Por Luis Arturo Sosa Barrón

 * ¿De qué se Habla al Decir Revolución Mexicana? (Primera Parte)

¿Fue una revolución, una revuelta, una rebelión?, ¿Revolución o revoluciones?, ¿Popular o burguesa?, ¿Cambió al país?, ¿Qué fue realmente? Estas son sólo algunas de las preguntas que el historiador de la Revolución suele hacerse, para que la explicación sea lo más eficiente posible se optará por dar una definición de revolución, en este caso la más adecuada es la planteada por Pedro Salmerón:

“[…] si un movimiento social (casi siempre armado, pero no necesariamente) transforma las estructuras políticas del Estado, entonces es una revolución; sí, además, esa revolución transforma estructuras económicas y sociales –la primera de las cuales es el régimen de propiedad–, se trata de una revolución social. Asimismo, las revoluciones transforman las actitudes de las personas, su forma de entender el mundo y de situarse en él”. (1)

Francisco Villa y Emiliano Zapata, en Palacio Nacional

Francisco Villa y Emiliano Zapata, en Palacio Nacional

Ahora, en torno a lo anterior se podrá entender a la Revolución como el conjunto de movimientos armados –sociales o no– que pusieron fin a un periodo de la historia de México conocido como Porfiriato, en el cual no sólo se dio una transición en las cuestiones políticas, sino económicas, culturales y sociales. Entre los principales movimientos armados que formaron parte de este momento histórico se puede hablar de: maderistas, zapatistas, orozquistas, constitucionalistas, villistas, maytoneristas, carrancistas y convencionistas. (2)

Vale mencionar que en este último rubro –lo social– es en donde salen a relucir las preguntas del impacto que tuvo la misma Revolución, ya que por un lado el discurso del régimen político emanado tras el fin de la misma vende la idea de que fue una revolución popular; y, por el otro, vemos que realmente no se llevaron a cabo las exigencias de reivindicación social. ¿Cómo sucedió?

Inicio, Desarrollo y ¿Conclusión? de la Revolución

El discurso oficial nos habla de que la Revolución Mexicana dio inicio el 20 de noviembre de 1910 a las seis de las tarde, esto tomando en cuenta el Plan de San Luis, pero en la Historia académica mexicana se ha debatido tanto el inicio como el final de la misma; pero con base en la definición que Pedro Salmerón nos brinda de la revolución, podemos decir que inicia durante la Convención de Aguascalientes, porque en ese momento sería cuando las dos revoluciones populares –villistas y zapatistas– entran en contacto y se consolidan como una sola fuerza que busca la reivindicación social, económica y política de su clase a nivel nación, y que durante el año de 1915 se enfrentaría a la clase burguesa y pequeñoburguesa reflejada en el Constitucionalismo hasta ser vencidos a finales del mismo año. Veamos los factores que dieron inicio a la Revolución.

Mucho se ha debatido en torno a los factores que detonaron la Revolución, pero en general se acepta que fueron las consecuencias desatadas por la caduca administración de Porfirio Díaz Mori, quién había permanecido más de tres décadas en la presidencia, y gracias a una red de jefes políticos locales pudo mantenerse en el poder a través de un régimen dictatorial. (3) Adolfo Gilly nos ofrece un panorama de lo que a grandes rasgos fue el desarrollo histórico de México durante el Porfiriato:

“[…] la historia del México porfiriano es, en esencia, la historia del proceso de conformación y desarrollo impetuoso del capitalismo nacional en las condiciones de la expansión mundial del capital en la era del ascenso del imperialismo; y, en consecuencia, la historia de la acumulación de las contradicciones que condujeron a la formación social mexicana al estallido revolucionario de 1910. Dicho en términos más abstractos, es la historia del prolongado equilibrio dinámico que transcurre entre dos revoluciones: una, la Reforma, que le da origen y engendra las condiciones de su existencia, crecimiento y expansión; la otra, la Revolución Mexicana, engendrada por la crisis en que desembocan y buscan resolverse las condiciones inherentes a ese proceso”. (4)

Como puede apreciarse, la expansión capitalista traería una serie de consecuencias que acelerarían el choque entre las clases que se estaban formando; y a raíz de las políticas modernizadoras del régimen porfiriano se acentuaría aún más este malestar social, ya que el gobierno mexicano de entonces optó por hacer concesiones de tierras y aguas para los empresarios extranjeros a costa de la supervivencia de obreros y campesinos, a lo anterior se le anexa el despojo hecho a su vez por los grandes terratenientes del norte y sur de México. Veamos un caso de Morelos:

“En 1903, [Pablo] Escandón le ordenó al administrador de su hacienda de Atlihuayán que levantase una cerca que se comió casi mil 200 hectáreas de las tierras de pasto comunales de Yautepec. El ganado de los campesinos, acostumbrado a pastar allí, derribó la cerca en algunos lugares y se metió en el territorio que ahora pertenecía a la hacienda… los dueños de otros más fueron encarcelados por haberles dejado invadir el terreno.”[1]

Si bien con diferentes matices, este era el panorama que imperaba el campo mexicano hacia 1910, en Noviembre estallaría un movimiento armado en el norte del país encabezado por un político pequeño-burgués hijo de una familia hacendada de Coahuila, dicho movimiento estuvo formado no sólo por la pequeña burguesía, sino por un extracto popular, del cual saldrían los principales movimientos sociales campesinos, nos referimos a Francisco Villa y Emiliano Zapata.

Madero, quiEn se había postulado como candidato a la presidencia para competir con Porfirio Díaz, se levantó en armas tras ver que las elecciones habían sido nuevamente arregladas a favor del presidente. Promulgó el Plan de San Luis con el cual sólo buscaba la transición política de México y no realmente un cambio en las estructuras socio-económicas, puesto que pese a prometer entre otras cosas la solución a las cuestiones agrarias, su llegada al poder tras la renuncia de Porfirio Díaz no realizó los cambios prometidos, por lo que Emiliano Zapata y Pascual Orozco se levantaron en armas.

Sin embargo, durante este proceso, los militares Félix Díaz y Bernardo Reyes hicieron un intento de golpe de estado, pero fueron reducidos a una sección de la Ciudad de México, en donde pactaron con Victoriano Huerta el derrocamiento de Madero, lo cual se efectuaría la primera semana de febrero de 1913. Como consecuencia de esto, un antiguo porfirista de nombre Venustiano Carranza, coahuilense al igual que Madero, se alzaría en armas con un ejército prominentemente norteño, además de que firmaría un plan propio conocido como Plan de Guadalupe, el cual sólo buscaba una restauración del orden constitucional de 1857.

Así se formó el llamado Ejército Constitucionalista, el cual estaba estructurado por cuatro divisiones: la del Noroeste al mando de Álvaro Obregón, la del Norte al mando de Francisco Villa, la del Noreste al mando de Pablo González, y la del Centro al mando de Pánfilo Natera, a su vez Venustiano Carranza figuraba como el Primer Jefe del ejército. Mientras tanto en el sur Emiliano Zapata seguía por su cuenta la lucha con el Ejército Libertador del Sur, el cual tenía un plan que tenía como propósito recuperar las tierras arrebatadas a los campesinos además de distribuir las de los hacendados, por lo que podemos hablar de un plan netamente social y político.

Sería a mediados de 1914 cuando Victoriano Huerta huiría del país, dejando como triunfadora a la facción constitucionalista, que a su vez se separaba en dos facciones: la popular encabezada en la figura de Villa y la burguesa encabezada por Carranza. Este distanciamiento se había efectuado porque Villa tenía un plan de reforma social, el cual preocupaba a la gente como Carranza, quienes sólo buscaban una transición política.

Notas

  1. Salmerón, Pedro, 1915 México en Guerra, México, Planeta, 2015, p. 19.
  2. Hay que hacer una breve aclaración, ya que estos grupos se forman en diversos momentos de la Revolución Mexicana, pues en un primer periodo los rebeldes al régimen de Porfirio Díaz se unificaron bajo el liderazgo de Madero, pero una vez que la Revolución “triunfa” –al menos en lo político– de esos maderistas salen dos escisiones: el zapatismo y el orozquismo, de igual forma se irían formando y deshaciendo facciones durante el desarrollo de la Revolución.
  3. Sin embargo, en los últimos años gracias a la ola revisionista histórica en la academia mexicana se ha comenzado a debatir sobre el carácter del gobierno de Porfirio Díaz, en donde historiadores como Álvaro Matute es de los que argumentan que el régimen de Díaz no es de tipo dictatorial, sino autócrata, al compararlo con un zar, pero las evidencias –en mi opinión– dejan claro que fue un régimen dictatorial.
  4. Gilly, Adolfo, La Revolución Interrumpida, México, Era, 2014, p. 32. Las cursivas son mías.
  5. Womack Jr., John, Zapata y la Revolución Mexicana, México, Siglo XXI, 2014, p. 49.

* Estudiante del 9° Semestre de la Licenciatura en Historia.