Para Reflexionar Sobre el Amor y sus Prácticas: La más Bella Historia del Amor

Por Luis Arturo Sosa Barrón*

Should I Fall out of love, my fire in the light
To chase a feather in the wind
Within theglow that weaves a cloack of delight
There moves a thread that has no end

Led Zeppelin, “All my love”.

EL AMOR, un sentimiento que ha estado presente en el ser humano desde que surgió en la tierra, ha sido un tema universal a través de la historia, en donde ha buscado no sólo explicar su naturaleza, sino entenderlo y saberlo aplicar, desde filósofos hasta científicos han buscado responder sus misterios. En el caso de la Historia, los académicos, al menos desde 1980 han puesto su interés en este rubro y considero que en nuestros días, en donde nos vemos sumergidos en un contexto de diversidad con respecto al amor y el amar, debemos reflexionar con respecto al desarrollo histórico del mismo para de esta forma replantear lo que entendemos por amor y el amar. Para esto, presento a continuación un breve análisis de la obra La Más Bella Historia del Amor, escrita por Dominique Simonnet y editado en español por el Fondo de Cultura Económica en Argentina, en el año 2010.

LA ESTRUCTURA del libro, y por ende el guion argumentativo van a estar definidos por la clásica periodización occidental: Prehistoria, Edad Antigua, Edad Media, Renacimiento, Ilustración y Revolución Francesa, Siglo XIX y Siglo XX. Además de servir de marco referencial, dicha periodización va a permitir a Simonnet hilvanar su discurso histórico a través de las hipótesis que nos presenta en el prólogo: “La historia del amor se resume en tres palabras, tres esferas: sentimiento, matrimonio, sexualidad. O si se prefiere: amor, procreación, placer…” (p. 9) y a su vez que esta historia es “[…] la de una larga marcha de mujeres… para liberarse del arnés religioso y social y reivindicar ese derecho sin embargo elemental: el derecho a amar”. (p. 9)

“Los Amantes” (1928), de René Magritte

“Los Amantes” (1928), de René Magritte

EN ESTA primera parte entrevista a Jean Courtin, Paul Veyne y a Jacques Le Goff. El primero habla de cómo desde tiempos del hombre de Cro-Magnon surgen actitudes y comportamientos sentimentales representados en el incipiente arte así como en la importancia que se le daba a los entierros, lo que lleva al especialista francés a aseverar que desde estos momentos el ser humano vivía incluso de manera más pasional que en nuestros días, panorama que cambiaría con la transición del Neolítico hacia la Edad de Bronce, que con la apropiación de tierras para cultivar y la incipiente estratificación social se desarrollaría no sólo la idea de propiedad privada, sino la del matrimonio como una forma de contrato comercial y obviamente social y por ende el “[…] neolítico inaugura para ellas [las mujeres] el comienzo de las coerciones.” (p. 29)

PASANDO AL mundo Romano, de la mano de Veyne nos enteramos que la cultura del amor en Roma no era lo que se suele pensar, pues nos demuestra que en realidad no eran tan hedonistas ni libres en sus costumbres y pensamientos como muestran sus expresiones artísticas. Cabe destacar tres aspectos de este periodo; primero, el romano vivía con diversos tabúes con respecto al amor, en donde este sentimiento era sinónimo de debilidad en una cultura en la que se tenía la idea de que “[…] nacían con la convicción de que estaban hechos para mandar: al mundo, a las mujeres y a los esclavos” (p. 39); segundo, la mujer si bien era vista como un mero objeto al servicio del hombre, lo cual marca una continuidad en el desarrollo de las relaciones coercitivas que surgen durante el neolítico, en este momento cuenta con el divorcio el cual según Veyne era, al igual que el matrimonio, un asunto formal y privado; y por último, los tabúes no aplicaban para las relaciones con los esclavos puesto que eran un mero objeto para sus dueños y por lo tanto estaban a su disposición.

LE GOFF, por su parte, derrumba el mito de que la Edad Media era mero romanticismo debido al amor cortés cantado por los trovadores y juglares, destacando el aspecto violento del temprano periodo medieval, el de los merovingios, en donde hay rastros de prácticas paganas como la poligamia, pues considera que las prácticas cristianas tardaron en arraigarse y que fue precisamente a partir del siglo XII, en donde la Iglesia va a cobrar fuerza y se van a hacer intentos por acabar con las conductas “pecaminosas” como la sexualidad. De este periodo cabe destacar dos aspectos; el primero, que el matrimonio va a ser un poco más libre, pues ya no sólo existirá el consentimiento del hombre sino ahora el de la mujer: “[…] comparado con las prácticas del mundo grecorromano… el cristianismo, en cierto sentido, hizo progresar el estatus de la mujer mediante esta idea revolucionaria del consentimiento mutuo”. (p. 55); el segundo aspecto, es que si bien la sexualidad estaba condenada y a la vez se permitía escapar de su pecaminosidad a través de la invención del purgatorio, las prácticas no “regulares” siguieron siendo objeto de tabú, como las relaciones homosexuales.

EN LA SEGUNDA parte Simonnet entrevista a Jacques Solé, Mona Ozouf y a Alain Corbin, en donde Solé informa de que durante el periodo moderno (siglos XVI-XVIII) la Iglesia y los Estados Absolutistas van a buscar coercionar a mayor profundidad la vida sexual, es especial la de la mujer, lo cual se representara en los movimientos reformistas quienes veían en la sexualidad una fuente de pecado y en la mujer la incitadora del mismo; a su vez, cabe destacar que durante este periodo el matrimonio se va a vivir de forma diferente según sea la clase social a la que se pertenezca, en donde la nobleza y la burguesía van a seguir viviendo bajo el estatuto del matrimonio por interés, mientras que por su parte, los campesinos van a valorar más el amor debido a su condición pues “[…] entre los pobres se poseen pocos bienes… a menudo, la mujer trata de amasar un pequeño peculio… así la pareja campesina adquiere una autonomía económica”. (p. 70) Con esto, podemos observar que mientras las clases privilegiadas venal matrimonio como un mero objeto comercial, para las clases bajas va a ser una forma de libertad en comparación de sus amos.

MONA OZUF habla que durante el periodo revolucionario, se va a combatir la costumbre del libertinaje aristocrático que se desencadenó en consecuencia de las estrictas normas sociales con respecto al sexo, lo cual va a ser fuertemente reprimido durante el Termidor. A su vez, este periodo va a facilitar un avance en la libertad de la mujer al proporcionarle el matrimonio civil así como el divorcio, lo cual va a exaltar el consentimiento mutuo así como la exaltación de la unión libre por amor, que sí bien el Termidor va a terminar con esto, no cabe duda que lo más destacable del periodo son las ideas de Rosseau con respecto a la mujer y el amor, en dónde no sólo desataniza la sexualidad femenina sino que “[…] si los sentimientos no pueden conciliarse entre sí, y bien, tanto peor, uno se las arreglará para encontrar la felicidad, a pesar de todo, con los trozos que le quedan”. (p. 87)

CORBIN NOS muestra la contradictoria sociedad decimonónica, que desde la restauración tras la Revolución Francesa va a buscar restringir aún más la sexualidad, en especial la de la mujer, en dónde la masturbación en conjunto con otras prácticas sexuales van a ser desestimadas, ya que, según la medicina de la época, “[…] conduce a una pérdida de energía, a un lento decaimiento, hasta la muerte. Además, trae aparejado un peligroso recalentamiento de la imaginación” (p. 107) y que a su vez, va a permitir al hombre –aristocrático por supuesto– ejercer su sexualidad a través de los prostíbulos como una forma de liberación, lo cual, en detrimiento de la valorización por los sentimientos desarrollados por las clases bajas en periodos anteriores, sin embargo, va a surgir un nuevo tipo de pareja, en donde el egoísmo masculino va ir desapareciendo, “[…] entre esposos se dicen ‘querido’”. (p. 112)

FINALMENTE ENTREVISTA a Anne-Marie Sohn, Pascal Bruckner y a Alice Ferney, quienes destacan el contradictorio siglo XIX del romanticismo, de los ataques médicos contra el placer y, a finales del mismo, del surgimiento de la búsqueda del placer. Sohn comenta que en el periodo de 1860 hasta 1960 la mujer va a comenzar a decir “No”, las parejas ya no buscarán matrimonio sin amor y a su vez, se buscará también el placer, que sin embargo, aún no se hace público. Tras la Segunda Guerra Mundial, señala Bruckner, se va a buscar la liberación sexual, de los años de 1960 hasta 1980 la juventud hija del fin de la guerra de 1939-1945 va a condenar el amor como un acto despótico y va a privilegiar el sexo, en otras palabras, el placer, que sin embargo, lejos de ser un amor libre, sólo se volvería otra forma de coerción hacia la mujer, pues en las comunas hippies se hablaba de libertad sexual pero se acusaba a la mujer que no quería acostarse como una conservadora, en pocas palabras, se volvió una tiranía en donde se dejó de lado la complejidad del amor, que en palabras de Bruckner, “se creyó que se podía domesticar la sexualidad”. (p. 148) Ferney reflexiona en torno a la complejidad del amor en lo contemporáneo, en dónde se busca conciliar los tres aspectos del amor aquí presentados: matrimonio, sentimiento y placer en conjunto con la diversidad amorosa que se vive en estos días.

LA HISTORIA del amor presentada por Dominique Simonnet explica cómo el ser humano ha percibido y cómo ha actuado frente al amor, en donde se han desarrollado tres ideas que se han visto envueltas en un movimiento constante para alcanzar la supremacía en su momento: matrimonio, sentimiento y placer. A su vez, es la historia de cómo las mujeres se han visto inmersas en dicha lucha, en donde desgraciadamente se han visto reducidas a objeto de deseo, poder y placer, todo justificándolo por una visión del amor que responde a cada época.

ESTE TEXTO es una invitación a reflexionar en torno a ese misterio que es el amor, a cuestionarnos si nuestras formas de amar son correctas, si nuestra concepción del amor es adecuada, pues muchas veces formulamos una idea de lo que es el amor, y esa idea al estar determinada por diversos factores de nuestra cotidianeidad podría, como muchas veces sucede, estar generando coerción hacia la persona que hemos elegido como destinataria de nuestro sentir, todo esto a su vez que tomamos en cuenta las palabras de Alice Ferney: “[…] el amor sigue siendo una cosa importante… creo que el que ama es como un equilibrista sobre un cable: la empresa parece imposible; sin embargo, un día el equilibrio llega. Toda la vida hay que aprender a vivir, y a morir. Aprendamos también a amar”. (p. 166)

Quiero dar mi más sincero agradecimiento al maestro Enrique Rodríguez Varela y al doctor Andrés Reyes Rodríguez, quienes en mi etapa de estudiante de licenciatura me hicieron la recomendación de este libro, que ahora que lo releo me ha ayudado a repensar sobre mi situación actual.

* Historiador, entre sus líneas temáticas de interés se encuentran: La Historia Social, Cultural, la Historiografía y la Teoría de la Historia