Por Daniela Itzel Domínguez Tavares

* Profesor Rural. Otilio Montaño, Zapatista

Otilio Montaño (tomado de Biblioteca Digital Mexicana, http://bdmx.mx)

Otilio Montaño (tomado de Biblioteca Digital Mexicana, http://bdmx.mx)

ALGUNA VEZ leí en un libro llamado Historia ¿para qué? acerca de esa interminable e indisoluble línea entre el pasado y el presente, de manera más particular recuerdo con precisión aquella premisa que dice que­: “son los acontecimientos contemporáneos los que permiten profundizar en el conocimiento del pasado”. Dicho lo anterior una cosa es segura, cada generación tiene una forma de ver el pasado, una forma de reconocerse en él; pensé entonces en el ayer a partir de lo reciente, desde este México convulsionado por la diatriba política y la siempre presente violencia hacia los signos de expresión social.  Menciono esto porque la vorágine que vive nuestro país con relación a la reforma educativa, los profesores, evaluaciones, manifestaciones, diálogos efímeros, violencia, planes de estudio, alumnos, escuelas, censura y abyectos discursos son temas que con afán necesitan nuestra atención. Me gustaría evidenciar entonces la importancia de los profesores en momentos clave de nuestra historia, particularmente durante la Revolución Mexicana.

EL 13 DE diciembre 1877 nació en Villa de Ayala, Morelos, Otilio Montaño Sánchez. De una humilde familia tuvo la posibilidad de asistir a la escuela en Cuautla y convertirse con el tiempo en profesor en la misma población que le viera nacer. Primero fue docente en Tepalcingo, fue enviado posteriormente a Jonacatepec y finalmente regresó a Villa de Ayala. Desde su juventud estuvo más interesado en la escuela que en el trabajo de campo como el resto de su familia. En los textos que llegó a generar a lo largo de su vida se pueden rastrear algunos autores tales como Víctor Hugo, Aurore Dupin, Merón y Pierre E. M. Berthelot. (1)

CUANDO FRANCISCO I. Madero alcanzó la esfera nacional en 1910 Otilio compartió sus ideas y las apoyó desde Morelos a lado de Pablo Torres Burgos y su compadre Emiliano Zapata; en un primer momento los zapatistas participaban de la revolución desde la facción maderista pues esto les permitiría un reconocimiento nacional mismo que ayudaría con sus necesidades particulares de su estado, pero cuando Madero traicionó la Revolución al firmar el 21 de mayo de 1911 los Tratados de Ciudad Juárez –acuerdo de paz entre Porfirio Díaz y Madero– Otilio así como Zapata, vieron la necesidad de separarse y expresar en un plan propio la verdadera naturaleza, ideas y necesidades del campesinado del estado de Morelos.

ESTE MOMENTO que marcó el rumbo de la Revolución Mexicana también dejó honda huella en el estado de Morelos, una hendidura ideológica que permitió que la facción zapatista tomara el rumbo de su propia lucha por los derechos sobre la tierra y el agua de los campesinos. La importancia de los profesores rurales se hizo presente ya que el 18 de noviembre de 1911 se formuló el Plan de Ayala, mismo que fue concebido entre el jefe militar Emiliano Zapata y el profesor Otilio Montaño:

“EN AYOXUXTLA, ahí llamaron a todos los jefes para que formaran el Plan de Ayala. Cuando Montaño leyó el plan se arrimaron todos los jefes; generales había nada más siete, coroneles diecisiete. Se paró Zapata y les dijo: señores, el que no tenga miedo que pase a firmar, pero saben que van a firmar el triunfo o la muerte”. (2)

DESPUÉS DE la publicación del plan la Revolución se había tornado más social y realista hacia la estratificación de castas que aún se vivía en el país,  fue el momento en que Otilio Montaño se hizo un lugar entre el estado mayor zapatista aunque desde 1910 estuvo cercano a Zapata. Ahora bien, para algunos historiadores la autoría del plan se debe solamente al profesor Otilio pero la contribución de Emiliano Zapata no se puede negar. Sobre esto Adolfo Gilly escribió que: “por formación académica, intelectual o de clase, les resulta imposible –a algunos– aceptar que un campesino haya sido uno de los mayores dirigentes políticos de la Revolución Mexicana”, (3) sin importar que uno fuera campesino y otro profesor rural, cada cual aportó para la creación del documento que era un grito de los pueblos sometidos.

PROBABLEMENTE LA ayuda que prestó en la creación del mencionado plan sea el motivo por el cual se le recuerda a Montaño pero de hecho estuvo presente en momentos importantes para el zapatismo en la lucha nacional. Fue uno de los pilares intelectuales de los surianos y desde el año de 1912 fue general en los territorios de Nepantla, Acatzingo y Jumiltepec, misma posición que le permitió presentar junto con Alfredo Serrano al Atila del Sur, como era conocido Zapata, y al Centauro del Norte, Francisco Villa.

A LO LARGO de su carrera militar y política el profesor de Villa de Ayala se mostró firme a sus ideales, se mostró fiel a la idea de equidad y urgente necesidad de que en México ya no gobernara más una clase venal.

ES TRISTE que la vida de este hombre terminara al igual que la que de muchos otros por la intriga en tiempos de guerra. Fue en Buenavista de Cuéllar, Guerrero, donde se  desconoció por medio de una revuelta la autoridad del cuartel general zapatista que estaba en Tlaltizapán; seguirá siendo cuestionable la participación de Otilio Montaño en este levantamiento pero aun así, le costó la vida. Se le acusó de ser un instigador de ese movimiento y fue juzgado ante un consejo de guerra. Así pues el 18 de mayo de 1917 murió en el paredón uno de los pilares del zapatismo, pero el legado que le sobrevivió es sin duda perdurable.

ESTE ES sólo un momento de nuestra historia cuando la participación de un profesor destaca como pieza clave de un movimiento; en la actualidad siguen teniendo importancia pues más allá de la manifestación y las reformas existen profesores con vocación, profesores que pese a las inclemencias en las cuales deben desarrollar sus actividades proveen a los niños del hermoso mundo de las letras y el saber.

Notas

  1. Pineda Gómez, Francisco. (2013) La revolución del sur. 1912-1914. México: ERA
  2. Pineda Gómez, Francisco. (2014) La irrupción zapatista 1911. México: ERA, p. 193.
  3. Gilly, Adolfo. (1994) La revolución interrumpida. México: ERA, p. 95.