Por Alfonso Morales Castorena

LOS COMERCIANTES establecidos en el andador de la calle Centenario cuestionaron ayer en la mañana la labor desarrollada durante dos años y ocho meses de la Dirección de Control Reglamentario y Regulación Sanitaria, a cargo de Juan Roberto Delgado González, a quien le achacaron la proliferación de emborrachadurías en la cabecera municipal disfrazadas de todo tipo de negocios de comida y la descarada protección que les brinda, a ciencia y paciencia del alcalde Francisco Javier Luévano Núñez, dijeron.

 PRUEBA DE ello es no solo el prostíbulo Punto y Coma, que cada fin de semana se convierte en el centro de actividades de homosexuales, lesbianas, suripantas, efectivos militares y toda clase de individuos que al calor de las copas arman escándalos mayúsculos, sin que autoridad alguna haga acto de presencia para llamarlos al orden.

 TAMBIÉN SE cuentan los expendios de comida del mercado Francisco Guel Jiménez, que si bien es cierto que expenden birria, menudo, tacos, tortas y demás alimentos, también es cierto que cuentan con el permiso para vender cerveza y sin embargo, los dueños de ese tipo de comercios abusan de la licencia reglamentada que obra en su poder.

 VARIOS SON los expendios de comida que ya por la tarde se convierten en cantinas casi al aire libre, porque los locales ubicados en el interior del mercado no cuentan con la privacidad suficiente para mantener a su clientela aislada del resto de asistentes a ese popular centro de abastos y los desfiguros que hacen los individuos ya ebrios, son vistos por niños y adolescentes, tanto hombres como mujeres que de última hora acuden con sus mayores a adquirir algún artículo.

 Y COMO SE cuenta con servicio público de servicio sanitario, tanto para damas como para caballeros, cuyo encargado cierra actividades después de las 6 de la tarde, cuando las labores del mercado cesan y todo mundo se retira, quienes se embriagan en esos expendios de comida no tienen problema alguno para realizar sus necesidades fisiológicas.

 LAS AUTORIDADES están enteradas de ese grave problema social porque varios de los comerciantes que expenden frutas, verduras u otro tipo de satisfactores alimenticios han denunciado la ilegal actividad vespertina que desarrollan tanto los propietarios de esos locales de comida, como los encargados de los negocios, pero hasta la fecha no han tomado cartas en el asunto porque los verificadores de Reglamentos Municipales argumentan “que tienen permiso para vender cerveza”.

 PERO TAMBIÉN criticaron el que no todo se mida con el mismo rasero, porque uno de esos verificadores, al que identifican como Tiburcio “N” “N”, explota en su domicilio de la colonia Los Patos, una tienda de abarrotes y esa actividad la complementa con la venta de cerveza las 24 horas del día, amparado siempre en que cuenta con el visto bueno de su jefe, Juan Roberto Delgado González.

 DE TAL SUERTE, según lo comentaron, que ahora con la implementación de ese fatuo programa de la Ruta del Artista integrado por historietas o leyendas que salieron de la mente fantasiosa de no se sabe quien, el alcoholismo cobre un auge inusitado, quede fuera de control de las autoridades (?) y que cada fin de semana el número de individuos ebrios vaya creciendo paulatinamente, pero que para los creadores de ese “ente cultural” les suena a ofensa porque “no vemos el beneficio que nos apareja la derrama económica que genera el turismo que nos visita, así sea para escuchar mentiras culturales”.