Por Édgar Alberto García

* El Golpe Fantasma

MAKOTA VALDINA es una profesora, religiosa y activista por los derechos de las mujeres afroamericanas y la protección del medio ambiente. Durante una entrevista pronunció una frase que removió la visión de los procesos históricos, anteponiendo la humanidad a cualquier circunstancia vivida: “No soy descendiente de esclavos. Yo desciendo de seres humanos que fueron esclavizados”.

MUHAMMAD ALI falleció este 3 de junio, de una afección respiratoria. “El más grande” fue el apodo con el cual se le reconoció por su legado tanto como atleta y como persona. Su estilo, declaraciones y fanfarronería lo convirtieron en un esteta único en el ambiente pugilístico, y su peculiar forma de entender su condición afrodescendiente y la religión, lo hicieron como ser humano.

QUIENES TUVIERON la fortuna de asistir o seguir la trasmisión de sus peleas cuentan que los combates eran poesía, una suerte de virtud de la antigua Grecia que rendía culto al cuerpo y a la destreza. Y ese arte del boxeo nunca ha sido plasmado en su totalidad en los libros a pesar de los magistrales intentos de Conan Doyle, Jack London, Norman Mailer, Julio Cortázar, Ricardo Garibay, Martín Kohan, entre otros muchos.

SU HISTORIA de vida es dura como la de cualquier otro niño nacido en el Estados Unidos segregacionista y con una familia desquebrajada por el alcoholismo de su padre. Su facilidad de movimientos no sólo estaba en los brazos y en las piernas, también en la lengua, cuyo uso constante para amedrentar a sus rivales, sería imitado posteriormente, por Tyson y Maywether por ejemplo, pero sin la gracia ni carisma que caracterizaba a Mohammad Ali.

CUANDO YO tenía alrededor de 12 años lo vi a través de la televisión encender la llama olímpica de los juegos de 1996. Para mí, que era joven y desconocía de las formas misteriosas de la vida, me resultaba difícil compaginar a “El más grande” con ese personaje cuyo temblor le afectaba la movilidad. Después vi sus peleas en los videos de los compendios de la historia del box, leí de sus hazañas y pude comprender que la grandeza estaba en otra parte, más allá del reconocimiento público. Lo hice mi ídolo, aunque los caminos de mi existir me han dictado que todo ídolo es un ser humano y por ende perfectible.

Sin lugar a dudas, Muhammad Ali es el más grande de todos los tiempos

Sin lugar a dudas, Muhammad Ali es el más grande de todos los tiempos

PUDE ENTENDER, e incluso comparto que se haya negado ir a la Guerra de Vietnam, pero no su adhesión a la Nación del Islam, cuyo lucro con la necesidad identitaria, el racismo y la religión me parecen deleznable. Secta que está catalogada como del new wave y que mezcla la ciencia ficción con la doctrina del Islam. El claroscuro Malcom X estuvo entre sus filas. Según la secta u organización político social, el mundo está gobernado por dos decenas de sabios que son presididos por la reencarnación de Alá, nada más ni nada menos, el fundador de la secta Fard Muhammad, quién ascendió al cielo en un objeto volador no identificado (OVNI).

PIENSO EN la frase que pronunció Ali cuando cambió de nombre: “Cassius Clay es un nombre de esclavo y yo soy Muhammad Ali, un hombre libre”, y la comparo con la frase de Makota Valdina. Creo que Ali sólo cambió de esclavitud, como un golpe fantasma que lo mandó a la lona. Sin embargo, supo salir de ese conteo y se alejó sabiamente de la Nación del Islam, se convirtió en una persona más espiritual y bondadosa que lo hizo entregar su vida después del boxeo a obras humanitarias y sociales. Triunfos más allá del cuadrilátero y alegrías más allá del knockout. La Nación del Islam todavía sigue activa. Pero, sin lugar a dudas, Muhammad Ali es el más grande de todos los tiempos.