Por Monserrat Vázquez

Oposición frívola (Foto: Archivo/ Armando Monroy/ Cuartoscuro)

Oposición frívola (Foto: Archivo/ Armando Monroy/ Cuartoscuro)

¿LA OPOSICIÓN estará consciente del México que quedó después de 33 años de régimen neoliberal? Me es complicado creer que sí. Cada vez que arrojan un insulto, un prejuicio o una incitación al magnicidio, pocas ocasiones vienen acompañados de una crítica fructuosa sobre el Plan Nacional de Desarrollo, el proyecto de inversión para la refinería de Dos Bocas, el programa de becas, la situación actual de los derechos humanos o la forma en que el gobierno federal está enfrentando el problema de inseguridad y violencia. Y hay tantos temas que merecen nuestra observación y crítica, pero normalmente, los discrepantes del presidente encuentran sumamente difícil separar su opinión del arraigado clasismo y creen que quien simpatizar con el gobierno de López Obrador (un 83% de la población, según las encuestas) tácitamente tiene el cerebro pequeño. Es sencillo deducir el tipo de razonamiento al que llegan estos ciudadanos al creer fervientemente que la situación en México era mejor antes de que AMLO llegara al poder, que cinco meses de gobierno son suficientes para realizar un diagnóstico minucioso e incluso pensar que personajes que jamás figuraron como opositores al régimen o tenido una trayectoria activista, (Chumel Torres y Callo de Hacha, este último con contratos comprobados por más de 60 millones de pesos que recibió del gobierno de EPN), de pronto se hayan convertido en acérrimos antagonistas del régimen.

NO HACE falta poner mucha atención en la frivolidad de la crítica que realizan, muy diferente al tipo de diagnóstico de académicos y especialistas para concluir que la finalidad es objetar y pronunciarse en contra, aunque no se sepa muy bien de qué. Sin embargo y lo alarmante de todo esto, es que hay una gran irresponsabilidad en esta oposición, pues la irreverencia de concebir al status quo como contrapeso a un régimen social demócrata resulta inverosímil. La ideología neoliberal y la subjetividad burguesa de la que hemos hablado anteriormente sobre esta incapacidad de pensar más allá de los privilegios de nuestra propia clase media, de cuestionar los dogmas socioeconómicos sobre los cuales nuestra educación dentro y fuera de casa ha sido llevada a cabo y  han tratado de simplificar la lucha de clases y reducirla a un estado aspiracional donde el pobre es pobre “porque quiere” aunque hayan 30 millones de mexicanos en empleos informales, sin ningún tipo de protección social o prestaciones laborales, el índice de pobreza muestra que hay 55 millones de mexicanos en situación de pobreza (un aumento de dos millones cada dos años según cifras del CONEVAL), víctimas de desplazamientos, desapariciones forzadas, violaciones graves en materia de derechos humanos; en fin. Si bien la tarea que enfrenta México y el gobierno federal es la más difícil, irónicamente los críticos al nuevo régimen son quienes anteriormente simpatizaron con los gobiernos que nos llevaron a la situación actual. No es un camino parejo y sin adversidades el que yace frente a todo mexicano que ame su patria. No será fácil desprenderse de conductas adyacentes a nuestra idiosincrasia y tan lamentablemente arraigadas en ella.

SIEMPRE HE defendido a las ciencias sociales como el baluarte del pensamiento crítico que busque consolidarse más allá del eurocentrismo, pues por sí mismo no es suficiente para comprender las realidades en América Latina más allá del positivismo y el empirismo, y pues la política cambia constantemente y mucho más allá de tomar la forma de los modelos democráticos convencionales. Si idealmente el estudio de las ciencias sociales deviene en la descolonización de las cabezas, es necesario construir una posición fuerte que esté en permanente comunicación entre la práctica política y la reflexión teórica. Pero ojo, esto no significa que solo los grupos de intelectuales convencionales detentan el conocimiento, que la verdad solamente la tienen las élites y esto signifique en dejar la gran responsabilidad del análisis de nuestra realidad en sus manos. La reflexión que nuestra coyuntura demanda, y en un total sentido Gramsciano, trabajar nuestro intelectual colectivo por una sociedad que pueda superar el pensamiento hegemónico. Suena más difícil de lo que es, pero en realidad todo depende de la forma en que nos organizamos en nuestra familia, con nuestros amigos, en nuestros propios barrios. La sociedad y sus individuos aún no ha descubierto la fuerza de su inercia entre sus ideas y el actual político, y es importante que sepan que la actividad intelectual no pertenece a los privilegiados, ni que una situación de privilegio inherentemente deriva en una lucidez intelectual, ya lo ha demostrado bastante la oposición en México desde que AMLO tomó posesión. La transformación de la realidad, las instituciones y las relaciones sociales no ocurrirán por sí solas, y para ello, debemos cuestionar nuestros modelos culturales para contrarrestar el pensamiento hegemónico. La oposición no logrará esto mientras no haya superado estos sesgos culturales que le impiden reconocer en la sociedad a los sectores oprimidos.