Por Enrique Halder Castillo

Antonio Gramsci | Norberto Bobbio

Antonio Gramsci | Norberto Bobbio

CUANDO PENSAMOS en la figura del intelectual, lo primero que se nos viene a la mente puede ser: ¿Quiénes son realmente? ¿A qué se dedican? ¿Cómo te conviertes en uno? ¿De dónde viene el término?

ÉSTAS SON sólo algunas de las dudas que pueden aparecer de manera instantánea cuando escuchamos hablar de los intelectuales. Hoy en día es un término que incluso da la impresión de haberse normalizado y, aún más cuando las redes sociales y el internet han ayudado, a la difusión y evolución de la participación directa sobre temas de actualidad y la agenda diaria de cualquier país, en cualquier situación y momento.

 EL CONCEPTO como tal, tiene su primera aparición oficial en el caso Dreyfus, según Enzo Traverso, el caso Dreyfus es un momento fundacional para el término, “el primero en utilizarlo con su significado actual es sin dudas George Clemenceau el 23 de enero de 1898, cuando alude a la petición en defensa del capitán Alfred Dreyfus en su diario L’Aurore”. (1) El capitán Alfred Dreyfus, miembro del ejército francés y cuyo caso causó disturbios y manifestaciones en Francia, fue acusado injustamente de haber entregado secretos militares a los alemanes, siendo imputado por alta traición, duró varios años en la cárcel y su juicio se convirtió en uno de los más polémicos de la historia, comprobándose su inocencia y otorgándole el perdón a pesar de haber pasado alrededor de 12 años en prisión. Es considerado uno de los casos de xenofobia y antisemitismo más importantes en la historia moderna. (2)

DICHO ESTO, vemos que durante gran parte del siglo XIX y XX el concepto de intelectual ha ido tomando forma y se ha ido consolidando dentro de las sociedades contemporáneas. Desde la aparición de los hommes de letres, hasta los intelectuales 2.0 que hoy en día nos encontramos en las redes sociales la opinión hecha pública, acompañada de la responsabilidad y el compromiso social se han convertido en parte fundamental de las sociedades contemporáneas. En el caso actual y atendiendo al presente mexicano, el intelectual que tiene muchas caras, se ha encontrado en una confusión frecuente sobre su papel en la sociedad.

 ANTONIO GRAMSCI define al intelectual tradicional como “un productor de conocimiento y un creador de ideas pero no cumple esta función por fuera de la sociedad, que está dividida en clases. Por consiguiente expresa la visión del mundo de las clases y moldea las herramientas mentales modernas”. (3) Para quienes poseen tal tarea, el trabajo intelectual se convierte en un trabajo que debe ser ejercido con responsabilidad. A lo largo de la historia, y en los momentos considerados críticos del mundo, los intelectuales han estado ahí. Movimientos como el fascismo italiano, la Alemania Nazi, y el franquismo español, fueron lugar donde la actividad intelectual tuvo dos frentes, por un lado los ideólogos del régimen y por otro lado la oposición informada y crítica, sólo por mencionar algún caso. Aunque en el caso de los totalitarismos, la figura del intelectual suele ser perseguida y atacada, pues es un término no aceptado por su postura crítica al gobierno, violentando de forma directa a aquellos considerados como intelectuales, pero dando lugar a un antiintelectualismo que forma su propio grupo de ideólogos.

 EL CASO mexicano se encuentra ahora mismo en un momento interesante de trabajo intelectual, la llegada del nuevo gobierno y su forma de hacer política, han provocado un debate en la opinión pública pocas veces visto en los últimos años. Las redes sociales que se han convertido en ese aparador y diario de opiniones personales, han coadyuvado para que suceda este fenómeno, por ejemplo la red social de Twitter que cuenta con una gran cantidad de miembros especialistas que forman una comunidad, ha pasado a ser el principal campo de batalla ideológico en la política mexicana, no es raro ver las discusiones diarias entre distintas personalidades de la política y cultura mexicanas, que van desde los ex presidentes hasta los periodistas más renombrados, e incluso los youtubers.

ESTE NUEVO abanico de opiniones que han abierto las redes sociales, ha hecho aún más importante el trabajo del intelectual, esta figura hoy tal vez como nunca, debe tomar la batuta de la responsabilidad en la creación del conocimiento en la era de la información. Lo que hace esto aún más complicado hoy en día, son estos intelectuales orgánicos que difícilmente se apegan a principios propios y su defensa, es decir son camaleónicos y no se definen en alguna corriente u otra, lo que hace aún más complicado el panorama en aras del debate público. También es importante aquí retomar lo que Norberto Bobbio califica como “la visión utilitarista del experto que no se compromete por valores, utiliza sus competencias para orientar al poder vigente, y desempeña un papel ideológico nada despreciable”. (4) En este sentido el problema recae cuando estos expertos tienen una especie de miedo a la definición, cuando se les acusa de neoliberales, lo niegan rotundamente, o cuando se les define como cercanos al poder, parece que sufren una especie de espasmo alérgico a las verdades expuestas en sus posturas. Esto en lugar de enriquecer el debate, lo obstaculiza pues pierde sentido cuando las definiciones asustan y no son defendidas y argumentadas. En México este fenómeno se presenta con bastante regularidad, es raro encontrar en aquellos que se puedan denominar como intelectuales, a personajes que tengan claros sus principios, ya sean de derechas, izquierdas, o de cualquier otra corriente política e ideológica. En lo personal yo no le veo ningún problema a esto, el problema viene precisamente en esa indefinición personal que se escuda en el argumento del ataque sin sentido, cuando en realidad la responsabilidad del intelectual, es afrontar sus posiciones y defenderlas con la crítica y la argumentación necesarias para poder así desarrollar bien su papel en la sociedad, de lo contrario se convierten en simples replicantes de mentiras cómodas que en realidad no aportan nada al debate público.

 SERÍA MÁS productivo encontrar los frentes definidos, pues como en el caso de los economistas neoliberales, que son representados en varios estados y que “pretenden encarnar una posición neutral, cuando en realidad defienden intereses de clase, y esto aplica también para filósofos y escritores mediáticos que pasan de “un príncipe” a otro sin distinción de color político”. (5) En realidad esta transformación del intelectual tiene que ver con las transformaciones históricas y la pérdida o amenaza a los privilegios de clase que usualmente pasan en las coyunturas históricas. De ahí la importancia de los intelectuales de recobrar esa responsabilidad que tienen a la hora de intervenir en la escena política de su sociedad, y en realidad de su escena social en general. Por último la frase de Régis Meyran nos hace recordar la importante tarea que se avecina “Huérfanos de nuevas utopías, desconectados de los movimientos sociales jóvenes que no los reconocen como portavoces, los intelectuales deben volver a definirse”. Esto implica a su vez la autocrítica y admitir la ceguera consciente o inconsciente que han tenido durante muchos años, pero sin que eso implique repudiar en forma maniquea sus antiguos compromisos.

 Notas

1. TRAVERSO, Enzo, ¿Qué fue de los intelectuales? Ed. Siglo XXI, 2014, Argentina, p.19

2. http://institucional.us.es/revistas/ philologia/16_1/art_3.pdf (Consultado el 1/04/2019 5:06 pm)

3.TRAVERSO, Enzo, Op. Cit. p.29

4. Ibid., p.44

5. Idem.v