Las Fontanas de la Plaza Principal

Por Vicente Agustín Esparza Jiménez | Centro INAH Aguascalientes

Fontana Manuel M. Ponce en la Plaza Principal de Aguascalientes. Fuente: AHEA, Fondo Antonio de Luna.

Fontana Manuel M. Ponce en la Plaza Principal de Aguascalientes. Fuente: AHEA, Fondo Antonio de Luna

SE DIFERENCIAN las pilas de las fuentes porque las primeras retienen el agua y de las segundas brota aunque sea de forma artificial. En ambos casos fueron utilizadas desde la época colonial para surtir de agua a la población. Es probable que una fuente se haya instalado en el centro de la plaza principal. Posteriormente, en el siglo decimonónico sirvieron para el servicio doméstico y para adornar calles, plazas y alamedas. Hoy en día se siguen utilizando a manera de ornato pero tienden a desaparecer.

ENTRE 1842 y 1843 se colocaron en el zócalo de la columna de la plaza principal cisnes metálicos que arrojaban chorros de agua por los picos, “hacia igual número de tazones en cuyas bases figuraban en relieve cuatro cabezas de perro (una en cada jarrón), cuyas bocas a su vez soltaban agua dentro de la fuente que había alrededor de la base”.

EN ENERO de 1844 llegó a la ciudad de Aguascalientes el viajero americano Albert M. Gilliam y se hospedó en el mesón de la Unión, hoy Palacio de Gobierno. Respecto a la fuente de los Cisnes, nos ofrece una excelente descripción: “En el centro de la Plaza, frente al mesón, se encuentra una hermosa fuente construida bajo la forma de un monumento. Se trata de un sólido pilar de piedra, de aproximadamente veinte pies de altura, colocado sobre un basamento cuadrado de diez pies de alto, sobre cuyas cuatro esquinas se ven cisnes en posición de descanso, arrojando agua por el pico”.

DESDE VARIOS puntos del centro de la ciudad llegaban niñas y mujeres a recoger el agua en cántaros como se puede observar en algunas fotografías, pues según el poeta Eduardo J Correa era común ver en la fuente de la plaza a jóvenes que con sus “manos de bronce hunden las vasijas, que luego colocan en el hombro, junto a las trenzas de azabache y a los rostros juveniles, o sobre las cabezas, en actitud de canéforas criollas”. Esta actividad la venían realizando las mujeres pobres desde la época colonial, pues mientras el hombre trabajaba para proveer lo necesario para el hogar, la mujer se encargaba del servicio doméstico y de otras actividades como cría de animales (vacas, cerdos, gallinas, etcétera) y acarreo de agua. Los ricos ocupaban a sus criados o a los llamados aguadores, ya que ante la escasez de agua y los constantes problemas (insultos, golpes, heridas y faltas a la moral) por surtirse de agua en las fuentes públicas, el acarreo de agua se convirtió poco a poco en un oficio masculino. Según el mismo Correa, la “Pila de la Plaza” también sirvió para bañar a políticos y periodistas como Agustín R. González y Jesús F. López.

EN 1880 se incorporaron a la plaza principal cuatro nuevas fuentes tanto para embellecer el jardín como para brindar agua a los vecinos. Estas fuentes debieron funcionar en toda forma a finales del mencionado año, pues para junio el cabildo estaba debatiendo el gasto de 200 pesos para su funcionamiento debido a que la cañería que conducía el agua era “desigual”, por lo tanto, brotaba más agua de una fuente que de otra.

EN 1895 tras la reglamentación del uso del agua en las fuentes públicas, el gobernador Rafael Arellano Ruiz Esparza empezó a realizar incipientes reformas a la plaza principal y quitó la fuente de los Cisnes. La trasformación total del lugar ocurrió en 1899 y se repusieron las antiguas cuatro fuentes por otras de “forma moderna, adornadas con figuras de bronce”, cuyo gasto sumó aproximadamente $2,000. En 1911 Heliodoro Martínez López llegó a la ciudad de Aguascalientes procedente de la hacienda de Ciénega de Mata y sobre las cuatro fuentes de la plaza recordó lo siguiente: “En cada una de las esquinas del jardín central había hermosas fuentes decoradas al estilo europeo, con estatuillas metálicas preciosamente ejecutadas. En una de ellas hermosas muchachas simulaban vaciar sus odres para con sus chorros llenar la fuente. Otra tenía figuras de garza que también por sus picos lanzaba chorros de agua. Una tercera tenía pequeñas figurillas de cupidos desnuditos haciendo pin y la última tenía pescados o dragones arrojando agua por sus bocas”.

ESTAS FUENTES fueron inspiración de poetas y trovadores, puesto que compusieron versos, por ejemplo, respecto a la que tiene figura de dos niños el trovador popular Severiano Pérez dijo: “…Como son dos muchachitos / uno quiere un caracol / l’otro lo sube pa’arriba / y más brilla con el sol…” A la de figura de mujer le compuso: “…Otra de ellas ta’adornada /de conchas con grande facha; / en medio está una muchacha / con una jarra en el hombro / suspensa y llena de asombro…”

DURANTE EL segundo lustro de 1940 tras la reforma que sufrió la plaza principal, las cuatro fuentes que la adornaban fueron restauradas y en el año de 1949 se construyó una monumental durante la administración del gobernador Jesús M. Rodríguez, como lo expuso el propio mandatario en su V informe de gobierno: “Cooperó el Gobierno del Estado con el H. Ayuntamiento en las obras de embellecimiento de la Plaza de Armas, consistente en pavimentación de concreto de los andadores, construcción de un espejo de agua de cantera pavimentado con azulejo, construcción de dos tazones y obras decorativas de iluminación, así como drenajes e instalación de agua en las fuentes, invirtiéndose $25,970”.

PARA EL año de 1955 la fuente ya era conocida con el nombre de Manuel M. Ponce y se dotó de un “magnífico juego de circulación de agua” con participación de “luces de colores”. Dos años después fue remodelada por el municipio, quien invirtió “varios miles de pesos”. Por final, en 1985 la plaza principal otra vez fue transformada y la fuente Manuel M. Ponce quedó como luce hoy en día.

Fuentes:

Alejandro Topete del Valle, Aguascalientes. Guía para visitar la Ciudad y el Estado, Aguascalientes, propiedad del autor, 1973. Albert. M. William, Viajes por México durante los años 1843 y 1844, México, Siquisirí-CONACULTA, 1996. Eduardo J. Correa, Un viaje a Termápolis, Aguascalientes, ICA, 1992. Archivo General Municipal de Aguascalientes, Fondo Histórico, caja 105, expediente 17. El Republicano, 2 de octubre de 1898. Memoria del gobernador Rafael Arellano Ruiz Esparza (1 de diciembre de 1895-30 de noviembre de 1899), Aguascalientes, Imprenta de Ricardo Rodríguez Romo, 1899. Luis Gerardo Cortés, “Aguascalientes, historia de algunas de sus fuentes”, en El Heraldo de Aguascalientes, 28 de junio de 1993. Heliodoro Martínez López, El Aguascalientes que yo conocí, Aguascalientes, Imprenta de Daniel Méndez Acuña, 1978. V Informe del gobernador Ing. Jesús M. Rodríguez, Aguascalientes, Talleres Gráficos del Estado, 1949. La obra pública en el Municipio de Aguascalientes 1921-1956, Aguascalientes, Presidencia Municipal de Aguascalientes, 1992.