Por Samantha Reneé Villa González*

Migrante sobre el muro fronterizo (Foto: Archivo/ Diego Simón Sánchez/ Cuartoscuro)

Migrante sobre el muro fronterizo (Foto: Archivo/ Diego Simón Sánchez/ Cuartoscuro)

ESCUELAS QUE se dedican a la enseñanza del inglés sobran en todo el territorio mexicano. Si bien en las ciudades grandes su presencia es mucho más notoria, en las ciudades medianas y pequeñas éstas se pueden encontrar también, aunque en menor densidad. Si nos vamos más cerca, la enseñanza del idioma inglés en la educación pública mexicana si bien no es obligatoria, se imparte en muchas escuelas desde el nivel básico hasta el nivel medio superior.

MUCHOS MEXICANOS se preocupan por hablar inglés ya sea porque es el idioma de la globalización, por familia en Estados Unidos, porque es una herramienta para la vida profesional, por sobresalir o por muchas otras razones. Algunas madres llevan a sus hijos desde la etapa prescolar a escuelas bilingües y así continúan hasta la preparatoria en ocasiones. El éxito de esta estrategia es una historia diferente y tema de otro texto. Centrémonos en el eje central del deseo cada vez mayor de querer aprender inglés y la importancia que tiene. Si bien los motivos expuestos previamente por los cuales los mexicanos deciden aprender inglés son importantes y no se les restan valor, ¿por qué los mexicanos no estudian inglés para entender la estrecha relación entre México y Estados Unidos?

LA ESTRECHA relación entre estos dos países abarca cuestiones políticas y económicas y otras poco conocidas, pero no menos importantes. En primer lugar, desde lo ocurrido en 1847 es una necesidad para México el estudiar los movimientos de Estados Unidos y como estos lo afectan; recordemos lo ocurrido en la intervención de ese año y lo que trajo como consecuencia: la firma de la Paz de Guadalupe-Hidalgo mediante la cual el vecino del norte se anexó los territorios actuales de California, Nevada, Utah, Nuevo México, Texas, partes de Arizona, Colorado, Wyoming, Oklahoma y Kansas. Aunado a este evento, mexicanos y estadounidenses tenemos mucha más historia común que pasa por el reconocimiento de México como país independiente hasta las cuestiones actuales de migración. Si avanzamos en la línea del tiempo y nos posicionamos en el tiempo presente encontramos un problema que ambas naciones comparten: la frontera norte (México) sur (Estados Unidos). Las ciudades fronterizas representan un enorme reto para ambos países considerando los problemas de inseguridad, bajo desarrollo humano y calidad de vida que ahí se viven; ciudades como Matamoros y Brownsville son ciudades que legal y efectivamente son diferentes, pero las dinámicas de vida convergen para formar una identidad diferente de la puramente mexicana/estadounidense.

CABE LA posibilidad de que lo descrito en el párrafo anterior no tengan un impacto que se sienta cercano para mucha población, pero avancemos. Las cadenas de comida rápida estadounidenses están presentes en la vida de muchos mexicanos, restaurantes como McDonald’s, Burger King, KFC entre muchos otros juegan un papel importante al no sólo incorporarse en la dieta de las personas, sino al empezar a formar parte de las dinámicas sociales cotidianas. En algunas escuelas de los estados del norte de nuestro país las costumbres estadounidenses tienen un lugar bien definido; el Halloween, Día de Gracias y ciertas prácticas de Navidad convergen con lo mexicano y se crea una fusión que tal cual como ocurre en las ciudades fronterizas genera una identidad diferente. Desde mi experiencia al vivir en la ciudad Victoria de Durango, capital del estado homónimo, los elementos de la cultura que mi familia y yo adquirimos aún siguen muy presentes en nuestra vida actual. Halloween es una celebración muy importante en mi seno familiar tal como lo era para muchos compañeros y amigos de mis escuelas primaria y secundaria, puesto que siempre dentro de los mismos espacios escolares hacíamos festividades tanto para esta fecha como para Día de Muertos. Un amplio número de mis compañeros tenían doble nacionalidad –mexicana y estadounidense– y así como se sentían identificados durante las festividades mexicanas se sentían con el 4 de julio y el Día de Gracias.

EL MODELO de vivienda en el que una gran parte de la clase media y media alta de la sociedad mexicana vive tampoco difiere mucho del modelo que siguen esas mismas clases en Estados Unidos: una casa de dos pisos con cochera al frente y un jardín o terraza en la parte trasera. El modelo familiar tampoco es la excepción: una familia conformada por madre, padre, dos o tres hijos y una mascota (generalmente un perro). La sociedad estadounidense actualmente posee un papel como modelo universal; el hecho de que los mexicanos sigamos sus pautas para nuestras dinámicas sociales y familiares muestra el peso que tiene dentro de nuestro país, pero no sólo eso, sino que, al hacerlo, quizá, de manera “inconsciente”, se busca la aprobación de dicha sociedad. Si se tienen procesos democráticos como los estadounidenses ellos aplauden, si una universidad cumple con los estándares educativos de dicho país entonces se habla de una educación excepcionalmente buena y de calidad, si la población mexicana comparte valores y morales estadounidenses entonces habrá una relación de cordialidad y apoyo mutuo, si México busca intereses y maneja una agenda alineada con Estados Unidos entonces se tiene básicamente el paraíso ganado. Esto no es intrínsecamente malo o detestable ni mucho menos nos resta valor o autonomía como país soberano que somos, sino más bien enriquece nuestra propia sociedad y demuestra aún con más fuerza el por qué es necesario estudiar a nuestro vecino. Aunado a que recibir y adaptar la influencia estadounidense es natural considerando la cercanía geográfica y el poder de opinión pública estadounidense.

QUEDA ENTONCES de manifiesto cual es la necesidad de estudiar a Estados Unidos como ente independiente del idioma inglés. El estudiar inglés es indiscutiblemente necesario para distintos ámbitos de la vida de niños, jóvenes y adultos, y por supuesto éste también nos acerca como sociedad a conocer un poco mejor a nuestro vecino del norte, pero no por completo. El inglés, considero, es el primer paso de varios para entender a Estados Unidos y su influencia sobre nosotros. No se puede estudiar el idioma e ignorar por completo su historia, no es suficiente que haya mil y una escuelas que lo enseñen o que se incorpore a los planes educativos, no hace falta repetir las razones. Como sociedad mexicana tenemos el deber –casi obligado– de interesarnos, preocuparnos y estudiar a Estados Unidos como agente político, económico, cultural y social y no sólo como “aquellos” que hablan inglés, nos proveen de entretenimiento y productos, pero son ajenos.

@Samanth25113016

*Estudia la Licenciatura en Relaciones Internacionales en el Tecnológico de Monterrey Campus Guadalajara