo Ponce de León, presidente de la República, Otto Granados Roldán, gobernador de Aguascalientes y Fernando Gómez Esparza, alcalde de la capital.

¿Quién le tosía al PRI? Nadie.

Pero pronto, la inteligente raza de bronce se dio color que la concesionaria era más abusiva que el propio gobierno, y las quejas en contra del PRIgobierno, por haber privatizado el suministro de agua potable, más el uso del drenaje (“impuesto por defecar y mear”) no se hicieron esperar.

Fue entonces que en la Panadería Mayor planearon utilizar la furia popular a su favor, y decidieron abanderar la causa, a través de su candidato Alfredo Reyes Velázquez alias “El Mosco”, quien gritaba constantemente: “¡Si el pueblo de Aguascalientes me favorece con su voto, le quitaremos a los franceses la concesión y nunca más volverá a privatizarse el suministro de agua potable!”.

¡Y tómala barbón! Se hizo la chica, pues ni el propio “Mosquetón” creía triunfar y ganó el PAN por primera vez la presidencia municipal de Aguascalientes.

En ese año, Otto Granados Roldán estaba a la mitad de su sexenio y, como los buenos machos no tuvo otra que aceptar la derrota: “No pex”, y aceptó la derrota de su buen amigo el “güevonazo”, pero millonario heredero, Enrique Pasillas Escobedo, Y todavía, en buena onda, Otto le soltó varios millones de pesos a “El Mosquetón”, para su “gobierno de transición”.

Fotografía relevante a la nota.

Alfredo González González
…”¡es suya, licenciado!”…
Martín Orozco Sandoval
…acabó con el mito…

Ya con los millones en su cuenta bancaria, lo primero que hizo Alfredo Reyes fue deshipotecar la casa de su señora madre y, con todo y prole, largarse de vacaciones con cargo al erario. Fue entonces que Alfredo perdió el piso, comenzó a alzar la vista y a caminar erguido: ya era uno más de la llamada clase inmortal, pues bastaba estirar la mano para que el billete le llegara ipso facto. Así las cosas, “El Mosquetón”, ya en Puerto Vallarta se sentía soñado, por lo que pa’bajo dejó de mirar.

Todo iba telativamente bien, sólo que un día de esos, Alfredo salió de su habitación, se dirigió a la alberca y se echó un clavado y… ¡Moles, ca..! ¡La alberca no tenía agua! Y por poco muere desangrado. Afortunadamente no sucedió, pero el golpe en la cabeza lo trastornó feamente: en definitivo perdió la cordura.

Llegando de vacaciones, de inmediato se compró (con los billetes de transición) una camioneta Suburban nue-veci- ta, rechinando de limpia, y de la edición de lujo que, de inmediato desentonaba con su casita de interés social en Colinas del Río, en donde el flamante vehículo no sólo quedaba a la intemperie, sino que obstruía el paso a los transeúntes que tenían que bajarse de la banqueta para continuar su camino, por lo que sus vecinos comenzaron a protestar: “¡Pinche Mosco!, todavía ni siquiera es alcalde y ya hasta tiene un Suburban que vale más que su negocio.

“Este güey va a salir más rata que ningún otro”, vaticinaron. Y no se equivocaron.

Así las cosas, “El Mosquetón” comienza a gobernar y comete pifia tras pifia: Intenta cumplir su promesa de quitarle la concesión a los franceses y lejos de hacerlo les da 10 años más de gracia: ¡30 años, carajo! Con total descaro, “El Mosco”, “La Mosca”, “sus Mosquitos” y una selecta comitiva vuelan a París, en viaje de negocios y placer; el panista y su prole regresan ajuereados de ropa francesa finísima, con abrigos de chingonsísima calidad que ni Otto tenía.

¿Y qué cree, el lector? Que “El Mosquetón” comienza a construir hermosa residencia con acabados finolis, en Jardines del Lago. Los tiempos de jodidez extrema fueron quedando en el olvido.

En tres años, el de Guanajuato robó más billetes que la Lotería Nacional en sus mejores tiempos: con la sola diferencia que nomás hizo un hogar feliz. El de él.

 NO SOMOS IGUALES: LEO MONTAÑEZ...

 Pasan los años y próximo a vencerse los 30 años de “gracia”, tocará al flamante gobierno de Leonardo Montañez Castro enmendar el horroroso error de “El Mosquetón” Reyes, caído en desgracia –políticamente hablando– desde que Felipe Calderón Hinojosa lo cesó vergonzosamente de su cargo como director del Fideicomiso Fondo Nacional de Habitaciones Populares (FONHAPO) pues lo sorprendió robando; ¿el año? Con mucho gusto: era 2008.

Desde entonces “El Mosco” no ha logrado un buen hueso, que ni falta le hace, por el hombre sigue podrido en billetes.

Pero hablábamos de Leo Montañez, quien verdaderamente está preocupado por la bronca que se le avecina: se le vence el contrato de 30 años de la concesión de agua potable y alcantarillado, que en su tiempo de jodidez firmó Alfredo Reyes, luego de pensarlo muy bien sobre su cama con el colchón saliéndole los resortes, en su diminutivo lecho conyugal de su casa de Colinas del Río.

Todo Aguascalientes cree que Leo no le renovará el contrato de concesión a la ratera empresa franco-mexicana Veolia y, que tal vez, se incline por un proyecto mixto Municipio-IP, pues Leo comulgó con “no somos iguales”, por lo que no caerá en la trampa en la que se metió Alfredo Reyes, decisión que no sólo le redituará buenos frutos a futuro, sino el reconocimiento de toda la raza que ya está hasta la madre de los abusos impunes de Veolia, que son considerados como asaltos en despoblado.

 “EL MARTILLO” QUE YA NO CLAVA...

 En sus tiempos de costurero en Guantes Vargas, Alfredo González González estaba destinado a vivir en la estrechez económica el resto de sus días; por eso, Alfredo peso que entraba a su bolsillo, peso que ahorraba con celoso afán, por lo que el obrero no gastaba ni en cigarros, otrora vicio muy socorrido o compartido, como el lector quiera llamar. Alfredo era tan avaro que pronto se ganó el mote de “El Martillo”, porque era muy marro.

Sin embargo eso lo ayudó, pues el músico de prostíbulos, Roberto Díaz Rodríguez, que lideró la CTM por más de 50 años en Aguascalientes, lo vio con buenos ojos, tanto así, que lo consideró como uno más de sus hijos.

Hábilmente “El Martillo” se hizo indispensable para ‘don Roberto Díaz’, quien conforme progresaba Aguascalientes, también él, puesto que el grupo de sindicalizados crecía y crecía. Pronto “El Martillo” se enseñó a manejar automóviles y su acercamiento con el vetusto líder fue creciendo: en cuanto apagaba el auto, corría para abrirle la portezuela a su “papá”.

“Papá” que lo hizo diputado federal al poco tiempo, y de ahí pa’l real: hacer billetes al por mayor, con sólo levantar el dedo: “¡Aprobado!”.

Y cuando Roberto Díaz perdió una pierna, “El Martillo” se volvió más indispensable todavía.

Cuenta la leyenda que, en vida, Roberto Díaz heredó su trono a dos de sus “pequeños chilpayates”: Jorge Rodríguez León y, por supuesto a Alfredo González, sólo tenían que esperar a que don Roberto “estirara la pata”.

Pero como el hombre no sólo se resistía, y ya sin las dos piernas seguía cosechando billetes al por mayor, por lo que los hijos desobedientes le dieron golpe de estado y ascendió Jorge Rodríguez León, y pactaron uno y uno. Tú primero y luego yo.

Le dijo Alfredo a Jorge, quien al cumplir su tiempo, le cedió la estafeta a “El Martillo”, tal y como estaba pactado: uno y uno. Craso error: En cuanto Alfredo González se sentó en la silla, ya no la soltó.

Acabó con sus opositores, tal y como aprendió a su “papá”: sacó a los más cercanos de la jugada, incluso, Rodríguez León, dolido por la traición de “El Martillo”, se retiró del sindicalismo y de todo lo que oliera a política, mientras que el resto de los supuestos “machuchos” hicieron fila para besarle la mano a “don Alfredo Corleone”, quien de inmediato fue aceptado por la mafia del poder, y hasta fue invitado por los “perfumados del Campestre” a jugar golf, en su exclusivo club. Pero le platicaba al lector que “El Martillo” ya no clava ni un clavo, por lo que entró en decadencia y fue abandonado.

Y ese abandono coincidió con su declive, a tal grado que sus esclavos de Nissan también le hicieron “fuchi caca” y en las pasadas elecciones la raza obrera de la industria japonesa, votó por la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de Mexico (CATEM), y le dio un patadón en el trasero a don Alfredo Corleone.

Sin embargo, las marrullerías de Corleone González son muchas, y se amparó pues se resiste a dejar el poder, pero ese amparo es como un mejoralito: “El Martillo” dejó de clavar y hasta sus mujeres lo abandonaron.

 PODEROSO ENTRE LOS PODEROSOS...

 Una anécdota. “El Martillo”, en tiempos de Otto Granados, la rifaba “chingón”, nomás estiraba la manos y hasta centenarios le llovían, por lo que en su basto harem tenía mujeres guapas, muy guapas, y solía lucirlas en el restaurante “Campeador”, otrora lleno de políticos y periodistas.

Una noche de esas coincidieron el secretario general de Gobierno, Jesús Orozco Castellanos “El Padrecito”, quien durante la cena, no le quitaba la vista a una de las mujeres que Alfredo presumía orgulloso a la vasta y envidiosa concurrencia.

Terminó de cenar Orozco Castellanos y acudió a la mesa de Alfredo para despedirse. El secretario general de gobierno llegó y, Alfredo, como resorte, saltó y se puso de pie. Hablaron poco, pero Orozco le susurró al oído, algo así como “¡qué guapa mujer!, pase la receta”.

Días después volvieron a coincidir en el Campeador y Alfredo llegó a la mesa de Orozco, acompañado de aquella hermosura y con, haciendo énfasis, le dijo: “¡Es suya, licenciado!”.

Mario Granados y yo, soltamos la carcajada, al igual que “El Padrecito”, pero ya no nos platicó si a esa guapa mujer la hizo o no “suya”. Las malas lenguas dicen que en un motel Orozco la conminó a dejar esa vida pecaminosa, aunque los enterados poco le creen, pues la señora estaba dos que tres. La neta: a Alfredo González sólo le faltó un grado para ser “padrote”; pero hoy el tiempo se la cobró y, “El Martillo” dejó de clavar.

 MOS ACABÓ CON EL MITO LOZANISTA...
 Y CON ESTAS ME DESPIDO...

 Por años, Carlos Lozano de la Torre nos vendió el mito de que su gobierno había salvado la economía de Aguascalientes y todavía hay uno que otro despistado que así lo cree, pero la verdad es que lo único que hizo “El Patrón del Mal”, fue endeudar más al estado: al que además puso en bandeja de plata a una sola empresa: Nissan.

Carlos Lozano le “regaló” cientos de hectáreas a los japoneses y hasta le emparejó el amplio predio, además de hacerles otras obras de infraestructura.

De empleos, los nipones no generaron los ofrecidos, pero Carlos Lozano los contabilizó como ciertos, al igual que las inversiones.

Cuento vil.

Y de eso nos enteramos oficialmente, con pelos y señales el pasado miércoles 30 de marzo, por boca propio del gobernador, Martín Orozco Sandoval (MOS): “Cabe señalar –dijo entre decenas de ‘cacas grandes’– que la inversión japonesa en Aguascalientes suma 6 mil 178.8 millones de dólares entre 1999 y 2021, representando el 21% del total del capital nipón en Mexico.

“Además en esta administración (2017-2021) las inversiones japonesas suman 2 mil 2668.8 millones de dólares, contra mil 729 mil 729.9 millones de dólares en el sexenio anterior”.

O sea: con MOS Nissan invirtió 938.09 millones de dólares más que CLT, en el sexenio anterior, lo que, por supuesto, generó más empleos sólo en Nissan.

De esta revelación fueron testigos: Makoto Uchida, jefe ejecutivo de Nissan Motor Company; Jeremie Papin, Chairperson de Nissan Américas; José Román, presidente y director general de Nissan Mexicana y Nissan Importers Business Unit; Joan Busquets, vicepresidente de Manufactura en Nissan Mexicana; y el secretario de Desarrollo Económico, Manuel Alejandro González Martínez; entre otros altos funcionarios.

 RECORDATORIO...

 Les recuerdo a mis 100 lectores, que las puertas de La Catedral del Periodismo, ubicada en Zaragoza 205, Centro, están nuevamente abiertas al público. Acá nos vemos. Me quedó un pomo de Chivas que los rateros no alcanzaron a llevarse.

¡Salud!

* (Columna publicada inicialmente en el semanario hermano TRIBUNA LIBRE el pasado jueves 31).