Carlos Lozano de la Torre y Luis Armando Reynoso Femat ...amistad simulada: nunca le perdonó haber perdido la elección de 2004...

Carlos Lozano de la Torre y Luis Armando Reynoso Femat
…amistad simulada: nunca le perdonó haber perdido la elección de 2004…

* UNA, DOS Y… ¡TRES! ¡COMENZAMOS!
POR LA PUERTA DE ATRÁS…

La salida del gobernador Carlos Lozano de la Torre “El Patrón” de Palacio de Gobierno fue por la puerta de atrás, como suelen salir las “chachas” de las casas ricas, pues de última hora canceló su asistencia a la protesta de su sucesor, en este caso Martín Orozco Sandoval, como lo marca el protocolo en estos casos.

¿Por qué salió como las “chachas”?

Por dos cosas, al menos: no quiso romper en llanto como lo hizo en varias ocasiones en sus actos de “despedida”, como tampoco quiso arriesgarse a una tormenta de rechiflas y mentadas de madre (como le pasó a Felipe González a la mitad de su gobierno), tampoco a los reclamos de corrupción que son vastos y de toda índole:

Desde la venta de concesiones de placas de transporte público, hasta casas y ranchos palaciegos, pasando por los moches y diezmos en los que embarró a su propio y único hijo: José Carlos Lozano Rivera Rio.

Por eso y otras cosas más, “El Patrón” tuvo que recurrir a la puerta de atrás emulando a las “chachas”.

Hay un refrán que dice: “El poder marea a los inteligentes y enloquece a los pendejos”.

¿Qué le pasó a Carlos Lozano?

Sencillo: “El Patrón” es inteligente pero se mareó; no es, ni fue pendejo, pero enloqueció. Y este tecleador lo confirma nuevamente: se volvió casi tan perverso y corrupto como el abarrotero exgoberladrón Felipe González Gon-zález.

Pero con la salvedad de que a Felipe González lo protegió el loco mariguano Vicente Fox Quesada: lo rescató de Palacio de Gobierno antes de terminar su macabro mandato para hacerlo subsecretario de Gobernación y luego senador de la República, con lo que el amante de Claudia Virginia Ruvalcaba Martínez (con la que procreó dos hijos y se la llevó a la Ciudad de México para que el pueblo le pagara su manutención, pues en la Subsecretaría la puso a trabajar, se dice que de “aviadora”), ganó impunidad, pues su sucesor ya lo traía entre ojos.

Pero ahora, como están las cosas, ¿el presidente Enrique Peña Nieto se atreverá a proteger a Carlos Lozano?

En los corrillos políticos aseguran que no: es más, dicen, qué Peña Nieto lo masca pero no lo traga, por lo que no “metería las manos al fuego por el gringo”.

Que el propio preciso ha dicho que “ya con Javier Duarte de Ochoa, gobernador de Veracruz; César Duar-te Jáquez, gobernador de Chihuahua; Roberto Borgue Angulo, gobernador de Quintana Roo –entre otros especímenes–, tiene más que suficiente”.

Hace años, en la Ciudad de México, un amigo mío me preguntó: ¿Tú sabes, Luévano, cuál es el año más difícil para un gobernador?

– Me imagino que el sexto–, le respondí.

“No, el año más difícil es el séptimo”, me reviró.

Y sí, es cierto, y apenas Carlos Lozano comienza a sufrirlo, con la posibilidad de que quede apestado por el resto de su vida.

Lástima, tenía todo para ser el mejor gobernador en la historia de Aguascalientes, pero enloqueció y se convirtió en un ser perverso, desleal, traidor, malagradecido…

“AMISTAD”: ENEMIGO EN 2004 Y “AMIGO” EN 2010…

Corría el 2010 cuando Carlos se acercó más, mucho más al entonces gobernador Luis Armando Reynoso Femat; las atenciones para el llamado “Señor de los Rayos” terminaban en la zalamería y presumía ser su “incondicional amigo por el bien de Aguasca-lientes”, aunque siempre lo ha acusado de ser el autor intelectual y material del robo de la alcaldía de Aguascalientes: “Él y Martín Orozco me robaron la elección en 2004”, decía y dice insistentemente: esa derrota lo marcó de por vida.

Pero ya en pos de la candidatura para el gobierno de Aguascalientes, Carlos sonreía, Luis Armando también: todavía circulan en internet dos que tres fotos de esos tiempos felices de ambos: para nadie es desconocido que “El Señor de los Rayos” le hizo el ansiado milagro de llevarlo a Palacio de Gobierno.

Pero en cuanto fue nombrado gobernador electo, Carlos sufrió una metamorfosis de vértigo y comenzó a despotricar en contra de su “incondicional amigo por el bien de Aguascalientes”.

Lo acusaba de haberle dejado el estado hecho un cascarón, de corrupto y, otra vez, de haberle robado, él y Martín, la alcaldía en 2004; yo, incrédulo, lo veía a los ojos, pero él seguía intentando convencerme, ante mi silencio, arreciaba sus acusaciones y me reprochaba mi amistad con el otrora “milagroso”.

Poco después Luis Armando, sacado de onda por la conducta de Carlos, me pidió: Ramiro, por favor dígale a Charly que necesito hablar con él, para platicar sobre algunos malentendidos, yo he intentado comunicarme pero ni siquiera el teléfono me contesta.

Días después se presentó la oportunidad de hablar con Carlos al respecto: “Dile a Luis Armando que ahorita no puedo hablar con él porque su partido (el PAN), se me echaría encima, que luego nos vemos pero no aquí sino en México, y tú como testigo”.

Se lo comuniqué a Luis Armando y durante años estuvo esperando esa reunión con “su amigo” que no sólo no se dio, sino que respondió con una perversa y amañada persecución que todavía no termina, pero que, al parecer, pronto llegará a su fin.

Vaya calvario: seis años de persecución con todo el poder del Estado.

EL PROCURADOR Y LOS RATEROS…

Cuando supe que el procurador iba a ser Felipe de Jesús Muñoz Vázquez, le dije: Carlos, ese señor es muy amigo del ratero Rodolfo Franco Ramírez y hace tiempo intentó meterme a la cárcel.

“¿Cómo?”, me preguntó.

– Los rateros, Rodolfo y Mary Martínez Guardado, quienes son los que dan la cara por Felipe González González, me acusaron en la Ciudad de México ante la Procuraduría General de la República (PGR), de haberles robado los títulos de los periódicos Página 24 y TRIBUNA LIBRE, para ello presentaron una serie de documentos falsos…

“Y ¿qué tiene que ver esto con Felipe?”.

– Pues que me citó en tres ocasiones, casualmente los días viernes, de seguro me quería dar el clásico sabadazo, él era el encargado del área de “Derechos de Autor”.

“No, déjalo (sic), yo hablo con él, lo conozco desde hace muchos años y tú percepción es equivocada”.

Días después en una reunión en su casa, Carlos me presentó a Felipe, su procurador de “lujo”, y nos dijo: “los dejo solos para que platiquen”.

Y le solté la pregunta a bocajarro:

“¿Por qué me quería meter a la cárcel, licenciado?

– No yo lo que quería era que usted declarara sobre ese tema para luego mandar la averiguación previa al archivo–.

Me dijo que aunque él no me conocía personalmente, sabía que yo era el dueño de TRIBUNA LIBRE y de Página 24, pues no obstante de haber estudiado su carrera de abogado en la Ciudad de México, él venía muy seguido a Aguascalientes, su tierra, y su papá era asiduo lector de TRIBUNA LIBRE “y por eso supe que usted era el dueño y el director del periódico”.

“Pero no, don Ramiro, yo no doy sabadazos, la ley no me lo permite y yo acostumbro a hacer sólo lo que la ley me permite: yo lo que quería era, insisto, que usted declarara para en seguida archivar esa averiguación”.

Ahí quedó el asunto, pero aproveché la plática para, según yo, informarle la clase de rateros que son Rodolfo y Cuca:

– “Licenciado, esos delincuentes que tienen un rosario de robos y fraudes, trabajan para Felipe González Gon-zález, quien es el que quiere robarme los títulos de mis periódicos y los contrató a ellos porque él sabe que son expertos en robar al que se deje y, al que no, a güevo”.

“Pero se lo vuelvo a reiterar, yo no acostumbro a detener para investigar, sino investigar para detener y yo ya sabía que usted es el dueño de TRIBUNA y Página”.

“NARCOPERIODISTAS”…

Tiempo después comprobé que Felipe de Jesús mentía descaradamente.

Una vez apoltronado en la Procuraduría General de Justicia (PGJ), Felipe comenzó no sólo a detener para investigar, sino a fabricar delincuentes, para adornarse ante la opinión pública y hacerle creer que él era el súper policía que la raza de bronce estaba esperando: algo así como un Víctor Hugo Mercader Jurado, pero en grandote y a todo color, es decir, la auténtica verga encuerada.

Una cosa era cierta: dos de sus sobrinos, Alberto Muñoz Marmolejo e Israel Muñoz Marmolejo, tenían nexos con el narcotráfico.

Y como Felipe agarró de encargo sólo a los integrantes del cártel de “La Oficina”, éstos cobraron venganza en sus sobrinos, que fueron levantados, torturados y ejecutados, no sin antes grabar sendos videos, en los que sus sobrinos le rogaban a Felipe de Jesús que renunciara al cargo de procurador, porque había la amenaza de continuar sacrificando a integrantes de su familia.

Fue aquí, en TRIBUNA LIBRE, que acuñamos el mote de “Los Narcosobrinos”, lo que le causó indignación al ya llamado “Procurador de Hierro” y clamó venganza.

Por eso en sus “investigaciones” incluyó a dos de nuestros más combativos reporteros de policía: Esteban Bonilla López y Carlos Alberto Limón Díaz: los policías detenidos, acusados de tener ligas con el narco los señalaban de pasarles información por una mínima cantidad y botellas de vino (sic).

Primero detuvieron a Limón y lo enviaron al penal de alta seguridad de Nayarit; meses después aprehendieron a Bonilla y lo mandaron al penal de alta seguridad  de Ciudad Juárez Chi-huahua.

Pero a ninguno de los dos los habían citado a declarar, es decir, los detuvieron para investigar, no los investigaron para detener.

Limón fue el primero en salir absuelto, su defensa se facilitó porque luego lo mandaron al penal de aquí de Aguascalientes.

A Bonilla le robaron dos años de vida: confinado en el penal de Ciudad Juárez, Chihuahua, se complicó su defensa pero, al igual que Limón, fue absuelto por el juez federal, comprobándose la mala leche del procurador y la perversidad del gobernador, quien en un cumpleaños y sabiendo que Bonilla estaba preso, le mandó una carta de felicitación por “un año más de vida”.

En ese tiempo, “La Víbora” Morales –ya dejó de ser “La Viborita” pues ya tiene peleas en la Coliseo– atizaba a todo pulmón:

“¡Y falta de ir a prisión otro director de un periódico policiaco!”, “y falta de ir a prisión otro director de un periódico policiaco, y falta…!”, acatando las órdenes  que le mandaban directamente de Palacio de Gobierno, es decir, del compadre de su padre: Carlos Lozano.

Así lo hizo durante varias semanas: hasta que dejó de recibir la orden.

Y CON ESTA ME DESPIDO…
VER PARA CREER…

Cuando Carlos Lozano de la Torre iniciaba su desgobierno presumía de honestidad: “los corruptos son otros y están pintados de azul”, decía.

Y también:

“Durante toda mi administración no voy a otorgar ninguna concesión de taxi, Luis Armando saturó de taxis la capital y esto fue en perjuicio de los propios taxistas, yo no voy a caer en esa tentación”.

Sin embargo, no pasó mucho tiempo para tragarse sus propias palabras, pues meses después presumió decenas de carros Nissan eléctricos que “ayudarían al buen ambiente de nuestra ciudad”, que funcionarían como taxis “pero que no eran taxis”, para mantener su palabra de no otorgar ni una sola concesión.

¡Qué barbaridad, le entró a la piratería!

Hoy la vox populi afirma que esas decenas de taxis ecológicos piratas, son uno más de los muchos negocios que hizo su hijo José Carlos al amparo del poder.

Pero eso sólo fue una probadita del pastel que terminaría por atragantarlo.

El pasado martes 6 de diciembre, el propio Martín Orozco descubrió la cloaca que yo hace varios meses aquí le mostré al lector:

“Las 400 ó 500 que se hayan dado las voy a revisar con lupa”, para en seguida, el flamante gobernador sentenciar:

“… que se preocupen todos los políticos, los medios de comunicación, los amigos, los parientes, porque si hay cualquier mínimo requisito (que se haya omitido), que se olviden de su concesión”.

Ya veremos de qué color pinta el azul y qué tan fuerte ladra el perro que cuida la panadería.

* (Columna publicada inicialmente en el semanario hermano TRIBUNA LIBRE el pasado jueves 8).