Por Alfonso Morales Castorena

COMO UNA descarada burla para ellos, catalogaron los comerciantes y los vecinos radicados en el andador peatonal de la calle Centenario, el incremento de los escándalos que a diario se registran en el prostíbulo Punto y Coma, el elevado volumen de la música, que ahora es casi 18 horas al día y ahora hasta la presencia de homosexuales en esa casa non sancta, que se llevan las palmas en cuanto al ruido excesivo que emana de ese local y ni que decir de las prostitutas que a diario “trabajan en ese sitio”.

 TODO ESO es porque la lenona propietaria de la emborrachaduría de marras, Edith Cristina de Lara Martínez, ha comprobado que la protección que le brindan las autoridades municipales por instrucciones del corrupto alcalde, Francisco Javier Luévano Núñez, “es efectiva al cien por ciento” y nada le pueden hacer para obligarla a respetar el sacro santo descanso nocturno “de nosotros que somos sus vecinos”, señalaron.

 APARTE DE que le dieron la razón al no menos deshonesto y corrupto jefe de Reglamentos Municipales, Juan Roberto Delgado González, quien alguna vez y en forma por demás descarada aseguró a quien esto escribe que “el volumen excesivo de la música, tanto de empleados que realizan el aseo del prostíbulo por la mañana, como el que hace la dueña por la madrugada al retirarse a sus habitaciones, es porque están un poco sordos y tienen que elevar el sonido de la música para poder escucharla bien”.

 DE SUERTE tal que los indignados comerciantes y residentes de la zona, comentaron que a ese inmoral empleado municipal le asiste la razón y por eso “el escándalo musical y griterío sin fin es porque todos ellos están sordos” y quienes no lo estamos, tenemos la obligación de soportarlos y escuchar lo estridente de su música, las palabrotas a todo pulmón, seguidas de insultos alvaradoreños, las risotadas a granel, los tipludos gritos de los amanerados que noche a noche acuden a embriagarse a ese lugar y la chillona voz de las suripantas y ficheras que ahí tienen su fuente de ingresos.

ESA ES NUESTRA particular apreciación para justificar los banales argumentos de defensa que el flamante director de Reglamentos Municipales, hace de quien lo ha comprado para “no ser molestada en su ilegal actividad de explotar un giro rojo con una licencia de restaurant-bar, en el mero centro del publicitado Pueblo Mágico y en el corazón del primer cuadro de la comunidad.

 ASEGURARON QUE también se debe eliminar la cantina rodante en la que el alcalde, Francisco Javier Luévano Núñez, ha convertido el denominado Tranvía El Guayequito, que por las noches destina su recorrido turístico a visitar cuanta cantina está encuadrada en los destinos de ese llamado Pueblo Mágico y que lo único que hace es fomentar el alcoholismo disfrazado de “una visita guiada a las más antiguas emborrachadurías de la localidad y luego sobrevienen las tragedias, ya cuando los visitantes, todos ebrios, se instalan al volante de sus vehículos para retornar a sus lugares de origen y las consecuencias fatales no se hacen esperar”.

 Y AHORA no conforme con eso, Luévano Núñez ya tiene en mente implementar los famosos “parquímetros digitales” con la mira puesta en llevarse otra carretada de billetes, cuyo proyecto ha sido duramente criticado por los usuarios de las redes sociales, como lo hiciera Roberto López Martínez, quien refiere:

“YO YA LO había dicho, que en cuanto pasaran las elecciones los ponían, ¿por qué no lo hicieron antes, si ya se había discutido el tema? Al fin de cuentas es solo una medida recaudatoria para clavarse una lanita y sí, efectivamente, en otros municipios, si recuerdan que en Aguascalientes había, pero ya los quitaron porque no sirven, lo mismo pasó en Tonalá y en otros estados, pero como siempre, a papá gobierno sólo le interesa chingar al pueblo”.

 EN TANTO que Juan Sandoval señala que: “No cabe duda que mi pueblo si es mágico, con la instalación de esas cosas aparecerá como por arte de magia dinero en los bolsillos de los funcionarios del gobierno, de veras que se pasan. Mejor pónganse a trabajar en lo que sí es de importancia, en lugar de andar pensando en cómo llevarse el dinero del pueblo”.