Por Benny Díaz

Fotografía relevante a la nota.

Rogelio Pedroza González (Foto: Archivo Página 24)

El suicidio y la homosexualidad han sido estigmatizadas, pues se cree que son “castigadas” por la Iglesia Católica, lo cual no es así porque “es como una madre que siempre arropa a sus hijos”.

El vocero de la Diócesis, Rogelio Pedroza González, reconoció que hasta hace unos años no se permitía dar misa de exequias a los suicidas, pero ahora ya se acepta porque se entiende que la persona llegó a un punto sin retorno porque tenía un sufrimiento atroz y no tuvo la contención suficiente para ver que sí hay salida.

“La ausencia de Dios en la vida de las personas, la pérdida de fe y las crisis familiares llevan a un estado alterado en donde hasta por Dios se sienten abandonados, por eso es importante que los padres escuchen siempre a sus hijos, que tengan diálogo sincero y les expresen amor, que se regrese al respeto hacia los mayores y que los abuelos sean vistos con la autoridad y dignidad que merecen”.

En un mundo que se mueve a una velocidad de vértigo, se ha perdido el sentido de comunidad y se ha entrado al individualismo, lo que lleva al ser humano a un punto en donde se siente solo, aislado e incomprendido.

“Es triste –dijo- que las generaciones de ahora no acepten tener hijos y opten por un matrimonio sin descendencia o que opten por suplantarlos con mascotas a las que ‘humanizan’, y eso tampoco debe ser. El fin de ese sacramento es que la pareja se reproduzca y forme una familia”.

Mientras que a los homosexuales no se les cierran las puertas en el catolicismo “porque en la Iglesia no se rechaza a nadie, pero lo que no avala es la unión entre personas del mismo sexo porque no se cumple con el mandato divino, que es la de reproducirse. La familia comienza a conformarse con la unión de un hombre y una mujer, pero quienes tienen inclinaciones sexuales diferentes no son rechazados, siempre se les recibirá si aceptan cumplir con los preceptos de Cristo”.

Eso quiere decir que aceptan su condición de homosexuales, pero es vivir en celibato y aferrarse a los preceptos de la iglesia en ese tema.