Pese a que agua almacenada y basura que contenía fueron retiradas, los malos olores continuaban emanando de la fuente porque “no fue objeto de limpieza a fondo con agua y jabón”

Pese a que agua almacenada y basura que contenía fueron retiradas, los malos olores continuaban emanando de la fuente porque “no fue objeto de limpieza a fondo con agua y jabón”

LA PROMOCIÓN de fin de semana que se realiza a la multipublicitada Ruta del Artista, que para la generalidad de la ciudadanía contiene cuentos y leyendas inverosímiles, preocupa sobremanera a los residentes del sector habitacional que la comprende y a los comerciantes del andador peatonal de la calle Centenario, donde concluye al pie de la gran cruz de hierro levantada como homenaje a quienes fueron llamados “cristeros”.

 EN EL PRIMERO de los casos, los vecinos de las calles que comprenden el recorrido de kilómetro y medio de ese as comercial sacado de la manga de quién sabe quien, pero cuya autoría se achaca al presidente municipal, Javier Luévano Núñez, como un negocio más implantado en el tramo final de su administración; temen que los visitantes acusen los efectos de las famosas “bombas de Don Chuy”, antes de que concluya su caminata y los desmanes estén a la orden del día.

 MIENTRAS QUE los vecinos radicados en el andador peatonal y los comerciantes que ahí tienen sus negocios esperan que quienes acudan a conocer las utópicas leyendas que se fabricaron en torno a cada una de las obras que integran ese increible breviario cultural urbano, al terminar su caminata y ya achispados por “las bombas de Don Chuy”, que se les obsequiarán durante su visita obligada a esa cantina, decidan conocer “el prostíbulo Punto y Coma”.

 Y COMO ESA emborrachaduría está equipada con luz y sonido ad hoc a su giro, karaoke y en ocasiones hasta con música en vivo, esperan una noche más llena de escándalo sin fin, al menos hasta las primeras horas de la mañana de este día, sin que autoridad alguna se digne “siquiera darse una vueltecita por esos lares para verificar las irregularidades en las que se incurren y levantar la sanción administrativa correspondiente”, como lo señalaron los indignados comerciantes.

Una pareja de trabajadores de Servicios Públicos Municipales fue captada intentando desaguar la fuente central del andador peatonal Centenario, antes que retirar la basura que almacenaba

Una pareja de trabajadores de Servicios Públicos Municipales fue captada intentando desaguar la fuente central del andador peatonal Centenario, antes que retirar la basura que almacenaba

 ASEGURARON TAMBIÉN que ahora que los trabajadores de Servicios Públicos Municipales evacuaron la pestilente agua que contenía la fuente instalada frente a ese prostíbulo y de paso levantaron el basural que contenía, la construcción al aire libre va a “servir de mingitorio comunitario” y que en cuanto le caigan los primeros rayos de sol “la pestilencia va a ser insoportable y eso sin contar que más de algún ebrio se vomite ahí, porque entonces sí el hedor va a ser horrible”.

 PERO ESA circunstancia tiene sin preocupación a las autoridades municipales, incluidas a las de Servicios de Salud Pública, que en aras de seguir nadando de a muertito, las primeras ni siquiera han sopesado que por su indolencia en disponer de la limpieza de las fuentes –ya no se diga de hacerlas funcionar– estas representan el hospedaje ideal de insectos de todo tipo, incluido el mosquito trasmisor del chikungunya, el zika y el dengue y cuando menos se espere, esa indiferencia de ambas dependencias les va a cobrar una factura bastante elevada, con las consiguientes y lamentables consecuencias para todos nosotros, externaron vecinos y comerciantes.

 POR LO PRONTO y ya para concluir con sus comentarios, dijeron que esperan que esta observación sea una llamada de atención para los responsables de esas dependencias gubernamentales, que tomen cartas en el asunto y eviten riesgos innecesarios a la población, que por nuestra parte, añadieron, continuaremos insistiendo para que el prostíbulo que nos arrebató nuestra tranquilidad sea llamado a cuentas y se exija a su dueña que se apegue a la explotación irrestricta de la licencia reglamentada que le rentó a Jesús Serna Esparza, bajo el rubro de “restaurantebar” y no de vil emborrachaduría y pequeña zona de tolerancia en lo que ha convertido su negocio Punto y Coma.