Por Diana Rivera Bonifaz

SEGÚN EL Human Rights Watch, la brutalidad policial en Estados Unidos es una de las violaciones a los derechos humanos más grave, controversial y perdurable. Este es un problema que se encuentra dentro del sistema federal y está institucionalizado. En los últimos años, el movimiento Black Lives Matter, en conjunto con las redes sociales y los medios masivos de comunicación, han logrado captar la atención de la comunidad global y de los organismos internacionales. Ante este panorama, los ciudadanos estadounidenses y la opinión internacional han exigido al gobierno federal rendir cuentas en torno al tema.

SIN EMBARGO, la brutalidad policial no sólo es un tema de seguridad nacional, también es un tema de discriminación racial histórica y estructural. Cada año mueren más de mil personas por la acción, justificada o no, de la policía. Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), en el año 2018 aproximadamente 85 mil personas fueron víctimas de intervenciones de la fuerza pública.

EN UN ESTUDIO titulado “Muertes por uso de fuerza letal por parte de las fuerzas del orden” por las autoras Sarah DeGue, Katherine A. Fowler y Cynthia Calkins, las dos primeras de la División de Prevención de Violencia de los CDC, se confirmó que la sexta causa de muerte en Estados Unidos entre hombres de 25 y 26 años fue por causa de una confrontación violenta con la policía. Asimismo, las autoras destacaron que los hombres negros tienen 2.5 más probabilidad de ser víctimas de brutalidad policial.

LOS ESTUDIOS, y los casos como el de George Floyd y Trayvon Martin, demuestran que la comunidad afroamericana es más vulnerable a sufrir de discriminación y violencia por parte de la policía. Sus derechos humanos son violentados por el simple hecho de no pertenecer al “estándar” blanco estadounidense. La supremacía blanca en Estados Unidos ha generado una onda de terror contra la comunidad negra. Sus vidas corren peligro.

PERO, ¿Y la salud pública? ¿Qué tiene que ver con la brutalidad policial? ¿Cómo está ligado? Pues bien, según el estudio anterior las estadísticas demuestran que la brutalidad policial es un asunto de salud pública puesto que estos encuentros violentos generan “efectos nocivos” para víctimas directas e indirectas. Las autoras afirman que debemos “tratar la violencia policial como un problema de salud pública pues tiene profundas consecuencias para la salud pública, la democracia y la estratificación racial”.

LA COMUNIDAD afroamericana en Estados Unidos debe permanecer en constante alerta puesto que la policía puede actuar en contra de ellos y confrontarlos por una “actitud sospechosa”, como fueron los casos de Floyd y Martin, en 2020 y 2013 respectivamente. Al ser los chivos expiatorios de Estados Unidos, según la Asociación Médica Estadounidense (AMA, por sus siglas en inglés), los negros tienden a padecer más estrés y ansiedad, presión arterial alta, diabetes y asma.

“LA INVESTIGACIÓN demuestra que las comunidades marginadas racialmente están sujetas de manera desproporcionada a la fuerza policial, y existe una correlación entre la vigilancia y los resultados adversos para la salud”, dijo la AMA en un comunicado tras el caso de George Floyd.

LA INSTITUCIÓN demuestra que la violencia policial deja no sólo traumas físicos, sino también psicológicos. La violencia estructural que vive la comunidad negra está en diversas áreas de su vida. Existe una discriminación racial y está latente en nuestra actualidad, simplemente que la más tangente es la brutalidad policial. Esa es la violencia que podemos ver, pero no es la única.

EN SUS estudios, la AMA comenta que “el trauma de la violencia en el curso de la vida de una persona se asocia con estrés crónico, tasas más altas de comorbilidades (coexistencia de dos o más enfermedades en una misma persona) y menor esperanza de vida, todo lo cual conlleva una gran atención y carga económica en nuestro sistema de atención médica”.

LA SALUD mental y la vida de las personas está en riesgo. La brutalidad policial es solo una de las tantas muestras de discriminación estructural hacia la comunidad afroamericana. Nadie debería tener miedo al salir de su casa. Nadie debería de sufrir de ansiedad por el simple hecho de existir en un país que se hace llamar “la tierra de los libres”. La brutalidad policial es un asunto de salud pública y debería de ser atendido también de esa manera.

EL FALLO emitido por el juez el lunes 20 de abril de 2021 en el caso de George Floyd marcó un gran paso en la historia estadounidense. Pero nos falta mucho. Nos hacen falta reformas más profundas para atajar la violencia policial en Estados Unidos. Nos hace falta reformar la estructura. Nos hace falta reformar nuestra mentalidad.