Las Prohibiciones de las Corridas de Toros en Aguascalientes

Por Vicente Agustín Esparza Jiménez

Lucha entre un toro y lebreles entrenados para cazar; imagen tomada del libro de Jesús Gómez Serrano, Mercaderes, Artesanos y Toreros. La Feria de Aguascalientes en el siglo XIX, México, ICA, 1985

Lucha entre un toro y lebreles entrenados para cazar; imagen tomada del libro de Jesús Gómez Serrano, Mercaderes, Artesanos y Toreros. La Feria de Aguascalientes en el siglo XIX, México, ICA, 1985

LA FIESTA de los toros en Aguascalientes es una tradición porque cuando menos desde los albores del siglo XIX se celebra continuamente, pues cada año se repite el ritual de la lucha entre el hombre y el toro en la feria de San Marcos. Solamente no ha habido corridas de toros cuando la feria ha sido suspendida y por factores armados como en 1915, así como en 1947 debido a la fiebre aftosa. En Aguascalientes en tres ocasiones se han prohibido los festejos taurinos, a saber: por primera vez en el año de 1900, por segunda en 1911 y por tercera ocasión en 1916.

LOS INTENTOS por prohibir las corridas de toros no es un tema reciente, pero sí de las sociedades modernas e ilustradas, ya que desde el siglo XVIII las corridas de bureles fueron rechazadas por los propios reyes de España, pues cuando subieron al poder los Borbones que provenían de linaje francés, censuraron que la nobleza las practicara y así fue que surgió el toreo a pie, aunque cabe decir que en 1805 fueron prohibidas. Los liberales mexicanos del siglo XIX trataron de reformar a la sociedad que les había tocado gobernar, pues para ellos las mayorías estaban impregnadas de valores antiguos y en un lamentable estado de incivilidad que no permitía que México marchara hacia el progreso, para ser una nación civilizada como las del mundo europeo a las cuales se quería asemejar. Por esta razón el gobierno se enfocó en transformar a la sociedad por medio de la educación y diversiones “civilizadas” como el teatro, ópera y conciertos, pero a la vez censurando las “bárbaras” o populares como las corridas de toros, peleas de gallos, pastorelas, maromas y toda clase de espectáculos callejeros, inclusive tradiciones religiosas como procesiones y danzas.

EN CUANTO a la prohibición de los festejos taurinos, desde que en 1867 Benito Juárez entró triunfante a la capital de la República realizó una serie de reformas políticas, económicas y sociales, entre ellas la abolición de las corridas de toros. Esta medida trajo como consecuencia que los toreros y los hacendados con su ganado se refugiaran en la provincia mexicana y en lugares de recreo alrededor de la ciudad de México. En Aguascalientes el diputado Jesús F. López planteó al Congreso la prohibición de los festejos taurinos pero su propuesta fue rechazada, pues las ganancias que dejaban las corridas de toros para el pobre erario municipal no eran nada despreciables. Durante el Porfiriato las corridas de bureles se celebraron nuevamente a partir del año 1887. Sin embargo, en 1891 recibieron una nueva embestida de los liberales, pues fueron prohibidas en la ciudad de México. Como había ocurrido años atrás, esta prohibición ocasionó que las plazas para lidiar toros en las provincias mexicanas se vieran abarrotadas cada fin de semana, entre ellas la del Buen Gusto en Aguascalientes y a partir de 1896 la de San Marcos.

AL ENTRAR el nuevo siglo las asociaciones contra el maltrato animal se dejaron sentir con fuerza, así como las manifestaciones antitaurinas. Eran frecuentes los debates en la prensa pero también en las calles aledañas a las plazas de toros, por lo que las broncas entre taurinos y antitaurinos no se hicieron esperar. En el año de 1900 por primera vez las corridas de toros se prohibieron en Aguascalientes, pero no por la presión social, ni civilizadora de un político o gobernante, sino por los escándalos y desórdenes que se suscitaban en las plazas de toros ocasionadas por los propios taurinos, ya fuese porque el ganado salía malo o se incumplía con el programa anunciado por los empresarios. Precisamente en ese año un gladiador de origen afroamericano llamado Billy Clarck se presentó en la plaza San Marcos anunciando demostraciones de fuerza y la lucha frente a un “toro bravo”, pero como se negó a luchar porque “le habían sacado un toro muy grande”, el público asistente se enardeció y empezó a destruir la plaza causando un gran escándalo. Debido a esta situación y a otras similares se “prohibieron” los festejos taurinos. Aunque es preciso señalar que no quedaron del todo prohibidos, ya que cualquier empresario podía ofrecer corridas de toros argumentando que parte del dinero recaudado sería donado para mejoras materiales. Además, durante la feria de San Marcos sí estaban autorizadas con fines comerciales, por lo que era un absurdo que estuvieran prohibidas, así las cosas, el decreto que las abolía se derogó en el año de 1903.

EN 1910 tras el inicio de la lucha armada en al país las diversiones y espectáculos siguieron ofreciéndose en pueblos y ciudades, incluso el estado bajó el precio de licencia a los empresarios para montar sus espectáculos, pues fueron vistos como un medio de control social que nos hace recordar la frase de Tiberio: “al pueblo es menester darle pan y circo para que no sienta el peso de sus cadenas ni despierte de su letargo”. Empero, el estado procuró mantener el orden en los espectáculos de masas como las corridas de toros, pues una reyerta podría ser incontrolable para las autoridades y por esta razón el 19 de junio de 1911 se suspendieron nuevamente para “evitar los desórdenes que los politicastros de hoy comenzaban a formar en el redondel”. La prohibición duró poco tiempo, pues en julio de 1912 se derogó el decreto que prohibía la fiesta brava, dado que era mucho lo que se perdía y poco lo que se ganaba en materia económica y social.

EN 1913 hubo un intento por prohibir la fiesta brava debido a un nuevo escándalo en la plaza porque el ganado había salido de mala calidad. Sin embargo, la solicitud no hizo eco en la clase política, pues más de alguno era partidario de estos espectáculos. En 1915 la ofensiva constitucionalista contra la villista determinó que no hubiera corridas de toros cuando menos en la feria de ese año y en marzo de 1916 el Primer Jefe Venustiano Carranza prohibió las corridas de toros y lo mismo hizo el gobernador de Aguascalientes, pues creía que era un factor “para acrecentar la miseria del proletariado” ya que muchos gastaban parte de su jornal en asistir a las corridas de toros. Aunque en junio de 1917 el decreto que las vedaba se derogó, pues una feria sin toros, gallos, charreadas y otros espectáculos populares estaría condenada al fracaso económico y social, pues esta clase de fiestas funciona como una válvula de escape para la sociedad.

Fuentes:

Vicente Agustín Esparza Jiménez, “Las diversiones públicas en Aguascalientes durante el Porfiriato. En busca de la modernidad”, tesis para obtener el grado de Maestro en Historia, El Colegio de San Luis, 2008. “La Fiesta de los toros durante el siglo XX”, en Jesús Gómez Serrano (coordinador), Historia de la Feria Nacional de San Marcos, 1828-2006, Patronato de la Feria Nacional de San Marcos, 2007.