Diego Fernández de Cevallos Ramos, Manuel J. Clouthier del Rincón, Rosario Ibarra de Piedra, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Luis H. Álvarez, en 1988, unidos contra el descomunal fraude para imponer a Carlos Salinas; a la muerte de “Maquío”, se institucionalizó el PRIAN

Diego Fernández de Cevallos Ramos, Manuel J. Clouthier del Rincón, Rosario Ibarra de Piedra, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Luis H. Álvarez, en 1988, unidos contra el descomunal fraude para imponer a Carlos Salinas; a la muerte de “Maquío”, se institucionalizó el PRIAN

* UNA, DOS Y… ¡TRES! ¡COMENZAMOS!
¿LO RESUCITARÁN?

Pocos creen que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) pueda “resucitar”, después de la andanada de votos –más de 30 millones– con que lo aplastó Morena, o mejor dicho, Andrés Manuel López Obrador AMLO.

Ni en 2000, con el triunfo del nefasto parlanchín panista, Vicente Fox Quesada, el PRI había quedado destrozado como ahora.

En aquel año, nadie daba un centavo por el cadáver insepulto del tricolor, pues la raza de bronce creía, a pie juntillas, que Vicente Fox, ya en la Presidencia de la República, terminaría por darle cristiana sepultura a ese cadáver que por muchos años saqueó al país.

Pero no. Vicente Fox apoyó y defendió al priísmo –que siempre ha llevado dentro– y afianzó al PRIAN, que nació a raíz del robo que le cometieron a Cuauhtémoc Cárdenas, en 1988.

“LLEGAMOS AL PODER A BALAZOS…

Y sólo a balazos nos lo van a quitar”, se desgañitaba Fidel Velázquez, líder de la CTM, cuando vio en Cuauhtémoc Cárdenas la posibilidad de que la izquierda ganara la Presidencia de México. A diferencia del PRI que se armó y asesinó de manera cobarde, a decenas de integrantes del Frente Democrático Nacional (FDN), que en esa elección aglutinó  a todas las fuerzas de izquierda, pues el régimen quería ablandarlos, pero no pudo: era un portentoso toro de lidia que se crecía al castigo.

El fraude fue descomunal, lo que provocó un fuerte repudio contra el tricolor. Era tal, que la raza de bronce nomás esperaba que Cuauhtémoc Cárdenas se pronunciara para levantarse en armas, pero Cuauhtémoc fue por demás prudente.

Veíamos marchar grandes contingentes liderados por Cuauhtémoc Cárdenas, Heberto Castillo, Rosario Ibarra de Piedra, Manuel de Jesús Clouthier del Rincón “Maquío”, Luis H. Álvarez Álvarez… ¡y Diego Fernández de Cevallos!, entre otros.

Unidos en la lucha, juraron no permitir que Carlos Salinas de Gortari fuera ungido Presidente de México, pero…

Después, simulando un accidente carretero –como bien lo saben hacer los sátrapas– el PRI-gobierno “asesinó a Maquío”. Esto quedó grabado en la conciencia de la raza: “Fue Salinas, fue el PRI, fue Miguel de la Madrid, quienes lo asesinaron, ¡cobardes!”

Poco después nacería el PRIAN.

Y, cosa “curiosa”, el blanquiazul comenzó a ganar gubernaturas. Ya sin “Maquío”, el gran negociador fue Die-go Fernández de Cevallos, quien estuvo a punto de ganar la siguiente elección presidencial, pero pactó con Salinas y éste llevó a Los Pinos a Ernesto Zedillo, una vez que asesinaron a Luis Donaldo Colosio.

Y que aparece Vicente Fox Quesada. Ranchero mal hablado, retador, cínico, hipócrita, pero con carisma: el cocacolero fue una piedra en el zapato para Carlos Salinas, quien se sentía ofendido por las ocurrencias de Vicente, como en aquella ocasión en que se insertó en las orejas sendas boletas electorales para simular las grandes orejas del usurpador.

Pero intervino Diego y negociaron: Vicente sería el próximo Presidente de México. Para eso parcharon la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que prohibía que hijos de extranjeros fueran Presidentes de México;  porque Salinas, a pesar de todo, prefería a Vicente que a Cuauhtémoc.

Gana pues Vicente la Presidencia, y se acrecienta el tórrido romance con el PRI, al que Vicente, falsamente, prometió sacarlo de Los Pinos para siempre. No fue así; pero a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México llega Andrés Manuel López Obrador.

Al paso del tiempo vieron en López Obrador un líder que arrastraba multitudes, y que quería jugarla para la Presidencia de México, por lo que Vicente Fox, fabricándole un desacato, intentó meterlo a la cárcel. Craso error, la popularidad de Andrés Manuel creció todavía más (pero también creció enormemente el PRIAN, quien decidió que Felipe Calderón fuera su candidato a la Presidencia de México).

El PRIAN-gobierno, al ver lo que había provocado con la intención de deshacerse de AMLO, se espantó e impulso la campaña del miedo: “López Obrador es un peligro para México”, pero ni así. La popularidad de AMLO subía como la espuma, mientras la de Felipe nomás no levantaba

Luego, los gobernadores del PRI apoyaron a Felipe Calderón, pero tampoco, se veía nada claro, fue cuando tuvieron que hacer fraude, para que el usurpador sucediera a Vicente, cosa que sucedió a pesar del gran descontento por el fraude tan descarado.

La siguiente elección, el PAN y Calderón apoyaron descaradamente a Peña Nieto y éste para consumar el fraude se valió de todo, ahí nacieron las tarjetas Monex y otra vez impidieron que Andrés Manuel ganara la Presidencia de México, pero quedó más que claro que el PRI y el PAN estaban confabulados para impedir que la izquierda llegara al poder: “¡El PRIAN, unido, jamás será vencido!”, se carcajeaban, encima uno del otro, en un amasiato por demás ilegal e inmoral.

López Obrador, contra viento y marea se la juega por tercera ocasión. El resultado el lector ya lo conoce: ganó las elecciones con más de 30 millones de votos. Arrasó en todos los estados y en la Ciudad de México, con la excepción de Guanajuato.

Y, a diferencia de Vicente, Andrés Manuel sí puede enterrar a ese cadáver insepulto que representa el PRI. ¿Lo Hará? Más de 30 millones de mexicanos así lo desean y esperan.

Ayer miércoles AMLO fue declarado por las autoridades electorales “Presidente Electo de México”, una nueva historia comienza a escribirse.

Y CON ESTA ME DESPIDO…
“¿QUÉ PASÓ, MI REINA…

Ya no quieres ser gobernadora?”.

Los dueños de los lotes de autos y camiones usados continúan robando espacio a transeúntes y a la circulación de vehículos. La raza de bronce se muestra profundamente indignada y exige a la Presidenta Municipal, Tere Jiménez, sea ella la que haga respetar la ley, porque su secretario de Policía y Tránsito (o algo así) Antonio Martínez Romo alias “Poncharelo”, se resiste a dejar de recibir los “moches” de los loteros, que porque “gana muy poquito” el hombre.

Así las cosas, la raza de bronce le dice a nuestra alcaldesa “¿qué pasó mi reina, ya no quieres ser gobernadora?”.

* (Columna publicada inicialmente en el semanario hermano TRIBUNA LIBRE el pasado jueves 9).