Por Adrián Gerardo Rodríguez*

Portada de la revisa La Reacción (?), del 29 de septiembre de 1941

Portada de la revisa La Reacción (?), del 29 de septiembre de 1941

NÚMERO UNO: la fundación del Partido Acción Nacional en 1939 es producto de un momento de la historia de México, en el que el nazi-fascismo se vio como una alternativa ante los avances sociales del programa de gobierno del general Lázaro Cárdenas. Eso convierte al PAN en hermano de otro grupos y partidos de derecha y ultraderecha que nacieron en el periodo de entreguerras en México y Occidente, como reacción al comunismo y al socialismo: desde la Unión Nacional Sinarquista, el movimiento cristero y la Acción Revolucionaria Mexicanista (las famosas Camisas Doradas), hasta la falange y el franquismo en España, el fascismo en Italia y el nazismo en Alemania. Número dos: después del fracaso del nazi-fascismo, el PAN se vio en la obligación de maquillar su historia para mostrarse como un partido democrático, humanista y –para unos– liberal, y con ello llegar a conquistar puestos de elección popular hasta obtener la presidencia de México, en el año 2000. Estos son los dos principales hechos que Rafael Barajas El Fisgón logra comprobar de manera contundente en La Raíz Nazi del PAN. Contrarrevolución y fascismo en México (Editorial El Chamuco), investigación vuelta a editar por segunda ocasión el año pasado, con correcciones y aumentos respecto a la primera del 2014.

ES NECESARIO detenerse en algunos detalles argumentativos y documentales que ofrece Barajas para afirmar que las cosas sucedieron así. En torno a los vínculos ideológicos –directos e indirectos– entre el PAN y la derecha y ultraderecha local e internacional, el también caricaturista correlaciona varios fenómenos y personajes. Por ejemplo, demuestra que la doctrina facturada por el ideólogo del fascismo francés, Charles Maurras, y su asociación “Liga de Acción Francesa”, estaban en el nombre y la base doctrinaria del PAN, quien lo asimiló tanto por la vía eclesiástica como por la política. Para ello, Barajas revisa la tesis y textos de los principales ideólogos de este partido: Manuel Gómez Morín y Efraín González Luna. Al igual que el francés, ambos mostraban un anhelo por volver a un orden político colonial, que relacionaban con el orden, la jerarquía y la monarquía. En México, ese anhelo apuntaba a desmontar las políticas liberales del siglo XIX y las de la Revolución mexicana.

LA PRUEBA más clara de la relación del PAN con el fascismo, Barajas la expone cuando recurre a documentos oficiales del PAN y a libros de Gómez Morín, que revelan sus simpatías por el régimen del general Francisco Franco en España y su animadversión hacia el gobierno de Lázaro Cárdenas No obstante, el documento que deja sin lugar a dudas el lazo entre el nazi-fascismo y el PAN, es una revista llamada La Reacción (?). Barajas sólo da algunos datos aislados que se saben de esta publicación: que se fundó en 1938 y circuló hasta 1942; su director fue Aquiles Elorduy, aguascalentense, fundador del PAN y germanófilo. Agrega el autor que “entre 1943 y 2013 este papel pasó al olvido y se publicaron pocas referencias sobre su existencia”; anota, además, que es probablemente que la revista fuera financiada por la embajada de Alemania en México (aunque no ofrece pruebas de ello). A través de la línea editorial de La Reacción (?) conspicuos intelectuales mexicanos expresaron sus ideas anticomunistas y antisemitas, así como su apoyo a las políticas de Hitler y Franco. Entre otros, personajes como Gerardo Murillo (Dr. Atl), Alfonso Junco, Nemesio García Naranjo, Eduardo Pallares y Manuel Gómez Morín.

POR OTRA parte, Barajas ofrece un recuento bien documentado del viraje aparente del PAN hacia la democracia, el humanismo y el liberalismo en la segunda mitad del siglo XX, mismo que algunos intelectuales (como el historiador a Enrique Krauze), en su búsqueda de una alternativa política al PRI, vieron como buenos ojos y maquillaron a sus fundadores Gómez Morín y González Luna, para presentarlos como auténticos apóstoles de la anhelada democracia, omitiendo sus perfiles nazi-fascistas. La cuestión, apunta Barajas, es que al llegar a la presidencia, el PAN mostró su verdadero rostro, aquel con el que León Trosky se refería al fascismo como “el partido de la desesperanza contrarrevolucionaria”. Larga es la lista de agravios que fueron cometidos por el PAN contra el bienestar de la población mexicana en el periodo neoliberal, que no vamos a nombrar aquí. Quede solo como ejemplo local, que recientemente el padre de la alcaldesa de Aguascalientes, Tere Jiménez, en su visita a un colegio por el día del maestro, además de llamar al voto por el partido de su hija en estas elecciones (el PAN), expresó su deseo de que algún día todas las escuelas fueran privadas.

SIN LUGAR a dudas, dentro del neoliberalismo del actual PAN perviven los genes del fascismo. Por eso es necesario que el libro de Rafael Barajas sea discutido y analizado por la población mexicana, reconozca la cara sin máscara del PAN y se organice para que no vuelva al poder.

*Historiador