Por Alfonso Morales Castorena

Reducido a simples restos vehiculares y volcado sobre su toldo acabó el automóvil en el que viajaban los cuatro alegres parranderos

Reducido a simples restos vehiculares y volcado sobre su toldo acabó el automóvil en el que viajaban los cuatro alegres parranderos

AL RECUERDO de la famosa frase del investigador Ripley, “aunque usted no lo crea” y parodiando sus conceptos, ayer fuimos enterados en la Tercera Jurisdicción Sanitaria dependiente del Instituto de Servicios de Salud del Estado (ISSEA) que “la más céntrica de todas las cantinas” en la cabecera municipal “cuenta con el consabido servicio sanitario para damas y caballeros”, así sea dos cuartuchos estrechos que se acondicionaron para el efecto al lado derecho de la otrora pequeña nevería, hoy “cenaduría con venta de cerveza” como reza la licencia reglamentada expedida a su dueño Gerardo Ortiz.

 EN TORNO al asunto, y dado que la existencia de “ambos reducidos espacios” está casi oculta en el compacto local comercial, los comerciantes establecidos en el andador peatonal de El Parián estimaron que “el antro al aire libre” carecía del servicio sanitario del caso e incluso pasó desapercibido para nosotros y así lo hicimos constar en nuestra entrega anterior.

 ASÍ QUE consultamos a la autoridad correspondiente en estos menesteres y la titular de la jurisdicción sanitaria asentada en la localidad nos detalló la ubicación de “los baños para hombres y mujeres” con que cuenta esa emborrachaduría y nos comentó que tiene un espacio pequeño en la sección derecha y sur del inmueble, parte superior del mismo, habilitado como una “reducida sala privada al servicio de sus clientes”, con capacidad apenas para no más de seis personas que no deseen exhibirse ingiriendo cerveza en la vía pública, instalados en una de las mesas colocadas en el mismo corredor comercial de El Parián.

 LUEGO NOS enteramos que la habilitación de los reducidos espacios se realizó en cuanto el dueño de la nevería obtuvo la licencia reglamentada para cambiar de giro, ahora a “cenaduría con venta de cerveza”, que en opinión de los comerciantes anclados desde hace años en El Parián, no fue más que el pretexto de su compañero de oficio “para montar una cantina pública en el mero corazón del Centro Histórico”, al disfraz de ofertar alimentos por las tardes-noches y en clara competencia de venta de bebidas alcohólicas con el prostíbulo Punto y Coma.

 AMBAS EMBORRACHADURÍAS, dijeron, funcionan a unos cuantos metros de distancia de la Presidencia Municipal, de la plaza principal y del templo del Señor del Salitre, pero “la cenaduría con venta de cerveza” lo hace casi a las puertas de la Alcaldía, en plena calle, a la luz del día y sin que su propietario tenga temor de su clausura porque, al igual que la usufructuaria del prostíbulo Punto y Coma, Edith Cristina de Lara Martínez, “cuenta con la protección del todavía presidente municipal, Francisco Javier Luévano Núñez”.

 Y SI EL ALCALDE autorizó su funcionamiento, ni el mismo jefe de Reglamentos Municipales, Juan Roberto Delgado González, puede hacer algo por siquiera llamarle la atención al nevero, tanto por su sociedad en la corrupción que los une, como por su ignorancia y desconocimiento para desempeñar con atingencia su cargo, en cuyo puesto, según afirmaron varios comerciantes, “está como pago de favores políticos, no porque tenga la capacidad y conocimientos necesarios para ello”.

 ENSEGUIDA COMENTARON el terrible accidente ocurrido la noche del martes anterior en la comunidad de Ojocaliente, donde cuatro jóvenes resultaron heridos de gravedad al volcar el automóvil en el que viajaban, tras estrellarlo en un poste propiedad de Teléfonos de México y colisionarlo contra una caseta de la misma empresa, al punto que su chofer perdió el control del volante por el exceso de velocidad a la que manejaba y presuntamente encontrarse bajo los efectos de las bebidas embriagantes.

 A LOS CUATRO viajeros, Mario Alberto Rojas, radicado en la comunidad Potrero de los López; Edgar Isaac Ildefonso, vecino de la colonia centro en Calvillo y la adolescente, Juana Thalía, de 16 años, avecindada en la congregación de La Fortuna, así como un cuarto individuo cuya identidad no fue establecida, se les rescató de entre los restos vehiculares y se les condujo al Hospital General de la comunidad, donde quedaron encamados y en condiciones estables, en la opinión de los médicos que los atendieron.

 NUESTROS INTERLOCUTORES afirmaron que, para buena suerte de los muchachos, la parranda que se corrían no terminó en tragedia y arremetieron contra la indiscriminada expedición de licencias reglamentadas, “porque lo único que se hace es fomentar el alcoholismo y acabar con lo más valioso de la sociedad: su juventud”, al tiempo que se retiraban a atender sus respectivos negocios.