Por Alfonso Morales Castorena

Los universitarios concluyeron su viaje de estudios al Pueblo Mágico de Calvillo y luego de sintetizar sus trabajos emprendieron viaje de retorno a la Ciudad de México

Los universitarios concluyeron su viaje de estudios al Pueblo Mágico de Calvillo y luego de sintetizar sus trabajos emprendieron viaje de retorno a la Ciudad de México

NI AÚN CON la visita que alumnos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) hicieron por tres días al Pueblo Mágico de Calvillo, en plan de estudios enfocados a subsanar las necesidades de la cabecera municipal y de otros lugares, con la construcción de nuevas estructuras e identificar alternativas de un posible crecimiento urbano, la Secretaría de Servicios Generales hizo su trabajo, y ni siquiera su titular, David López, se preocupó por ofrecer la mejor cara de la comunidad a los turistas capitalinos.

 POR UN DOMINGO más, de los muchos que hemos observado contenedores rebosantes de basura, esos recipientes lucían como de costumbre: con todo tipo de desperdicios tirados a su alrededor, porque su capacidad de almacenaje había sido rebasada y con mucho, porque sobre sus tapas estaban apilados montones de bolsas de plástico llenas de inmundicias.

 SOLO QUE en esta ocasión, descubrimos a un individuo de edad avanzada instalado en el interior del contenedor que se localiza en la esquina de las calles Ignacio López Rayón y Jesús Gómez Portugal, en la famosa Ruta del Artista, entregado a buscar en el recipiente cuanto objeto, artículo o cosa le representara mercadería susceptible de reciclaje y, por consecuencia, un parco ingreso de dinero, con el que paliaría su paupérrima condición de indigente.

 PARA ENTONCES la mayoría de los universitarios habían concluido con “su tarea” y cubrían a pie la distancia que los separaba de esas calles a la plaza principal, donde abordarían los vehículos que los llevarían de regreso a su lugar de origen, no sin antes hacer un alto en alguna de las comunidades pertenecientes a la cabecera municipal para terminar con su recorrido turístico, según lo comentaron.

 LUEGO NOS enteramos que fueron invitados al recorrido de fin de semana de La Ruta de las Cantinas, pero declinaron la visita guiada a cada bar incluido en ese programa de turismo por tener el tiempo indispensable para terminar sus trabajos y proyectos de mejoramientos que realizaron, entregarlos a la dirección de la Facultad de Arquitectura y de esa forma participar en un concurso de su ramo, en el que los tres mejores trabajos serán objeto de premios especiales.

 TAMBIÉN CONOCIMOS que, por un fin de semana más, los residentes en el andador peatonal de la calle Centenario disfrutaron de una noche de relativa calma ante el silencio en el que quedó el prostíbulo Punto y Coma, que según dijeron “cerró temprano, a las 12 de la noche”.

 LOS MISMOS vecinos se mostraron extrañados por el cierre del lupanar, atribuyéndolo a la falta de clientes como consecuencia de la difícil situación que impera en todos lados, de la que Calvillo no ha escapado, mucho menos sus habitantes que en ocasiones se las ven negras para solventar los gastos familiares, educativos y personales de los jefes de familia, que prefieren cubrir sus necesidades básicas que dilapidar el poco dinero que obtienen por su trabajo.

 AUNQUE TAMBIÉN comentaron que la usufructuaria de la licencia reglamentada, Edith Cristina de Lara Martínez, ya no contara con la autorización de sus “socios”, el corrupto presidente municipal, Javier Luévano Núñez, y el jefe de Control Reglamentario, Juan Roberto Delgado González, para prestar servicio a sus borrachos clientes, prostitutas y homosexuales que a diario la visitan, “hasta después de la hora permitida para el cierre de actividades”, así le “hubieran regalado el permiso para continuar laborando hasta el amanecer, como era su costumbre”, refirieron.

 PERO TAMBIÉN lo achacaron al temor de la mujer para ser sorprendida por las autoridades sanitarias vendiendo las famosas “bombas”, porque a partir del sábado 8 de los corrientes, su comercialización estará prohibida por la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) y por la Comisión Federal de Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), por considerarla “una bebida altamente peligrosa para la salud y la vida de los consumidores” y tal vez no quería exponerse a ser descubierta violando esa nueva ley de salud pública y que fuera a ser objeto de la elevada multa del caso, que según ambas dependencias “será hasta de un millón de pesos”, así que se habrá dicho “mejor nos vamos a dormir temprano”… y se fue…para alivio nuestro, finalizaron.