Por Alfonso Morales Castorena

A LO PREVISTO por los residentes del andador peatonal Centenario, en cuanto a la tortura nocturna a la que serían sometidos por la celebración de las Fiestas Patrias, tanto oficiales como no oficiales, entiéndase éstas últimas “los ríos de alcohol” que corrieron por todo el municipio, los escándalos que luego armaron los beodos festejantes en sus calles, se tuvo que añadir “la ruidosa fenomenal bacanal” que tuvo lugar en el prostíbulo Punto y Coma.

 NO LES FUE extraño la escandalosa orgia de sexo y alcohol que como cada fin de semana ocurre en ese antro, ni tampoco que “la celebración de la Independencia de México” continuara hasta el amanecer de ayer, ni la música a todo volumen, ni los estruendosos gritos que parecían semejar “el canto del ruiseñor”, ni todo lo que ocurría en el interior del negocio, lo irregular fue que “en esta ocasión la extensión de horario le fue regalado a la dueña del antro, Edith Cristina de Lara Martínez, por tiempo ilimitado”.

 ESE MISMO “obsequio de Reglamentos Municipales” fue otorgado a los comerciantes afines a los intereses del corrupto jefe de Control Reglamentario, Juan Roberto Delgado González, que ante la postura de “manos libres” se dieron el lujo de trabajar sus “negocios reglamentados” hasta el amanecer del nuevo día y la mayoría de ellos “tuvieron un éxito económico no planeado”, lo que les obligará a “reportar$$e” con el venal funcionario municipal.

 PERO NO todos recibieron el regalo de “la extensión de horario abierto”, hubo dos que tres “dueños de cantinas” a los que “se pretendió sancionar y hasta se les amenazó con clausurar sus chingaderas si insistían en ofrecer servicio fuera del horario establecido”, porque no contaban con la “venia del señor para seguir trabajando después de la una de la mañana”.

 Y CUANDO “esos ignorantes cantineros” cuestionaron a los verificadores de reglamentos la razón por la que tenían que cerrar en el horario de costumbre y otros antros, como Punto y Coma, El Foco Rojo, Las Bombas de Don Chuy, La Oficina, La Catrina, seguían abiertos al público trasnochador que “celebraba el Grito de Dolores”, su respuesta era que “porque así lo ordenaba el jefe y nada más”.

 APARTE LOS verificadores municipales se mostraban altaneros, prepotentes, soberbios y majaderos, ante esos “asustados dueños o encargados de las cantinas que pretendían clausurar”, pero en cuanto les respondían en la misma tesitura, doblaban las manos y más de uno se tuvo que retirar como perro apaleado, con la cola entre las patas, la cabeza gacha y humillado y sin haber “cumplido sus amenazas”.

 EL ASUNTO era el por qué a algunos negocios reglamentados, como al prostíbulo Punto y Coma y a varios más, “se le regaló una extensión de horario”, a “sus competidores los hicieron a un lado y hasta pretendieron clausurarles sus cantinas”, todo por el afán de dejarles el campo libre y que “la Noche Mexicana fuera su gran fuente de ingresos ese 15 y 16 de septiembre”, no se diga para la emborrachaduría que protege el presidente municipal, Francisco Javier Luévano Núñez y los compinches de su gabinete, según nos lo señalaron varios comerciantes del andador peatonal Centenario, “nos imaginamos que creyeron que se iban a llenar los bolsillos de oro”, agregaron.

 POR ÚLTIMO dijeron que ahora nada más falta que “esa libertad de actividad comercial nocturna” también incluya este sábado (ayer), porque entonces sí, quienes viven en este sector de la zona centro van a sufrir las de Caín para dormir y su tercera desvelada consecutiva puede mellar su estado de salud, pero eso poco le importa al corrupto alcalde, mientras que “su prostíbulo trabaje las 24 horas del día, lo demás carece de alguna relevancia para él”, concluyeron.