La Enseñanza de la Historia en el Sistema Educativo Mexicano

Por Alejandra García *

EN LA ACTUALIDAD, la enseñanza de la historia en México es un campo menospreciado en el sistema educativo mexicano, mismo que se enseña de manera tradicional y con el menor sentido de la responsabilidad social, por lo que, la elaboración de los discursos históricos está a cargo de los intelectuales del sistema. Así la producción de la historia oficial omite, apologiza o sataniza tanto a personajes como procesos históricos. De ahí que se plantee una forma ética discursiva, ya que a través de ella, los alumnos y la sociedad en general, se acercarán a la historia, viendo que tanto las masas como las élites son parte de ella. Los alumnos podrán conocer así que ellos también son parte de la historia. Por ello, planteo y retomo la ética discursiva que concibió Habermas de la Escuela de Frankfurt. Esta forma cognitiva de la historia va dirigida tanto a profesores de todos los niveles, como a los alumnos.

LA ÉTICA es un campo que permea todas las prácticas y profesiones, nos ayuda a conducirnos con responsabilidad social y de manera honesta, así todas las profesiones se rigen por un código ético, la mayoría de las veces concreto y codificado en manuales, como la psicología y el derecho. En el caso de la historia no es así, pues no existe código ético concreto, la honestidad y la objetividad se adquieren con el paso de la experiencia y al inicio de ésta. Toda persona que se interesa en esta profesión debe tener en cuenta la honestidad y la responsabilidad social de la elaboración de discursos o argumentaciones que conduzcan a la producción de conocimiento. La ética en el historiador va fundamentada en su método, el cual al ser científico pretende ser verificable, cuestión relacionada con dar el debido crédito a quienes ya hicieron una aportación previa al campo, sin apropiarnos de las mismas como una creación propia. Así, surgen distintos autores que abordan diversas cuestiones relacionadas con el oficio de historiar como Luis González, quien en su obra El oficio de historiar dirigida tanto a historiadores profesionales como aquellos que se inician en las andanzas. Así, nos muestra una serie de cuestiones a la que se enfrentan quienes se dedican a esta profesión, que van desde los pasos para la elaboración de un proyecto de investigación y el plagio. O la propuesta de Marc Bloch y su Introducción a la historia, texto obligatorio para todo estudiante de licenciatura, definiendo lo que es la historia, su objeto de estudio, su método analítico y el dialogo de la historia con otras ciencias sociales.

Carlos Salinas de Gortari | Gilberto Guevara Niebla (Fotos: Archivo/Enrique Ordóñez/Moisés Pablo/Cuartoscuro)

Carlos Salinas de Gortari | Gilberto Guevara Niebla (Fotos: Archivo/Enrique Ordóñez/Moisés Pablo/Cuartoscuro)

NO OBSTANTE, creo que las deficiencias de la enseñanza de la historia y su producción van aunadas a formas de control social y ejercicio del poder, ya que, si todas las personas creciéramos con una enseñanza de la historia objetiva y no atada a viejos modelos, la población tendría una conciencia histórica considerable, lo que choca con los intereses de las élites. Entonces, los nuevos historiadores y los ya consolidados deben recurrir a la ética como parte fundamental de su profesión para la elaboración de discursos que muestren las totales dimensiones de la historia, en un discurso dirigido a las masas como una forma de organización. El historiador no escapa a los dilemas éticos que implica su profesión, tomando en cuenta que es un constructor de información, ésta se fundamenta a su vez en otras fuentes de información, fuentes históricas. Esta construcción se debe considerar científica para configurar una aportación al campo, esa cientificidad se la otorgan las fuentes y el uso adecuado y honesto del aparato crítico.

LA CIENTIFICIDAD del discurso va acompañada siempre del análisis del autor, el cual pretende mostrar una visión propia de tal o cual proceso histórico. Las fuentes de información usadas deben ser citadas entonces, es decir, se debe dar el crédito a quienes realizaron una aportación previa a nuestro objeto de estudio, además de que estas fuentes puedan ser verificables. El autor debe tener honestidad y dar el crédito a quien lo merece y no apropiárselo, de lo contrario, el apropiarse de construcciones que no son propias es tomado con un plagio. Cada discurso histórico, representa una visión o concepción individual de la realidad. La historia tiene varios usos y su aplicación depende de los intereses de cada individuo o institución. La historia oficial entonces, es una herramienta de manipulación de la conciencia histórica de las masas que busca legitimar u oficializar muchas veces el discurso hegemónico del Estado. Ello no quiere decir que la historia oficial se base en fuentes falsas de información, de hecho se puede usar como una forma de reforzar el nacionalismo o determinadas pautas culturales, el problema es cuando sus fundamentos se originan de una manipulación expresada muchas veces en apologías u omisiones de personajes o procesos históricos. Por ejemplo, la manipulación de la historia en los libros de texto gratuitos en donde muchas veces se apologiza a Porfirio Díaz y otras se desacredita, según el sexenio, o cuando se omite a Ricardo Flores Magón y su pensamiento como un fundamento de la Revolución.

MUCHAS VECES los historiadores ven más por sus intereses económicos y se prestan a una manipulación de la historia con fines de legitimación institucional y gubernamental, ellos son lo que Gramsci llamó intelectuales orgánicos, aquellos que sirven a los intereses del sistema sin función social. Marx los llamaría lumpen proletariado, ya que muchas veces a pesar de poseer conciencia histórica actúan en contra de su propia clase, tomando en cuenta que todo asalariado que no posea medios de producción es un proletario. Si tomamos en cuenta que la manipulación de la historia y la reproducción de su discurso son mecanismos psíquicos del poder que implementa control social en relación una jerarquización de la sociedad y división del trabajo podemos decir que el control social es “un proceso constituido por el conjunto de procedimientos por los que una sociedad, un grupo o un líder personal, presionan para que se adopten o mantengan las pautas de comportamiento externo o interno y los valores considerados necesarios o convenientes […]. El control social perpetúa el proceso de socialización y tiende a mantener la cohesión del agrupamiento y orden social”. (1)

LOS MECANISMOS psíquicos del poder o la reproducción de discursos se pueden definir entonces según Judith Butler y su lectura de la teoría de la sujeción como forma de sometimiento y como algo que forma al sujeto. (2) Todas estas cuestiones se traducen en México claramente desde la llegada de Carlos Salinas a la presidencia de México y la serie de reformas y políticas implementadas en cuestión de economía y educación. Así mismo, el papel de los intelectuales orgánicos o intelectuales del poder se aprecia claramente en este periodo. Desde su llegada a la presidencia, las políticas implementadas por su gobierno aceleraron el paso del neoliberalismo en México, ese que tanto planteaba Von Misses y Hayek y la Escuela de Chicago, como cambios económicos, entre ellos firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, privatización de empresas públicas, incluida la banca; la implementación del Programa Nacional de Solidaridad y el aumento de desigualdad en el país.

A RAÍZ de la caída de la Unión Soviética los procesos de globalización de los mercados se intensificaron, en el caso de México la firma el TLC aceleró este proceso, el cual afectó todos los aspectos político y económicos del país, penetrando hasta modificar el sentido de la educación socialista hasta llegar a una educación basada en el mercado y la competitividad. En este sentido Jean Meyer y Luis González, conocidos y destacados historiadores contaron cómo es que los libros de texto se elaboraron en el sexenio de Salinas, ya que su elaboración fue objetiva según ellos, por un lado Luis González los defiende asegurando que “no hay satanizaciones ni canonizaciones; hay hombres de carne y hueso”. (3) Otro ejemplo es el de Guevara Niebla, subsecretario de Educación en 1992 y que expone claramente las ideas modernizadoras o globalizadoras en torno a la educación, la cual debe tomar como base las ideas de José Vasconcelos, considerándose a la historia como una de las piedras angulares de la educación en el sexenio. Los libros de texto del fueron elaborados por historiadores reconocidos como Héctor Aguilar Camín y Enrique Florescano. (4)

NO OBSTANTE, detrás de esta modernización de planteaba la justificación del discurso político salinista, al mostrarse en estos libros una reivindicación positiva sobre la figura de Porfirio Díaz, quien trajo progreso para el país para unos pocos, aumentando la desigualdad social, condiciones que desembocaron en la Revolución de 1910. Este tipo de cuestiones son las que se aplicaron para insertar a la educación en un modelo neoliberal. (5) Sea de paso que algunas de la deficiencias de los libros de texto de historia tendían a presentar como ejes destacados la revalorización del Porfiriato; minimización del magonismo, el zapatismo y el villismo; la exaltación del callismo; apología al alemanismo; justificación y deformación de la política imperialista de Estados Unidos con México; sobreestimación del papel de los grandes gobernantes y caudillo y ausencia del pueblo como protagonista principal de la historia, (6) como apuntó Paco Ignacio Taibo, lo cual es un tratamiento deficiente que no habla de las verdaderas dimensiones de los procesos.

EN CONCLUSIÓN, la legitimación de un régimen, el refuerzo del nacionalismo o de las pautas culturales establecidas representan intereses de los grupos que detentan o administran el poder en nuestro país y no sólo en él. La falta de ética del historiador orgánico y su colaboración con el poder han hecho casi imposible que las masas adquieran una conciencia histórica, mismas que se deriva de las deficiencias en la enseñanza de la historia en las escuelas del estado. La ética del discurso puede ser una propuesta válida en cuanto se enmarca en todo este contexto. El historiador tiene la tarea de aplicar la ética en la construcción de un discurso con responsabilidad social y dejar a un lado las normas morales que se dan en la razón práctica, dejar de actuar en beneficio propio, algo que el neoliberalismo ha ido aboliendo, la solidaridad. Así, el historiador como productor de información debe dar a la masa la llave de su libertad, la información la cual nos hará libres, pero no libres en el sentido en el que lo pensó Hume o Kant, sino en el sentido del desprendimiento de nuestras formas de interacción capitalistas e irracionales. Es decir, distinguir entre las necesidades falsas y verdaderas como planteó Marcuse y ser libre en cuanto menos bienes materiales poseamos, el valor de cambio o nuestra materialidad es un ancla al capitalismo. Por ello, se propone aplicar la teoría de la acción comunicativa y la ética discursiva que planteó Jurgen Habermas y Karl Otto Apel los cuales plantean una moral de carácter universalista partiendo de los presupuestos universales de la argumentación y de la acción comunicativa, es decir, se propone una ética universal y deontológica para la producción de discursos.

Notas

1. Esta concepción de control social se toma de la psicología social de Frederic Munné. Véase Herrero Herrero, César, Criminología, México, Dykinson, 2001, p. 196.
2. Butler, Judith, Mecanismos psíquicos del poder. Teoría sobre la sujeción, Madrid, Ediciones Cátedra, 2001, p. 12.
3. Vera, Rodrigo, “Jean Meyer cuenta como se elaboraron los nuevos libros de texto, González y González los defiende”, Proceso, septiembre 1992, núm. 827.
4. Morales, Sonia, “Niega haber cambiado de chaqueta, la modernización de la educación consiste en retomar las ideas de Vasconcelos: el subsecretario Guevara Niebla”, Proceso, agosto 1992, núm. 825.
5. Maza, Enrique, “Nueva versión de la historia oficial. En los libros de texto se resalta lo que se quiere para justificar el proyecto salinista”, Proceso, septiembre 1992, núm. 827.
6. Ramírez, Ignacio, “Avalancha sobre los libros de texto de historia: deformados, erráticos, contradictorios, esquemáticos, simplistas, tendenciosos”, Proceso, septiembre 1992, núm. 827.

* Egresada de la Licenciatura en Historia de la Universidad Autónoma de Aguascalientes.