José Héctor Benítez López ...el mal querido... José de Jesús Guzmán de Alba ...seis años después ganó...

José Héctor Benítez López
…el mal querido…
José de Jesús Guzmán de Alba
…seis años después ganó…

* UNA, DOS Y… ¡TRES! ¡COMENZAMOS!

SIEMPRE DA NOTA…

El obispo José María de la Torre Martín, propietario de la Diócesis de Aguascalientes, un territorio más grande que nuestro estado, siempre da nota, sobre todo cuando encabeza la rueda de prensa de los lunes en su feudo.

Los curas siempre nos han insistido que en este mundo “no se mueve la hoja de un árbol si no es por la voluntad de Dios”.

Por eso, el pasado lunes 31 exhortó a los creyentes católicos ha “rezarle a Dios, ante los ojos de la virgen María, para que –en caliente y de repente– termine la escandalosa racha de suicidios”.

Y si de casualidad le cuaja, seguramente dirá que fue por las oraciones que él encabezó.

“Es muy vivo el obispo Chema”, comentaba muy seguido el exgoberladrón Carlos Lozano de la Torre “El Patrón del Mal”, cuando salía a relucir el nombre del pastor de alrededor de 2.5 millones de fieles.

Claro que don Chema no le dejó todo el paquete a Dios y a su jefecita, no, pues declaró que “las autoridades y la sociedad en su conjunto, también tienen responsabilidad de hacer un ambiente más grato, de mayor esperanza”, para terminar con los suicidios.

Y aquí entra el tema del paciente: “Si se salvó fue obra Dios, si murió fue culpa del pinche doctor”.

Pero bueno, don Chema siempre da nota, pues ese mismo día declaró que México no está muy lejos de convertirse en la Venezuela del norte: “Si no se escucha a los más desprotegidos y se les retribuye como corresponde”.

Y ahí sí, ni rogándole a Dios, el PRIAN podría evitar el despertar del México Bronco.

¡Cuidado!

¿BENÍTEZ Y TE JUÍTES?

Cada día se suma más raza que exige la destitución del capitán José Héctor Benítez López, titular de la secretaría de Seguridad Pública Municipal, “por inepto”.

Ahora es la regidora del Ayuntamiento del municipio de Aguascalientes, Jennifer Krystel Parra Salas, quien en rueda de prensa se sumó al clamor popular: “¡Benítez, eres un inepto, vete, no te queremos!”.

Jennifer Krystel Parra Salas ... otra más en contra de Benítez... Otto Granados Roldán ...claro que me gustó el regalo...

Jennifer Krystel Parra Salas
… otra más en contra de Benítez…
Otto Granados Roldán
…claro que me gustó el regalo…

Y es que la regidora Jennifer no sólo se quejó del aumento de robos y asaltos, sino que el propio Ayuntamiento probó el embate de los “rodolfos”, pues visitaron las oficinas del Instituto Municipal de la Mujer (IMMA), ubicadas en pleno centro de la ciudad: Pedro Parga 247, es decir, ¡a dos cuadras del Parián!, de donde se llevaron hasta el perico.

Pero pues a’i tiene el lector que la mayoría de los regidores siguen haciendo oídos sordos al clamor popular. ¿Qué intereses tendrán?

¡Cuidado!

ME DIO UN CHINGO DE GUSTO…

Durante seis años, el combativo líder ganadero José de Jesús Guzmán de Alba, mejor conocido como Pepe Guzmán, sufrió los embates de “El Patrón del Mal”, quien no sólo lo amenazó con quitarle el proyecto de su Rastro TIF, sino con meterlo a la cárcel.

¿Por qué?

Pues nomás porque se le hincharon los tricolores y porque era un proyecto iniciado en el Gobierno estatal anterior y, como sabrá el lector, todo lo que huela a Luis Armando Reynoso, lo embaraza y le provoca asquitos.

Pero Pepe Guzmán no se arredró y luchó a brazo partido contra la soberbia, envidia y poca madre de “El Patrón del Mal”, oséase Carlos Lozano de la Torre, para no dejarse arrebatar el producto de su chamba: un billetote.

Pepe Guzmán, me consta, luchó con todo y contra todo el poder del Supremo Gobierno, que tampoco arrió banderas en su enfermo afán de “rodolfearle” su ya avanzado proyecto.

Pero de güevos a güevos, terminaron por ganar los de Pepe Guzmán.

Y ¡Carajo! Qué gusto –tan chingón– me dio cuando el gobernador Martín Orozco Sandoval anunció, el martes 1 de agosto, la reactivación del Rastro TIF, el cual contará –dijo– con todo el apoyo de su gobierno, “pues es una industria que le hace mucha falta a Aguascalientes pues tendrá carne de ca-li-dad, hasta para exportar. 

Todavía recuerdo cuando a Guzmán le preguntaban que sí su proyecto del Rastro TIF seguía en pie:

“¡A güevo!”, contestaba.

¿Le vas a partir su madre a Carlos Lozano?

“¡A güevo!”, cerraba la plática.

Y sí, a base de puros güevos (e inteligencia) ganó esa lucha que muchos consideraban perdida.

Bien, por Pepe Guzmán… “¡A güevo!”.

LA INSEGURIDAD…

Al Atlante gracias, su servilleta no ha sufrido robo o asalto alguno en muchos años (salvo los delincuentes Felipe González y sus testaferros Rodolfo Franco y Cuca Martínez, que insisten en robarme los títulos de mis periódicos). Pero eso no quiere decir que la inseguridad no esté cañona, porque a muchos de mis amigos, los cacos los han “visitado”.

¿Qué onda con los rateros?

Bueno, pues sucede que desde tiempos inmemoriales existe esa criminal simbiosis hampa-policía, sin ella la raza de bronce viviríamos chida y coquetamente.

Recuerde el lector: los “rodolfos” foráneos no actúan si no cuentan con la comprada bendición del jefe policiaco en turno, ya sea federal, estatal o municipal.

En cuanto a los “rodolfos” locales, sólo los atrapan si no están puestos o se mochan antes de su consignación al juez penal en turno, quien no canta mal las rancheras, pues también le entra a la corrupción y hasta goza de más impunidad. 

Así que el negocio del crimen tiene tres padres: El ratero, el policía, el juez y ninguna madre.

Por lo que para acabar con las ratas no hacen falta trampas (cárceles) ni veneno, sólo autoridades honestas que quieran un México mejor y, eso, está en chino.

Deje el lector le recuerdo un caso real, no como esos de la mentada “Rosa de Guadalupe”.

Corría el sexenio del corrupto, ladrón, criminal y ojete goberladrón Felipe González González –sí ese individuo al que Diosito castigó poniéndole las nalgas al revés– cuando en la redacción de esta su TRIBUNA LIBRE La Voz del Pueblo, entonces ubicada en la esquina de Ignacio T. Chávez y Avenida Ayuntamiento, el meritito día de quincena llegaron los cacos y, pistola en mano, le exigieron a la secretaria los sueldos de toda la raza.

Karla no tuvo otra opción más que entregarle el dinero y así lo hizo, pero el caco, a manera de despedida, vomitó: “¡Dile a tu pinche patrón que no se meta con mi jefe!”.

Una vez repuesta del susto, Karla llamó a la entonces Policía Judicial del Estado que inició las “investigaciones”.

Hasta la fecha no sabemos lo que pasó con tales “investigaciones”, sólo le contaré al lector lo que meses después me confió uno de los judiciales que tenían a su cargo la investigación:

“La orden salió de Palacio de Gobierno, por eso el ladrón gritó amenazante, ‘dile a tu pinche patrón que no se meta con mi jefe’, pues el mero jefe es Felipe González”.

Pero esto no es nada en comparación con otros casos: se ha sabido de gobernadores que ordenan sacar por las noches  a tal o cual criminal para que le hagan sus trabajos sucios, muchos de ellos muy cabrones, como por ejemplo, quitarle la vida a tal o cual persona, por eso muchos asesinatos quedan impunes.

Pero reitero: la criminalidad existe porque de ella forman parte las autoridades, ¡carajo!, ¿quién puede con la fuerza del estado?

HABLEMOS DE BALLESTEROS…

En tiempos del extinto gobernador Miguel Ángel Barberena Vega –la raza le impuso el mote de “Raterena” adivine el lector por qué– el procurador general de Justicia era el calvo de kilómetro nombre:

Guillermo Gerardo Guadalupe Ballesteros Guerra, quien torcía la ley para robar a manos llenas. Claro, con la complicidad de “Raterena”.

Ballesteros era tan ratero –¿lo será todavía?– que robaba a los propios rateros –no se ría, es cierto–. Su modus operandi era el siguiente:

Cuando los judiciales recuperaban un auto de reciente modelo, el subprocurador de Averiguaciones Previas ya sabía lo que tenía que hacer antes de darle parte a Ballesteros:

La foja en la que el Ministerio Público consignaba el vehículo robado, la falsificaba, omitiendo, por supuesto, el vehículo robado que se entregaba con todos y llaves al propio Ballesteros.

Así el delincuente en un dos por tres salía en libertad y hasta agradecido con el procurador porque al desaparecer el flamante vehículo en la averiguación, pues no había robo, sino “intento de robo”.

Así, ambos salían ganando: el ladrón su libertad, el procurador un flamante automóvil.

Por eso este escribidor acuñó el verbo “ballesterear”.

Así las cosas, Guillermo Gerardo Guadalupe Ballesteros Guerra, fue premiado por sus buenos servicios al gobernador “Raterena” y Guillermo recibió como premio la Secretaría General de Gobierno.

¿Qué os parece?

Pero no fue todo: Meses antes de terminar la era “Raterenista”, Barberena hizo rector de la Universidad Tecnológica de Aguascalientes (UTA) a Ballesteros, con el fin de protegerlo pues yo lo había demandado por robo y abuso de autoridad entre otros.

OTTO GRANADOS…

Ballesteros ocuparía la UTA por varios años y se sentía Dios en los Pirineos, pues además, era sabido que le gustaban las jovencitas y siendo rector de esa universidad no sólo tendría patente de corso,  sino un vasto harem.

Pero Otto Granados llegó con la espada desenvainada y le exigió a Ballesteros su renuncia al cargo de rector.

El calvo se resistió: le contestó que su nombramiento era por varios años y que por ningún motivo renunciaría.

Entonces –me aseguraron– Otto le mostró mi demanda penal y le dijo palabras más palabras menos: “Bueno, pues entonces le daremos continuidad a esta demanda penal que puso Ramiro Luévano en su contra.

Y Ballesteros, una vez zurrado por la impresión, sólo alcanzó a decir: “¿Dónde le firmo?”.

Ese mismo día, el jefe de prensa del Gobernador, Ángel Gómez Granados, me llamó para decirme:

“Señor Luévano, en unos minutos más el señor gobernador le enviará un regalo que espera le guste”.

Y sí, en propia mano recibí, en la Redacción de TRIBUNA LIBRE, copia de la renuncia de Guillermo Gerardo Guadalupe Ballesteros Guerra a la rectoría de la UTA.

Claro que me gustó el regalito… y hasta me serví un “chivitas” de puritito gusto, sin importarme que la demanda penal se la hayan perdonado, aunque hubiera sido chido ver tras las rejas a ese cabrón y represor ladrón.

Esas zurradas de políticos mal paridos suelen suceder cuando el poder se les acaba.

Y CON ESTA ME DESPIDO…

Cuando el PRI era mayoría en el Congreso del Estado se cagaba en los diputados opositores. Gacho, los mandaba por un tubo y se carcajeaba de ellos al grito de “son una bola de pendejos”.

Y cuando les reclamaban diciéndoles que tanto uno como otro eran diputados con los mismos derechos, los del PRI contestaban: “Somos mayoría, culeros”.

Pero la política es como la rueda de la fortuna y hay tiempos para echar cuetes, pero también hay tiempos para levantar las varas.

Y hoy, al PRI –por culpa del irascible “Patrón del Mal”–, le toca recoger las varas. Pero a los tricolores ya se les olvidó y reclaman que los panistas “sean tan ojetes”.

Ni modo, señores: hoy les tocó comer camote –para no decir tan feo– y tienen que tragárselo sin hacer gestos.

“El poder –dicen los cánones– no se comparte”.

“¡Ya vendrán tiempos mejores!”, cantaba “El Patrón del Mal”, cuando andaba muy prángana y con varios alcoholes entre pecho y espalda, apostándole a la traición con la que respondió a quienes le ayudaron a ganar la gubernatura, gubernatura que creyó era para toda la vida.

Ojalá y no le suceda lo que a Javier Duarte y Roberto Borge, porque…

¡Cuidado!

* (Columna publicada inicialmente en el semanario hermano TRIBUNA LIBRE el pasado jueves 3).