Por Carola Galindo*

Donald Trump, presidente de EU (Foto: Archivo/Xinhua)

Donald Trump, presidente de EU (Foto: Archivo/Xinhua)

HEGEMONÍA, DEFINIDO por la RAE como la supremacía que un Estado ejerce sobre otros. Es bien sabido que Estados Unidos ha ocupado ese puesto desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Las otras dos naciones que han ocupado este puesto fueron las Provincias Unidas de los Países Bajos y el Reino Unido, en su momento. Generalmente la hegemonía tiene una temporalidad de poco más de un siglo y consta de cinco fases: emergencia, despliegue, auge, declive y extinción.

EN LA FASE de emergencia, las naciones tienden a adoptar una ideología progresista o revolucionaria ya que buscan dar un cambio significativo a la forma de vida de las personas. Después, en el despliegue y auge las naciones tienden a adoptar la ideología liberal, para poder mantener, mostrar y consolidar su poder ante los actores del escenario internacional, sobretodo a través del libre mercado, en materia económica. Por último, en las etapas de declive y extinción, se tiende por adoptar una ideología conservadora, debido a los fallos que provoca el liberalismo en las etapas anteriores a nivel interno. Esto, ocasiona críticas y rechazo hacia su poderío y su política internacional en general.

AHORA BIEN, ¿hace sentido lo que se vive en EEUU, con lo antes mencionado? ¿Está verdaderamente en las últimas fases de este ciclo? ¿Cuánto tiempo tardará en extinguirse como tal y hasta qué grado se extinguirá?

A MANERA de recapitulación sabemos que EEUU aprovechó su escasa y tardía participación en la Segunda Guerra Mundial, su estabilidad y capacidad de producción local para posicionarse como la nación salvadora. Se volvió el modelo global en materia económica, social, política y cultural. El dólar se convirtió en la reserva monetaria mundial, los “años dorados” comenzaron y con ellos el elevado nivel de vida de todos los estadounidenses.

EN ESOS momentos nadie se atrevía a cuestionar su capacidad de liderar, de imponer ni de su poderío mismo. Todo marchaba a su favor hasta los años setenta, cuando empezó a caer el gigante sin que nadie se percatara. Comenzó a caer de una manera silenciosa sin provocar la más mínima sospecha de que hoy, la comunidad internacional, se estaría cuestionando su poderío, como nunca antes.

FUE DETERIORANDO su imagen poco a poco, a través de decisiones personales de los distintos presidentes o de decisiones colectivas de los republicanos o demócratas, que tenían una repercusión significante para los otros países.

LOS PRIMEROS signos de esa caída libre pero lenta fueron los de la esfera económica. La producción incesante se alentó y el crecimiento económico se redujo casi a la mitad. Incluso, pasó a ser de una nación acreedora a una deudora. Ahora bien, ¿qué fue lo que provocó los primeros indicios de la caída del gigante? Sin duda alguna fueron cuestiones al interior de los EEUU y no en el exterior como varios autores claman al día de hoy. Como en la cotidianeidad, es más fácil culpar al otro por los errores propios, requiere de menos explicaciones.

NO SE HABLA de una extinción como tal, de dejar ser. Se podría hablar de una extinción a manera de dejar de imponer, de ceder, de marcar pautas. Ya que una extinción es prácticamente imposible por el tamaño de su economía, su influencia en la política mundial y sus alianzas de dependencia con distintos países, en todos los niveles.

HABLANDO DE otros países se puede voltear a ver a China como el competidor más poderoso por la hegemonía mundial. No olvidemos a Rusia o a los países emergentes como India e Indonesia, que están repuntando como nunca antes en las esferas económicas y políticas. La mayoría de estos países alternativos con un tinte oriental en vez de occidental, con nuevas formas de “hacer las cosas”. Algo distinto a lo que el escenario internacional está acostumbrado, una alternativa a la crisis global.

ADEMÁS, CON este deterioro se habla sin duda de la posible extinción del capitalismo occidental. Aquel que ha liderado el orden mundial aproximadamente desde los 30’s. Las evidentes deficiencias del mismo son la raíz de que los expertos se cuestionen, cada vez, más su pertinencia para moldear las dinámicas internacionales y locales. Se le llama, crisis estructural, ya que la base de casi un siglo se está tambaleando.

AUNADO A lo anterior, se puede inferir, que se está cumpliendo el antes mencionado “ciclo hegemónico”. Ya se vivió la emergencia (después de la Segunda Guerra Mundial), el despliegue (cuando fue la nación impositora a los estándares a nivel internacional), el auge (cuando el dólar se convirtió en la moneda de reserva internacional), el declive (con las dos grandes crisis económicas y los errores recientes que ha cometido, su incoherencia e inconsistencia) y ahora, falta la extinción. ¿A cuánto tiempo estamos? ¿Qué tan probable es? ¿Es beneficioso para la comunidad internacional, o no? ¿Quién tomará su lugar? …

ESTOS CUESTIONAMIENTOS son sólo el comienzo del fin de Estados Unidos, nadie sabe cuánto tiempo tardará, ni qué tan profundo será… de lo único que se puede estar seguro es que, como dicen, “lo único permanente es el cambio”.

*Estudiante de la licenciatura en Relaciones Internacionales en el Tecnológico de Monterrey