Por Carlos Alberto Sánchez Villegas*

A propósito de la lluvia, Manuel Terán

A propósito de la lluvia, Manuel Terán

Tarde de Lluvia

LA MELANCOLÍA es un absurdo juego de niños, una cruel trampa para el corazón, aunque necesaria para aprender a vivir. Esto es lo que absorbía mi pensamiento aquella tarde de lluvia, a decir verdad, los días nublados y de tormenta son mis favoritos desde siempre. En la ventana golpean las gotas de agua, con esas gotas viene a mí cierto aire de tristeza, de recuerdo y de reflexión.

EL CENICERO se va desbordando poco a poco de colillas de cigarro, la cafetera no ha dejado de funcionar desde tempranas horas de la mañana. Cuando el día no viene cargado de lluvia, mi lugar preferido es aquel parque donde me siento por largas horas por el simple gusto de observar el paso de las personas. Un mundo donde sólo existo con mis pensamientos, donde los problemas propios no me pueden alcanzar. Mi vida está plagada de aquel gusto por las pequeñas cosas, no necesito grandes cosas para vivir tan sólo un montón de letras, una taza de café y el tabaco.

HAY ALGO que siempre es recurrente en mí, es el sentir que todo el mundo te ahoga, que todo el mundo espera algo de ti. Mientras pienso en ese vacío que dejó en los demás y en el vacío que ellos me provocan los acordes de una vieja guitarra van subiendo de tono, envuelve mis penas entre sus melodías, me llevan a otro lugar, a donde las expectativas de todos no me alcanzan, a donde no puedo fallarle a nadie.

PERO MIS palabras no son tristes ni están afectadas por la amargura, como dije anteriormente mi felicidad se encuentra en los pequeños detalles que la vida puede dar. Hay un bastión de letras que me protege de todo, en ocasiones puedo parecer retraído o encerrado en mi universo, esto sólo es una forma de observar el mundo, de caminar, de analizar todo aquello que me rodea. La precaución es una forma de actuar que las malas experiencias enseñan al ser humano, es por eso que todo lo que es nuevo en mi entorno es recibido con esa correspondiente precaución.

EL RELOJ de pared marca las nueve de la noche, las estrellas son opacadas por las nubes cargadas de lluvia, el cielo se ilumina de vez en cuando con el rayo furtivo y lejano que lo atraviesa. Papel y lápiz son mis herramientas de esta noche, en ocasiones me dedico a atrapar todas aquellas ideas que vienen a mente, aunque, no tienen belleza ni estética procuró guardar para mí mis reflexiones, para recordarme a mí mismo todos aquellos errores en los que he caído y en los que no puedo darme el lujo de caer nuevamente.

MI SOLEDAD es una de esas virtudes que me acompaña siempre. Comprender a la soledad no es fácil, uno cae en el error de que ésta es mala o hermana de la tristeza, requiere tiempo, pero uno se da cuenta de que no es así, la soledad te hace entender todo lo incomprensible del destino, te hace valorarte más a ti mismo y sobre todo conocer todo respecto a tu interior.

ES CERCA de medianoche y la lluvia se ha calmado un poco, una que otra estrella se ha asomado para brillar sobre la ventana. Me acerco a la cocina por aquella taza de café que me permite conciliar todas las noches el sueño, sin ella mis noches son turbias llenas de malos pensamientos e inquietud, tal vez sólo sea imaginación mía, pero aun así preparó aquella taza. Sobre la mesa conservó aun algunos pequeños recados con demostraciones de amor que ya no existe; el dolor se ha ido, pero uno tiene que aprender y recibir lecciones al final los sentimientos más fuertes se esfuman con el viento y las rosas blancas terminan en la basura. Pero la vida continúa y lo mejor viene con la soledad y la nostalgia.

* Historiador, fotógrafo, escritor y amante de las letras, dame una palabra y te dedico un verso